Capítulo 5

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Me quede en la bodega por unos minutos más ideando la excusa perfecta para no ser castigada por haber desaparecido de la nada. Después de quedarme ahí un buen rato sin avance alguno termine por decidir que lo mejor era afrontar el sermón y reprimenda que Diane me daría por mi falta.

Deje de dar vueltas en círculos y sin mas salí de la bodega, di un par de pasos sin mucha prisa hasta que esa figura recta de quien me causaba tanto temor se hizo presente.

—¿Qué hacías ahí dentro? —cuestiono con esa voz recta además del toque amenazador tan típico que embriago mis tímpanos de las sincero terror.

—Yo... —titubee lo suficiente como para que dejara escapar un quejido seguido de su ceño fruncido—... estaba con un amigo.

—¿En las bodegas?

—Necesitaba privacidad —hable sin meditar mis palabras.

—¿Contigo ahí dentro? —dio un par de pasos en mi dirección, suficientes para quedar perfectamente frente a mí e intimidarme aun más.

No pude articular otra palabra. Su presencia era basta para hacerme desear ser invisible.

Aquella chica de cabellera rubia, ojos grises como el cielo cuando hay tormenta y su porte tan formal me hacían doblar las piernas desde la primera vez en que la vi. Con la mirada en sus pies con perfecta pedicura comencé a rezar porque un rayo me partiera o que la tierra se partiera bajo mis pies, cualquier cosa para dejar de soportar su pesada mirada en mí.

—Elizabeth —se dejo escuchar entre tanta incomodidad.

Ambas dirigimos la mirada a la hermosa mujer rubia que la llamaba.

Ciertamente la familia Hyde disfrutaba de un exquisita selección de genes puesto que tanto Alexandra la madre de Elizabeth y Carly podría pasar por su hermana, ella le había heredado a ambas ese hermoso tono rubio de cabello y la piel ligeramente rosada. Las tres eran mujeres verdaderamente hermosas así como elegantes.

—Esta charla continuará, Adams —fulmino su contacto visual conmigo.

Agradecí en silencio a su madre por salvarme de ser devorada por su hija. Comencé a respirar con normalidad al tiempo que mi corazón dejaba de golpear mi pecho tan bruscamente, cuando pensé que mis problemas habían sido solucionados la campana me devolvió a mi preocupación principal, la clase había terminado y yo aún tenía que ir por mis cosas hasta el auditorio; debido a esto me acreditaría un regaño más y eso sólo podía significar una cosa: "Detención".

Tome mi cabeza entre mis manos sin muchos ánimos de reanudar mi camino.

—Janne —Escuche aquella voz conocida sacarme de mis pensamientos.

—¿Ethan? —logre divisarlo a lo lejos mientras corría en mi dirección.

En cuestión de minutos estaba tomándome por los hombros.

—¿En donde te habías metido?, te he estado buscando por horas.

—Pues... estaba huyendo de una multitud que planeaba hacerme papilla y luego secuestrar a Mr. Increíble y quizá robar su inocencia.

Me lanzó una mirada incrédula sin saber si reír o tomarlo en serio.

—Te juro que eso fue lo que paso.

—... claro y yo te creo —dijo con sarcasmo.

—Ethan...

—Escucha, creo que deberíamos comenzar a caminar al auditorio.

—No quiero, sé que Diane me dará algún castigo por ausentarme toda la clase...

—Por eso es que te estoy buscando, ella quiere que presentes algún numero antes de la presentación de Mr. Increíble.

—¿Presentación?

—Sí, Carly logró convencerlo de que cantara alguna canción de su nuevo álbum.

—¿Y aceptó?

—¿Por qué crees que Diane quiere que le abras el espectáculo?

Sin mas comencé a caminar en dirección al auditorio. Tenía en mente cantar alguna de las canciones que había escrito para él pensando que tal vez tendría la oportunidad de cantarle. Ahora era el momento de, tenía la canción perfecta para ese momento, tenia la música instrumental en mi teléfono y lo único que hacía falta era perder mi pánico a actuar sola.

—¿Qué pasa?

Fue cuando escuche a Ethan que note mis piernas inmóviles, no me di cuenta de que había dejado de caminar, pero lo hice y entonces me enfrente al peor de todos mis miedos.

—¿Estás bien? —me tomo por los hombros.

—Ethan, no puedo hacerlo.

—Claro que puedes.

—No, es que yo...

—Escúchame, eres una chica valiente, eres la chica más valiente que conozco, acabas de enfrentarte a una multitud para salvar a el hombre que más admiras en todo el mundo, si pudiste con eso entonces también te enfrentaras a las 200 personas que están en el auditorio esperando a escuchar tu bella voz.

—Es diferente.

—¿Por qué?

—Porque él estará escuchando, ¿Qué pasara si no le gusta?

—Por favor.

—Ethan

—Janne, ¿Cómo lo sabrás si no lo intentas?

Aquella simple frase basto para darme el aliento que necesitaba y así aventurarme en lo que sería mi nueva historia para contar.

—Bien —retome el camino.

Era hora de mostrar que podía hacer esto, dejarme ser libre por un momento. En el momento en que llegamos hasta el auditorio nos dimos cuenta del enorme gentío que estaba ahí esperando a poder entrar para ver a Mr. Increíble como lo había llamado unos instantes antes. Decidimos ir por la puerta de servicio ya que era la única entrada disponible, corrí hasta la cabina de sonido y les indique la pista que debían poner en el momento en que pisara el escenario.

—No me digas que piensas cantar así —la amable voz se Carly me atrapo antes de que el telón se levantara.

—Faltan unos 5 minutos para que la canción empiece.

—Ese no es impedimento para Carly Hyde —me tomo la mano y me llevo a rastras hasta los vestuarios, tomo un vestido de un azul intenso con un pequeño velo negro por encima y un moño a conjunto con una zapatillas negras que a completaba todo el atuendo.

—Estas lista —me dedico una de sus lindas sonrisas antes de estrecharme entre sus brazos y susurrarme el "Rómpete una pierna".

Salí corriendo con los las zapatillas en las manos y en el momento en que me encontré frente al telón en rojo, puse los zapatos en mi pies y Diane me dio el micrófono que usaría. El telón se abrió de par en par revelando mi temblorosa silueta con el micrófono en mano.

Trate de no mirar a donde él se encontraba, pero como por inercia lo hice, fue lo primero que vi en cuanto el telón se escondió detrás de mí, escuchaba el inicio de la melodía repetirse una y otra vez, pero mi cuerpo no reaccionaba, la fuerza de mi mano no fue suficiente para sostener el micrófono, cayo y rodó hasta el otro lado del escenario. 


SpeechlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora