Capítulo 28

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- ¿Lisa?

No parecía estar llorando, pero estaba intranquila caminando de un lado a otro sin pensar en nada más, estaba tan absorta en sus pensamientos que apenas se había percatado de mi presencia. La madre de Ryan estaba exagerando al decir todas aquellas cosas, la boda obviamente no sería cancelada. Sus ojos verdes ojos brillaban reflejando la luz entre las lágrimas retenidas. Una vez ella me vio ahí corrió hasta acomodar su cabeza en mi pecho, estrujó mi cuerpo con las manos temblando.

-Es hora de ir al altar -le anuncié acariciando su cabello.

-No -un par de pasos atrás como si de pronto mis brazos fueran venenosos.

- ¿No? -con el ceño fruncido la mire esperando una buena explicación a su respuesta.

-No voy a casarme.

Di un par de traspiés en retroceso a nada de caerme.

- ¿De qué rayos estás hablando?

-Te lo dije, Ryan debe aprender a vivir con nuestra amistad u olvidarse de todo.

-Lisa, no puedes hacerle eso. Están esperando un hijo, hay casi 100 personas afuera esperando tu entrada triunfal al salón y luego presenciar como haces un promesa lista a pasar el resto de la vida con amaras hasta el final de los tiempos -no quería mostrar debilidad alguna mientras pronunciaba aquellas palabras y aun así mi voz se apago en el momento menos apropiado.

-No voy a dejarte -me tomo la cara entre las manos-. Eso también fue una promesa, esa fui yo asegurando quedarme a tu lado.

-¡Mereces ser feliz aun sobre nosotros! -la tome por los hombros tratando de hacerle entender-. Antes de pensar en mí, piensa en ti. Antes de procurar mi felicidad, procura la tuya.

-No puedo estar con alguien sino acepta nuestra amistad.

-Lisa, te dije que te amaba el día de tu boda frente a tu futuro esposo mientras me abrazabas, ¿no lo entiendes? Fue mi error no suyo.

-Él debería...

-No, tú deberías entenderlo, aceptarlo, no puedes pasar tu vida peleada con la mitad del mundo por mí.

Se dio la vuelta molesta, tenía los brazos cruzados, su cuerpo estaba totalmente rígido. Ella era la persona más obstinada en todo el mundo, no era capaz de ceder en nada a menos de ver los hechos bastante claros. Con ese antecedente me acerque a ella tomando su delicado rostro entre mis manos temblorosas.

-No digas nada -le aclaré al instante -. Mira a Ryan, él estaba contigo cuando yo te abandoné, él se quedo ahí cuando te sentiste totalmente sola y sin importar cuantas veces le advertí que mantuviera distancia se preocupo por ti, se mantuvo cerca, a tu lado. Él había estado enamorado de ti antes de saber sobre nuestra relación, espero paciente su oportunidad contigo, ahora lo tienes ahí. Yo daría cualquier cosa por ti y lo sabes, te amo como la amiga, compañera y hermana más fiel, pero si hay alguien allá afuera que merezca tu amor, lealtad, cariño, compañía y comprensión, ese es Ryan, porque sin importar cuantas veces pudo darse por vencido espero por ti sin importar nada, teniendo por seguro cuanto son capaces de amarse el uno al otro. Él tiene miedo, entiende, te aleje de él una vez, no quiere pasar por lo mismo de nuevo, por eso los celos, la molestia, los reproches, porque te ama como nadie te amará jamas.

Una lágrima rodó sin intención alguna. Quito su orbes verdes de mí, reflexionó un momento en silencio y eso me daba el éxito total de mi cometido.

-No quiero dejarte, sé cuanto sufriste por Emna.

Trague saliva.

-No puedo abandonarte de un día para otro.

-No lo harás -le asegure-. Dale tiempo, ya lo entenderá, pero no mientras estés aquí aferrada a no casarte.

Suspiró sacando de su sistema toda esa molestia, reflexionando sobre mis palabras, sus acciones y las consecuencias.

-Quiero pedirle perdón por mi terrible berrinche.

En ese momento pude asentir satisfecho por haber alcanzado mi meta.

-Muy bien, vamos.

Tomo mi mano sin problema. Ahora todo era cuestión de un par de palabras para arreglar su mal entendido, todo seguiría su curso, todo estaría como debía ser. Entramos al salón principal juntos, no la abandoné en ningún momento pero el panorama realmente me causaba cierta incomodidad.

Con micrófono en mano, la madre de Ryan enmarcó una ceja buscando intimidarme, Ryan estaba sentado en la última fila con la cara entre las manos siendo consolado por Janne... Y sus ojos azules, sus hermosos ojos azules miraban alternadamente nuestras manos y mi cara de vergüenza. Lisa me distrajo tirando levemente de mi mano buscando en mis ojos una ligera aprobación para ausentarse de mi vida en los próximos meses, tal vez no era tanto tiempo, sin embargo justo en ese momento me parecía estar extrañando su compañía. Soltó mi mano, se acercó a Ryan y comenzaron a susurrar entre ellos sin preocuparse por todo a su alrededor, su forma de mirarse denotaba obviamente el amor entre ambos, las manos ansiosas de Ryan sobre la cara de Lisa y ella tratando de mantener la calma, ellos realmente merecían estar juntos, ¿Quién era yo para interferir?

-Te amo -pronuncio él limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano.

Ella le dio un beso en la punta de la nariz antes de sonreír de nuevo. Regreso a mi lado, le tendí el brazo, lo tomo sin problema alguno y salimos del salón una vez más. Luego de ese incidente la música sonó con tranquilidad, los presentes dejaron de alarmarse mirando con admiración a la bella novia caminando de mi brazo.

Quería olvidar mis problemas, pero desde el otro lado del lugar la pesada mirada de Janne penetraba en mi como si fuera un puñal a mitad de mi pecho, rezaba por desaparecer, por no tener sobre mí esos ojos tan profundos como el azul del cielo, y maldita sea, deseaba por primera vez no haber conocido nunca a Emma.

-Acepto -los ojos de Lisa se inundaron de lágrimas, brillaron, estaba tan feliz.

-Acepto -pronunció él con la misma emoción haciendo temblar su voz.

Baje la mirada hasta mis manos entrelazadas.

¿Podía ser feliz en algún momento? ¿Llegaría mi día sin los tormentosos ojos azules de Emma atestando mi corazón de inseguridad? ¿Dejaría de atormentarme?

Me uní a la felicidad de ambos aplaudiendo, sonriendo, pero con la mirada perdida en la tristeza de mi soledad.

SpeechlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora