2. Capítulo 14: Suficientemente fuerte (2ª Parte)

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Fuimos expulsados, recuperando nuestro peso y aterrizando en medio de un verde campo, donde la espesa neblina que cubría el sector, sumada a la oscuridad, nos dificultaba ver el paisaje más allá de algunos metros. Debía ser un poco más de la una de la madrugada, y comenzaba a preguntarme cómo proseguiríamos.

—¿Tienen alguna idea de dónde estamos con exactitud? —cuestioné dudosa, mientras Kira, que había estado en mis brazos, se removía inquieta.

—Cassiodora dijo la verdad —respondió Haliee—. Nos encontramos un poco al sur de la Corte del Sol, el reino de los ogros está a varias semanas de viaje desde aquí.

Se escuchó una maldición de parte del elfo y yo no dije una porque estaba lo suficientemente cansada para aceptar nuestra realidad. Los viajes largos que habíamos realizado de un lugar a otro me tenían agotada, sin embargo, había una parte de mí que seguía deseando que al menos este viaje fuera más suave que los anteriores. Y no por la distancia, sino más bien por problemas en el camino.

Exhalando un suspiro de resignación, dejé a Kira en el suelo —ya era demasiado grande para permanecer cargada­—. Estaba exhausta y la idea de tener que seguir en movimiento, pese a todo lo que había sucedido era abrumadora. El grupo se había reducido exponencialmente por diversas razones, y ahora ni siquiera contaba con Alhaster como apoyo. Aunque al menos con él tenía la seguridad de que recibía las atenciones necesarias; una seguridad que no tenía con mis padres, mi padrino, Eliden o Brennan.

Aceptando nuestra nueva situación, con los chicos observamos los mapas que Yamato nos había dejado. Discutimos cuál sería la ruta más rápida hacia el Reino de los Ogros y en común acuerdo consideramos que, antes de partir, debíamos tener una buena cantidad de horas de sueño y descanso. No había manera de recuperar las noches en vela que habíamos pasado en las mazmorras, pero podíamos contrarrestarlas un poco.

La leona se acurrucó junto a Castiel y yo lo hice a los pies de un árbol. El tronco me protegía del fuerte viento e hizo que me sintiera segura a pesar de encontrarme a la intemperie. Apoyando la mejilla en mi antebrazo cerré los ojos, dejando que mi mente explorara todos los recuerdos que había vivido en el reino de las hadas.

Aquél mes en las mazmorras había sido uno de los pasajes más horribles de mi vida, pero el dolor de la perdida, el rencor y el agradecimiento que había sentido me habían llevado a manejarme mucho mejor en combate. Había tenido el valor de enfrentarme a una salamandra en un uno contra uno, algo que hacía un par meses no creí poder hacer, y había logrado sentirme como alguien digna de confianza y con la capacidad de fortalecerse muchísimo más para proteger a los que ama.

La esperanza me había invadido totalmente, sin embargo, el júbilo fue reemplazado por desespero cuando también recordé la muerte de Piwi, el desconsuelo de Haliee, la decepción de Brennan, al saberse enamorado de quién nos entregó al cautiverio, y la caída de mí dragón. A eso le siguieron las imágenes de pesadilla de Kim y a los gritos desconsolados de todos que amenazaron con dejarme sorda.

Apreté mis puños con fuerza y me obligué a detener las terroríficas visiones, pero aquello solo sirvió para cambiar de enfoque. Para ese momento las figuras ya no me eran familiares y creaban fogonazos de curiosidad y vacío en mi mente. Me negué a concluir algo alrededor de aquél mar de sombras que heló mi sangre, pero no pude borrar la imagen calcinada de Lía que cerró el cuadro y me llevó a la inconsciencia.

***

Kira lamiendo mi rostro y llenándome de besitos me despertó. Fue de lo más gracioso y, para suerte mía, ya era bien entrada la mañana, por lo que habían sido una buena cantidad de horas de sueño. Lentamente, me erguí, notando que Castiel me observaba reprobatoriamente.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora