Capítulo 26

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El gran día había llegado, frote mis sienes en círculos antes de intentar hacer el nudo del moño de la corbata por octava vez. El smokin sobre mi piel se sentía bien, la gala no me sentaba nada mal y la sonrisa plasmada en mi rostro denunciaba la mejoría de mis días junto a ese par de ojos azules como el mar.

Estaba en casa de Lisa mirándome en uno de los espejos, para ser exactos en el mismo que el día de mi boda, cuando prometí amarla y respetarla por el resto de mi vida, hacerla feliz sin llegar nunca a mi meta. No sabía si sentirme culpable luego de todo o dejar transcurrir los hechos con el corazón en la mano.

A pesar del tiempo no podía evitar amarla, o quizá guardarle ese cariño de amigos, me sentía tan estúpido sintiendo celos de su nuevo triunfo amoroso como si yo no tuviera la culpa de nuestro divorcio.

–Mirate –dijo desde la puerta con el maquillaje ya puesto–. Te ves muy bien.

–Gracias –le sonreí con ternura.

Se acercó hasta quedar de frente conmigo, me beso la mejilla y comenzó a hacer el moño.

–Es el gran día –hable para romper el silencio pues con el rose de sus manos logro erizar los cabellos de mi nuca.

–Sí –su sonrisa se agrando el doble de su tamaño–. Quería pedirte un favor especial.

– ¿Favor especial?

–Sí, ¿Podrías acompañarme al altar?

La quijada se me cayó hasta el suelo. No podía estar hablando en serio, me había dejado cambiarme en la misma habitación del día de nuestra boda, ahora estaba casándose con quien un día me amenazo con arrancarla de mis brazos.

–No sé si sea una buena idea.

Dio un par de pasos en retroceso.

– ¿Por qué no sería una buena idea?

-No me suena lógico pedirle a tu ex marido entregarte a quien será su reemplazo. 

-Michael, no logro entender. Yo creí que tu estabas feliz por... por mí -negó un par de  veces aturdida. 

- ¿Y si digo lo contrario? -ese monstruo egoista dentro de mí se hizo notar.

-No puedes estar hablando en serio, ayer estabas sentado junto a mi lado diciendo cuanto me apoyabas y ahora... 

-Sí, cambie de opinión -la interrumpí. 

Yo era importante en su vida, antes de Ryan era yo a quien amaba, ella me haría a un lado luego de haberme prometido lo contrario, de eso estaba seguro, sentía celos, no de una forma tan irracional como cuando todo se venía abajo, eran celos por ella, por su felicidad, por el estúpido de Ryan gritando su triunfo en mi cara, por su hipocresía al decirse "mi amigo".

-Bueno, eres la única persona dentro de esta casa con el valor suficiente para decirlo -su voz se rompió a la mitad de la oración. 

Bien, había logrado hacerla llorar.

- ¿El valor suficiente para decirlo? -abrí los brazos sin darme cuenta-. ¿De qué estas hablando? 

-Todos creen que es un capricho, ¿Por qué casarme sería un capricho? -se cubrió la boca con una mano depositando parte de sus lágrimas en mi abrigo-. No te invite porque deseara restregarte en la cara como he logrado rehacer mi vida, lo hice porque te amo -sus ojos verdes se encontraron con los míos. Cuanto odiaba verla llorar-, no de una forma tan literal, eres mi amigo, mi único amigo en todo el mundo, la única persona capaz de entender la vida de una manera más poética, incluso cuando te fuiste te quedaste. Casarme con Ryan no es un capricho, vamos a tener un hijo, yo lo amo, él me amaba, ¿cuál es el maldito problema? 

Le seque las lágrimas con cuidado, el maquillaje no estaba corrido, tal vez eso no era más importante pero hacerla pasar de nuevo por ese ritual de nuevo no era un buen plan. La sonrisa previa cuando entro a la habitación se había esfumado por completo. 

-Yo también te amo -le di un beso en la mejilla. 

Haber pronunciado esas palabras unos segundos antes me habría salvado del peso de los ojos de Ryan y Janne a la par, nos separamos tan deprisa como para haber sentido el rose del aire. Ambos fruncieron el ceño entrecerrado los ojos, Lisa entrelazo sus dedos con ansiedad mientras caminaba a pasos agigantados al encuentro de su prometido. 

-Hola, cariño -le acaricio las mejillas-, ya está hecho -me miro de nuevo-. Michael me acompañara, ¿cierto? 

-Ci-cierto -trague saliva atormentado por mi sentencia esperada. 

-Debo terminar de vestirme, con permiso -se fue dejando mi frágil cuerpo antes los depredadores. 

-Señorita Adams, ¿podría concedernos un minuto a solas? 

Janne elevo la mirada, sus lagunas azuladas me vislumbraron con un desdén único, uno desconocido para mí incluso antes de causarle los peores disgustos, sin embargo esto era en realidad un simple mal entendido. Asintió luego de unos minutos dejando la estancia con la animosidad suficiente. 

- ¿Amas a mi esposa?

-Aún no están casados. 

-No quieras bromear conmigo en estos momentos, nunca te creí tan mala persona como hasta ahora, debo poner en claro ciertos términos contigo -dejo el umbral de la puerta, cerrando para evitar penetra ruidos ajenos a sus palabras y mi respiración irregular-. No quiero volver a verte cerca de ella, ¿Lo has entendido? 

-No, ella y yo somos buenos amigos. No me interesa tu opinión sobre nuestra relación así como supongo a ella tampoco, no puedes separarnos, ni se te ocurra intentarlo. 

-No pienso vivir a la sombra de quien pudo haber sido su primer amor.

- ¿Ella te dijo eso? -cuestione con la intriga en la garganta. 

¿Lisa me consideraba su primer amor? No, había estado enamorada antes, el matrimonio era nuevo para ambos pero nunca me plantee la idea de ser su primer amor. 

- ¿Hace falta? 

-No soy su primer amor, soy su primer gran fracaso -espete-, para ella nuestro "amorío" si quieres llamarlo de esa manera simbolizo ademas del cielo el primer infierno sobre la tierra, tú fuiste su primer escape, eso no me quita lugar en su vida. 

-Puedo intentar borrar todo rastro de ti. 

-Inténtalo, te reto a lograrlo. 

-Cuídate, Jackson -me dio una palmada en el brazo izquierdo. 

Cuando me quede solo olvide terminar de arreglar mi atuendo para salir apurado en busca de Janne. Deseaba estar en su compañía un día tan importarte como ese, demostrarle como el amor entre la mujer de ojos verdes y yo era amistad, eran recuerdos, sonrisas compartidas, pero no algo más.  

Estaba en la puerta principal a nada de cruzar la linea invisible al exterior. Probablemente flash no podía haber medido la velocidad de mis zancadas hasta el brazo de Janne tomando el pomo con decisión. 

-Suelta mi brazo por favor. 

-La boda está a nada de empezar, no puedes irte antes de la fiesta. 

-Puedo irme cuando la novia y el ex se prometen amor eterno. 

-No es como ustedes piensan. 

-Probablemente no. 

-Janne -era mi último recurso antes de mostrar mi lado desesperado-, si no entras ahora voy a besarte frente a todos. 

A ella no le agradaban los escándalos, eso impulso a mi estupidez para dominar mis acciones. 

-Te reto a que lo hagas. 

SpeechlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora