Siete

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María se despierta a las siete de la tarde, su hermano aún no ha llegado y su madre está tranquila. Decide darse un baño así que se levanta de la cama y quitándose la ropa va al cuarto de baño. El agua caliente no tarda en salir por lo que se mete directamente haciendo que ésta le relaje los músculos y deje la mente en blanco. Al cabo de diez minutos, sale enrollada en una toalla y peinándose el cabello. Abre el pequeño armario de su cuarto, saca la ropa que va a llevar hoy pero antes de ponérsela llaman al teléfono.

-María – contesta ésta cortante.

-María, soy Arwel – ella se tensa al oír ese nombre.

-Dígame doctor Fitzgerald. ¿Ocurre algo?

-No, tranquila. Sólo llamaba para saber cómo va todo.

Detesta a ese hombre. Es el doctor de su madre y a pesar de todo lo él ha hecho porque Carla se quede en casa con ellos, él piensa que no es buena idea y no para de intentar convencerla para internar a su madre en un hospital. Él ha nacido y crecido en un entorno bueno y sano, ha tenido a sus padres, familia, amigos, salud, en cambio ella sólo cuenta con su hermano quien también ha tenido y tiene sus rachas. Por esa razón, ella lo detesta. O tal vez, no tan fuerte y sólo lo odie un poquito por querer quitarle a su madre y por casi convencer a su hermano.

-¿Va todo bien? – pregunta con insistencia el doctor.

-Estupendo – su voz es débil.

-¿Ha ocurrido algo desde la última vez que estuve allí?

-No – miente.

Después de suspirar Arwel Fitzgerald se rinde.

-Iré el miércoles a las cinco.

María cuelga. "Genial, ahora John le contará lo que pasó y se llevarán a mamá", piensa y va a su habitación. Comienza a vestirse de mala gana, ya le ha cabreado el doctor Fitzgerald. Será mejor que vaya a contárselo a su hermano, sino se le olvidará. Sale de casa y lo primero que se le ocurre es ir a casa de Campbell pero si Kev vino a casa es imposible que estén allí. Piensa mientras anda, pero no sabe dónde buscarlos. La verdad es que pocas veces sabe adónde va, lo único que espera es que Campbell no le esté metiendo en líos. De pronto, se le ocurre ir al hotel donde trabaja por si alguno de sus compañeros lo han visto. Al entrar por la puerta principal divisa a Kev y va directamente a él. Cuando éste la ve, su sonrisa se hace mayor.

-No tengo tiempo para gilipolleces, Campbell. ¿Dónde está mi hermano?

-Ha ido a hablar con mi padre – coge un caramelo de recepción apoyándose en el codo, le guiña un ojo a la recepcionista. María rueda los ojos.

-¿En qué líos lo has metido?

-Ninguno – levanta las manos riendo – Sólo pueden que le asciendan. Gracias a mí, claro – añade. Ahí está su faceta arrogante.

-Sí, claro – María sabe que es verdad. – ¿Puedes decirle que el doctor Fitzgerald ha llamado y que el miércoles vendrá a las cinco?

-Por supuesto, ¿qué me das a cambio? – ella se gira sin decir nada, él la coge por el brazo. – Un beso – suplica él.

-¿Tan loco estás como para querer que te bese? – ella le mira a los ojos seria sin embargo Kev baja la vista a sus labios. – Tengo que irme, llego tarde – se suelta de su agarre.

-Yo te puedo llevar –sonríe ampliamente.

-Creo que paso, Campbell – realmente adora esos momentos con él así. Se acerca, le da un beso en la mejilla a la vez que le toca el culo – Buen culo, chico – le guiña el ojo y se va dejándole boquiabierto.

María sale a la calle y echa a correr, es cierto que llega tarde.

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A las ocho y media de la mañana, Jorge y Daniel ya están esperando a sus clases de surf. Anoche no salieron, aunque deseaban ir a ver a la camarera, se quedaron en el hotel jugando a un videojuego. Ahora están tirados en la arena con las tablas y hoy si llevan bañador. La chica aparece con cara de cansada, va a la choza donde están los materiales, habla con el chico el cual los señala a ellos y ella resopla. No parece estar muy contenta. Deciden no dar mucho trabajo y hacerle caso en todo. Ella llega en biquini, tiene un cuerpo bonito y esbelto. Da los buenos días y empieza a explicarles los ejercicios que practicarán; ponerse en pie y mantener el equilibrio en la tabla.

Son las diez y media y, a pesar de todo lo hecho, no parecen estar cansados. Es más, los tres hablan animadamente incluso cuentan chistes malos. Bueno, ellos hablan, ella sólo ríe. Cuando Jorge ha terminado de vestirse, se ofrece voluntario para llevar las tablas. "Ya veréis lo fuerte que soy", dice antes de irse, luego se choca con un hombre mayor que no para de soltar palabrotas ni cuando se pierde de la vista de ellos. Eso sólo hace que haya más risas. Jorge se va hacia la cabaña a regañadientes por todos los improperios que le ha dicho el anciano. La chica y Daniel se quedan solos. "Es ahora o nunca", piensa él.

-¿Te apetece salir estar tarde? – pregunta Daniel rápidamente, tanto que la chica no le ha entendido.

-¿Qué? – se está riendo por la cara que ha puesto eso hace que él se relaje.

-Que si te gustaría salir por ahí esta tarde – dice ya más tranquilo, sin embargo ella se tensa.

-Tengo trabajo.

-Es por la noche, ¿no?

-Perdona, pero llevo toda la noche trabajando, estoy cansada y, además, no creo que sea buena idea.

-¿Tu padre no te deja salir con chicos? ¿Es eso? – El corazón de la chica da un vuelco y hasta Daniel puede notarlo – La he cagado, ¿verdad? Lo siento. No sé nada de ti, siquiera tu nombre – ella niega con la cabeza.

-Por eso no es buena idea. No me conoces.

-La gente queda para conocerse – Daniel la mira extrañado. Le está dando largas. – Si no quieres quedar, dilo. No pongas excusas.

-Vale. No quiero quedar contigo.

Tras decir eso, la chica se gira y se va a la choza de la cual ha llegado Jorge. Éste al ver a su amigo atónito, le pregunta y él le resume diciendo: "Ha dicho que no. La primera chica que le pido una cita y dice que no." Luego, aparece una sonrisa de tonto en la cara de Daniel.

-Olvídate de ella, Daniel – le aconseja Jorge.

-Sólo se está haciendo la dura.

-No, me da que hay algo más.

Los amigos se miran, Daniel se encoge de hombros ycomienza a andar con dirección al hotel. Le ha dado sueño. Jorge lo sigue,realmente no se fía de ella. No saben nada sobre esa chica.

Todo es posible [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora