Capítulo 36

158 13 13
                                    

Eran las cuatro de la mañana y apenas estábamos terminando la canción que habíamos dejado pendiente desde hace casi cinco meses atrás, los ojos me ardían de una manera insoportable, mi cabeza estaba a punto de estallar y por si fuera poco no podía concentrarme en los acordes, estaba al borde de la desesperación, el reloj avanzaba segundo a segundo y mientras escuchaba su voz aislarme de cualquier ruido quise golpearme contra la pared. Por alguna razón la larga jornada había traído únicamente una canción tan falsa como nuestros sentimientos.

Pasé dos meses en casa sin hacer nada, sin mirarme al espejo o preguntarme en dónde estaba esa sonrisa que estaba acostumbrado a esbozar cada mañana, se me olvido como se sentía el sol en mi cara, use de nuevo lo lentes negros para ocultar toda la melancolía almacenada entre mis pestañas, camine sin saber a dónde iba, pensé y lo peor es que no pensaba en nada, trate de entender cuál era mi situación en ese momento, jugando con Janne y conmigo al mismo tiempo. Me gustaría hacer gala de todo cuanto sucedió en los últimos meses, me gustaría explicar como termine en España, pero en realidad no lo sabía porque apenas llegue tome un vuelo de vuelta, había estado ausente, molesto, como en los años de antaño cuando mi única cura era tener a Lisa cerca. Al parecer debería acostumbrarme a lidiar con mis problemas yo solo, pues me gustará o no admitirlo dependía de ella de una manera severa.

Me talle los ojos por ultima vez, ya era suficiente pues por más que deseara intentarlo nada bueno terminaría por salir de ahí, me levante de la silla como tanto había estado anhelando en las últimas seis horas. Tome el abrigo del respaldo de la silla, al abrir la puerta del estudio pude notar el fresco de la madrugada, faltaban cinco minutos para llegar a las 6 de la mañana, todos estaban a punto de llegar y yo apenas iba a tomar una siesta. Camine como un muerto hasta mi automóvil, sin ganas echarlo a andar para llegar hasta mi cómoda cama, estrelle la cabeza contra el volante, tenía ganas de beber, beber hasta no recordar nada de ese día.

Luego de un par de horas  teniendo la cabeza contra el volante decidí que lo mejor era regresar adentro y dormir en mi oficina, nadie podría molestarme y cuando el mareo se fuera de mi cabeza podría volver a casa para ducharme. Subí por el elevador apenas sosteniendo mi propio peso, mis pasos eran torpes y deje una nota en el escritorio de Claire para no ser interrumpido por nadie mientras el sueño reparaba mi humor y mi equilibrio. 

En cuanto cruce la puerta pude percatarme la vista tan acogedora del sillón a un lado del escritorio junto al aparato de sonido, no me importo nada, cerré los ojos, deje al silencio asfixiarme y al sueño devolverme al lugar en donde al menos por un momento podía olvidarme de mi mismo.

No tenía ni idea de cuanto tiempo me había quedado ahí, pero apenas fui capaz de parpadear un par de veces, me sentía más ligero, la cabeza me había dejado de molestar hace tiempo, el ritmo de mi corazón era considerablemente bueno así como relajado. La puerta se abrió tranquilamente apenas percibí el perfume su nombre se escapo de entre mis labios. 

-Lisa -una sonrisa levanto las comisuras de mis labios-, ¿Hace cuanto estás ahí? 

- ¿Hace cuanto no duermes como si fueras un bebé. 

Solté una risa despreocupada, por primera vez en mucho tiempo me alegraba de tener a alguien en mi oficina. 

- ¿Qué haces aquí? 

-Si Mahoma no va a la montaña, la montaña ira a Mahoma. 

Me tome un par de minutos para incorporarme y admirar su presencia frente a mí, el vientre ya se le notaba con toda claridad. 

-Vaya, la ropa de maternidad te sienta bien. Estas enorme. 

- ¿Gracias? -levanto ambas cejas conteniendo la risa por mi comentario. 

-Ven, siéntate, ¿cómo va todo?

Me miro por unos segundos, mi aspecto debía ser horrendo como para causarle tal sonrisa en el rostro, se acerco tomando asiento a mi lado y lanzando un pequeño quejido por su espalda a mi parecer. 

-Este bebé es muy pesado -hizo un puchero bastante tierno y no pude evitar reír. 

-Descuida, faltan unos cuantos meses. 

-Faltan cuatro -me señaló con casi todos los dedos de su mano derecha-. A veces me gustaría estar tirada todo el día en la cama, pero a este pequeño le agrada tenerme despierta. 

- ¿Pequeño? -se me iluminaron los ojos imaginando a un niño idéntico a ella, con esos vibrantes ojos verdes, el cabello rubio probablemente ondulado y sus manos tan pequeñas. Quería soñar un poco más, indague en mi mente pensando en cómo serían mis hijos alguna vez, si sus ojos serían grandes o su piel morena, si serían idénticos a mí. 

-Serían hermosos -me contestó-, tendrían tu cabello rizado y los ojos profundos, marrones como los tuyos -me acaricio la mejilla con cuidado.

-Tu hijo tendrá unos hermosos ojos verdes como los tuyos, será precioso y muy sano. 

No quería mantener su atención sobre mí, y aquella frase fue un intento vano por desviar la conversación, olvidar lo improbable que era ver algún día a mis hijos. 

- ¿Cómo va todo con Janne? 

- ¿Viste las fotos en tu boda? 

-Sí, y también vi como alardeabas sobre tu noviazgo. Ustedes son tal para cuál. 

-No, Lisa -baje la mirada hasta su vientre-. Todo es verdaderamente distinto a como lo imaginas, ella y yo somos completos desconocidos, luego de ese día apenas la he visto ayer. Nuestra relación de trabajo es lo único... 

-No puedo creerlo -su semblante cambio de un momento a otro. Esas debían ser las hormonas-. ¿Te has portado bien con ella, cierto? 

- ¿Con Janne? 

-No, con papá Noel. Claro, con Janne.

Su sarcasmo me causo cierta intimidación. 

-Supongo. 

-Michael, no pretendes terne una buena relación si no hay comunicación entre ustedes, ¿cierto? 

-Lisa, esto es realmente complicado. 

- ¿Le has hablado de Emma? 

-No, no pienso hacerlo, ella no quiere escucharme y no quiero contar esa historia de nuevo, no quiero estar más en esta situación.

Puso su mano sobre la mía tratando de brindarme algún consuelo, sin resistir más me lance a su brazos, necesitaba una muestra de cariño por todo ese tiempo entre las penumbras y como si Lisa la hubiese llamado, Janne, con los ojos azules se paro en seco mirando como nuestro abrazo simplemente no terminaba. 

-Hola, Janne -Lisa le regalo una mirada acompañada de un ligera sonrisa. 

-Hola -apenas pronuncio ella aún en el umbral de la puerta. 

-Michael, nos das un momento por favor -articulo la mujer de ojos verdes haciéndome levantar la cara.

Eso no estaba bien. 

SpeechlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora