Capítulo 3

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Nunca antes había sentido mi corazón latir tan rápido, mi adrenalina correr por mis venas u oír mi respirar tan exagerado, esto no solo se debía a la presencia de Michael sino a la multitud que tal vez iba a llover sobre nosotros, aunque en realidad él por su propia cuenta esa capaz de crear las mismas reacciones.

Me sentía como en una película de policías y ladrones o alguna persecución que estaba a punto de iniciar. Miraba expectante los ojos redondos y pequeños de Soo-kyn nuestra cocinera por casi un año, la además alumna de ultimo grado y miembro activo del club de danza. El sonrojo de su cara denotaba su dificultad para respirar después de haber puesto mi mano agresivamente en su boca para evitar que algún otro sonido saliera de ella, mire directamente sus ojos.

—ssshhh —dije entre labios

—Por favor no digas nada —le rogó Michael.

Soo asintió lentamente esperando que quitara mi mano de su boca y al instante señalo a nuestras espaldas, antes de mirar voltee discretamente la mirada en dirección a Michael.

—Michael, ve por la puerta de atrás y espérame en el auditorio —susurre esperando a que entendiera lo que decía.

—Pero...

—Sólo hazlo —insistí.

—No quiero dejarte sola

—A mí no me harán nada, anda vete.

—Muy bien —sin decir una palabra más, emprendió su camino para evitar ser atropellado por un motón de chicos y chicas que frenéticos buscaban un solo toque de manos o unas palabras.

Le quite la mano de los labios.

—Creo que deberías ir con él —musito.

—Podrá llegar al auditorio el solo... o eso espero

—¿Janne? —hablo un chico.

— ¿Si? —voltee con una sonrisa tan falsa que ni yo misma creí estar sonriendo.

— ¿Quién era el hombre que estaba contigo?

—Am... un amigo —me encogí en los hombros.

Todos me miraban curiosos escudriñando en mis ojos buscando alguna señal que dejara al descubierto mi mentira.

— ¿Qué amigo? —pregunto una chica, pero no cualquier chica.

Estaba completamente consciente de que ella era capaz de oler las mentiras a kilómetros, pero yo no estaba mintiendo, Michael realmente era mi amigo... o eso quería creer.

—Uno, como cualquiera que ustedes tengan

— ¿Por qué Soo lo llamo Michael Jackson? —cuestiono de nuevo

—No lo sé —la mire deseando que se quedara callada-, es Soo dice muchas cosas todo el tiempo. Ella pudo haber dicho que era Elvis Presley.

Me mire a mi misma con el ceño fruncido por tan mala respuesta

— ¿Era él? —su mirada penetrante dejo de acosarme para centrarse en Soo.

Soo era la persona más honesta que conocía, pero no sólo la más honesta sino también la peor para mentir. Esperaba que para no meter en problemas a Michael se quedara con la boca cerrada minutos de tención comenzaron a fluir entre las tres, en determinado momento pensé que ella lo delataría y justo antes de que eso sucediera, Michael entro de nuevo y me tomo por los hombros.

—Ayúdame —hablo jadeante

—¿Qué haces aquí?

—No puedo ir al auditorio.

—¿Qué paso?

—Unas chicas me están persiguiendo.

—Si es Michel Jackson —pronuncio alguien

Michael los miro aterrado sobre mi hombro.

Con que así era la vida normal del hombre que más admiraba en todo el mundo, entre el fash de las cámaras y las persecuciones de tantos fans, no entendía cómo es que le quedaban ganas de continuar haciendo lo que hacía e incluso volverse cada vez más famoso, en cualquier momento podría renuncia a cantar y de igual manera continuaría siendo Michael Jackson.

Ahora mismo me sentía como uno de sus guarda espaldas tratando de protegerlo de la multitud que se avecinaba. ¡Vaya que era un trabajo difícil! Tenía que pensar con la cabeza fría y meditar cada uno de nuestro pasos, en un movimiento rápido me di la vuelta para darle la espalda, estaba lista para comenzar a correr.


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