2. Capítulo 16: Legado de horror (2ª Parte)

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El conocimiento de aquella verdad me dio paz por unos segundos, pero no duró demasiado, pues las imágenes de Faedra gritando en el suelo y los dragones rugiendo al viento cubrieron cada uno de mis pensamientos. Desistí en el intento de comprender cada escena que se presentaba frente a mis ojos y me concentré en empujar todo el dolor fuera de mí.

Me sentí ahogar, mientras trataba de diferenciar las voces que venían de mi cabeza y las que estaban fuera de ella, sin embargo, hice un esfuerzo sobrehumano en regresar al presente. Salir de allí era una prioridad y, aunque sintiera que un camión me había pasado por encima, no había forma de que eligiera quedarme a recibir consuelo.

Cubrir mis heridas fue la primera misión, así que luego de comprobar que los golpes en mi cuerpo no representaban ninguna fractura y tan solo implicaban dolor y unos horribles moretones para después, corté la manga de mi abrigo, con una de nuestras recién adquiridas armas, e hice que Castiel me explicara la apariencia de la herida causada por el colmillo de dragón, debido a que la misma estaba en un lugar difícil de ver para mí. Por fortuna, sus descripciones pudieron comprobarme que el rasguño de la criatura no fue tan grave, así que le ordené me atara un nudo por encima de la herida. Me costó un poco convencerlo de que aquella era la mejor forma de mantenerme útil, pero logré hacerlo, a pesar del inevitable gritito que emití al sentir el tirón.

La segunda misión fue despertar a Haliee y la completé acercando a su nariz uno de los pocos cuencos de brebajes de su bolsa, que sobrevivieron a Movens. No es como que hubiera algo para darle, pero el olor fuerte que emanaba el recipiente hizo todo el trabajo. La hechicera despertó tosiendo y, sorprendiéndonos a todos, nos atrajo en un abrazo fraternal. Se disculpó mil y un veces por su inutilidad y, pese a que intentamos convencerla de lo contrario, no hubo nada que la hiciera retractarse.

Prometió ayudar a Castiel y hacer todo lo que pudiera para que yo descansara, además de mostrarnos con satisfacción que las heridas en su pierna empezaban a cicatrizar. Me sorprendió su rápido avance, pero ella nos aseguró que no era extraño, pues había aplicado un fuerte tratamiento —lo que la obligó a admitir que se había sometido a sí misma a un dolor terrible, pero que lo valía si podría recuperarse lo suficientemente pronto para no ser una carga—. Después de asimilar toda esa información pude comprender su debilidad, ausencia de magia y pérdida de conocimiento; y, aunque la admiraba por su valentía, quise matarla por no advertirnos que debimos ser más cuidadosos con ella.

Por otro lado, Kira se veía agotada, y puede que yo no la comprendiera la mitad de bien de lo que lo haría Castiel, sin embargo, me fue bastante obvio notar que los rugidos lastimeros del dragón también le habían afectado, pues permanecía inmóvil y retraída en el mismo lugar en el que había ido a parar en medio de la lucha con el gran reptil alado. El mismo que yacía muerto frente a nosotras, creando una imagen grotesca y difícil de olvidar, pero a la que nos tocó acostumbrarnos el tiempo suficiente para que pudiéramos retirar varias piedras de la entrada sellada.

La actividad se prolongó durante horas y, algún momento después, Haliee y yo obligamos a Castiel que nos permitiera entablillar su muñeca —valiéndonos de una tabla y varios retazos de nuestras ropas, que por obvias razones no quedaron en buen estado—. Estábamos famélicos y nuestros labios parecían tener agujeros en lugar de grietas a causa de la deshidratación.

—Si vemos el lado positivo... —Haliee empezó a hablar, lanzando pequeñas piedrecillas del orificio que habíamos hecho en la cima, pero Castiel la interrumpió.

—¿Cuál? ¿El que perderemos peso producto del trabajo físico, o que perderé mi mano cuando el desespero me obligue a empujarlas y acabar la tarea?

—No eres bueno alentando —bufé y descendí de la pila de rocas, por primera vez desde que había empezado. Me senté en el suelo, lo bastante lejos de la castaña y el lugar al que tiraba las piedras—. Puede que esté considerando usar magia y que me carguen si me desmayo... —murmuré, torciendo mis dedos y masajeando mis manos llenas de cortes y peladuras.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora