Speechless

Capítulo 29

Estaba jugueteando con los cubiertos esperando a ver por error al señor Jackson caminando entre los invitados, él aún me debía una explicación y no pensaba marcharme sin ella. En vano trate de sentirme cómoda entre todas las flores blancas que adornaban el hermoso jardín, estar ahí sola a mitad de una boda en donde era prácticamente la niña favorita del invitado de honor me causaba cierto conflicto. ¿Quién iba a decirlo? Estaba en la boda de Lisa Marie Presley, con Michael Jackson mirando la nada atrapada entre mis sentimientos, sueños, ideales e interrogantes de quién era en verdad Michael fuera de las cámaras, lejos de un escenario.

-Hola -los ojos verdes un tanto irritados de Ryan se centraron en mí. Había estado llorando antes y durante la boda, me parecía maravilloso como podía estar llorando de felicidad.

-Hola -trate de parecer amable, pero los nervios destruyeron mi voz al final.

- ¿Qué haces sola aquí?

Tal vez no era tan obvio, estaba esperando, a volver a toparme con Michael para escuchar mi explicación y luego irme.

-Michael -negué un par de veces-. Estoy esperándolo.

Hizo un gesto bastante gracioso a mi parecer, como si tratará de contener la risa dejando salir una sonrisa extraña.

- ¿Puedes explicarme algo? -me vio asentir y continuó hablando -, ¿Él les da algo? Ya sabes, alguna bebida especial.
Esta vez no pude contener la risa. Ryan era bien parecido, guapo sin dudarlo, pero no era Michael. Michael tenía el misterio en los ojos, sus labios te dejaban sin aliento tanto como su presencia, él no era simplemente guapo, su forma de atracción no se limitaba a lo físico, su aura clamaba tu atención sin la necesidad de tenerlo justo a tu lado.

-No lo sé -me encogí en los hombros de nuevo.

- ¿Sabes? Cuando yo estaba enamorado de Lisa ella ni siquiera había cruzado palabra con Jackson. Me tomó 6 años admitir mis sentimos y para cuando lo hice Jackson tenía 6 meses saliendo con ella, le llevó 2 años enamorarla, le llevó una noche pedirle matrimonio, y nunca logré entender cuál fue la razón.

Baje la mirada hasta mis manos. Era simple imaginarse cuantas veces Michael logró enamorar a una chica, lo complicado era contar cuántas veces le hizo daño a una chica.

-Ahora estoy en mi boda sentado a lado de una chica hermosa -se aclaró la garganta-. No como mi esposa -sonrió ubicándola entre la multitud-. Pero tan hermosa como para tener a cualquier hombre rendido a sus pies, sin embargo... Esta chica hermosa con sus increíbles ojos azules se encuentra esperando a un hombre incomprensible.

Me acaricié la nuca con las puntas de mis dedos.

-Al parecer ese hombre tiene algo especial. No lo tomes a mal, Michael es increíble -me aseguró-. Es bueno en su trabajo, es gracioso, sincero, divertido, aun así un desastre en el amor, sólo deseo saber qué lo hace tan atractivo a sus ojos.

-Quisiera saber lo mismo -Le sonreí ladeando la cabeza-. A veces me gustaría entenderlo también para poder resistirme a eso.

- ¿Resistirse?

Le había dado la información suficiente a Ryan, pero no era él quien formulaba la pregunta. Sus labios emitieron una palabra cuyo alcancé me resonó en mi cabeza por un par de segundos.

-Ryan, ¿podrías permitirnos un par de minutos por favor?

-Claro, hermano -se puso de pie-. Les sugiero ir a las afueras de la casa si quieren privacidad.

Le parecía graciosa nuestra situación, pero esto por nada era gracioso.

-Gracias -le dio una palmada en la espalda cuando pasó a su lado.

Me sentí desprotegida, totalmente indefensa, él era un dragón y yo su siguiente presa. Me tendió la mano, sin pensármelo la tome, camine a su lado consciente de mi cercanía al abismo. Atravesamos la pista de baile y a cada paso tomaba una copa tras otra tratando de reunir el valor suficiente para no salir corriendo a esconderme de él.

Pronto comencé a ver todo nublado, el piso se movía bajos mis pies y estaba llena de coraje, lista para decir todo cuanto había estado guardando en mi interior.

- ¿Estás bien? -deje de mirar el suelo para perderme en sus ojos.

-Lo estoy, pero estaré mejor cuando te digo todo lo que tengo en mente, amigo.

-Janne...

-Jackson has hablado mucho, ahora es mi turno. Me gustas, me gustas como nunca nadie lo había hecho en ningún momento y te gusta aprovecharte.

-Janne...

-Me has besado tantas veces y luego ignoras mi existencia, ¿Te gusto o no?

-Janne...

-Responde.

-Sí.

-Pues no lo parece, ¿eso haces siempre que te gusta alguien? ¿Eso le hacías a Lisa?

-No -susurro.

-Bien, ¿Janne tiene algo especial? ¿Te gusta menos?

-Janne.

-Dilo, no es tan complicado responder.

-Me gustas, lo juro, me gustas y no puedo mantener la cordura mientras estas cerca, no sé como tratarte, no logro comportarme como debería. Lo siento.

-Ojala fuera suficiente -mis palabras se arrastraban para poder ser emitidas. Era hora de mi respuesta-. ¿Quién es Emma?

Bajo la mirada, una vez más no estaba dispuesto a contestar, no deseaba despejar mis dudas y yo aún quería poner la distancia necesaria entre nosotros.

-Perfecto.

Di la vuelta, mis pies tropezaron entre ellos, casi vi como mi cara se estrellaba contra el frío césped de no ser por la agilidad de Michael. Me tomo por la cintura en un par de segundos estaba de nuevo entre sus brazos.

Mirar sus ojos era mi perdición, se mojo los labios lento, se acerco paulatinamente con el aire soplando ligero sobre su rizado cabello. Juntos sus labios con los míos, algo en mi garganta pedía aire, me irritaba, desgarraba mis cuerdas vocales con cada segundo de nuestro rose, quería continuar besándole, pero ya no podía, el aire me hizo falta.

Empuje su cuerpo lejos, respiré con urgencia, no podía ver nada claro, todos los árboles adquirieron formas extrañas.

- ¿Estás bien? -me tomó ambas manos.

-Sueltame -luche contra su agarré.

Me tomo del mentón, sabía a la perfección cual era la siguiente acción.

-Nunca mas -pronuncie antes de verter todo cuanto había comido en el día, quizá sobre sus zapatos.

Un destello blanco y luego nada.