1. Capítulo 4: Destino (1ª parte)

18.5K 1.6K 215
                                    

La lluvia amainó al llegar de la madrugada, la neblina era densa y el frío se intensificaba con el pasar de las horas. Habíamos colocado unas cuantas velas de cera de abeja —las últimas que teníamos, en realidad— cerca de nosotros, debido a la imposibilidad de encender una fogata dentro del pequeño granero. La cantidad de iluminación era escaza y no suponía un cambio a la temperatura del lugar, pero movernos de allí significaba causar posibles daños al hada y ralentizar la recuperación de nuestras heridas.

Brennan permanecía junto a una durmiente Cassie, quien estaba cubierta con varias de nuestras mantas; Piwi había despertado, pero permanecía recostado, recibiendo los cuidados de Haliee y, en cuanto a mí, me encontraba sentada junto a Castiel, aferrándome al abrigo que me dio Lu y escuchándolo alardear de su inigualable belleza.

—¿En qué piensas? —cuestionó, al notar que no me interesaba saber que, incluso con el cabello corto, era hermoso.

—En Alhaster —confesé, acariciando el suave pelaje de Kira, que descansaba en mis piernas—. Cuando entré a Everard no pude sentirlo, era como si parte de mí se hubiese ido, pero no le di importancia. Sin embargo, al escuchar los agonizantes rugidos de dragones empecé a preguntarme si estar lejos de él no habría sido un error fatal. Ese lugar hizo algo con la conexión, porque, inexplicablemente aunque lejos, ahora sí puedo sentir a mi dragón.

—Si no te hubieses dormido cuando estaba contándote sobre Everard, lo hubieses entendido. ¡Parece invierno, maldita sea! —bufó y frotó sus manos, antes de soplarlas juntas frente a sus labios. El frío empezaba a superarnos y era obvio—. Everard se construyó sobre un antiguo cementerio de dragones, por eso sentías y escuchabas sus lamentos. Hace algunos años, los cementerios de dragones eran sagrados, de hecho, aún lo son, pero algunos pueblos, como Everard, porque no es el único así, decidieron construir sus hogares allí, pues se aseguraban de que los supersticiosos no entraran a "profanar" las tierras. Es un poco complicado, pero efectivo, si lo que deseas es no tener jurisdicción real o ser parte de un reino, corte o tribu. Este tipo de lugares, por ser santuarios, vienen a ser libres, lo que permite a cada uno regirse como quiera, siempre y cuando no causen problemas a otras criaturas.

—Eso es horrible ­—jadeé―. Aunque no explica por qué no sentí a Alhaster.

—Pues eso es otro detalle. El que hubiera cadáveres de dragones, cuya sangre y escamas se consideran bienes que generan bienaventuranzas y que, usados para la nigromancia, podrían potencializar cualquier hechizo, sirvió para protegerse un poco más. Y con eso me refiero a que, criaturas de diferentes razas, se unieron para crear un hechizo que lograra eliminar la magia de dragones y que estos no pudiesen entrar a sus tierras. Los lamentos, que escuchamos cada noche, eran el efecto secundario de todo. La magia negra es así, siempre deja huella. Y, bueno, esa es la razón por la cual no sentías tu conexión con Alhaster.

—Desde el principio fue una trampa, pero Alhaster quería entrar, ¿cómo es que no sabía que no habría forma?

—Alhaster es un dragón y, como todos los que tienen protegidos, haría lo que fuera necesario para no dejarte sola. Supongo que intentaría luchar con ese hechizo, lo que sería en vano, pues muchos lo han intentado y nunca lo pudieron eliminar...

El fuerte rugido de un dragón estremeció mi cuerpo de la única forma que Alhaster sabía hacerlo, finalmente, podría verlo y eso me llevó a levantarme con rapidez, permitiendo que Kira bajara de mis piernas con la elegancia de un lince. Haliee me regañó por ser tan brusca, pero ni ella, ni la punzada de dolor que recorrió mi cuerpo, pudo evitar que la felicidad me embargara.

—Creo que llegó por quien llorabas —dijo Castiel al levantarse del suelo.

"Ilora, dime que estás bien —Su voz fue como un halo de paz luego de la tormenta—. Ilora, esto apesta a sangre... ¡¿Qué ha ocurrido?!"

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora