Veintinueve

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-De acuerdo pero tengo dos condiciones – ella asiente sin apartar la mirada. – De aquí no sale, se queda entre los dos, ¿vale? Y solo un beso, nada de profundizar.

Cristina vuelve a asentir mientras una leve sonrisa va apareciendo en su rostro. Daniel se acerca lentamente a ella sintiendo como a cada centímetro que avanza se arrepiente de su estúpida decisión, viendo como ella cierra los ojos y, finalmente, notando sus labios pegados a los de él.

Cuando se separan, el rostro de Cristina muestra confusión.

-Ha sido raro – dice ella tras unos minutos de meditación.

-¿Tan mal beso?

-No es eso, es que no he sentido nada. Ya sabes, las típicas mariposas y eso – ambos fruncen el ceño para luego echarse a reír con carcajadas realmente sonoras.

Ambos se abrazan tras el ataque de risa, hace mucho que no tenían momentos así. Cristina señala a dos chicas a lo lejos; son María y Paula. Instantáneamente, él se pone tenso. ¿Los habrán visto? La chica le pasa una mano por el brazo tranquilizándolo, mientras más relajados estén menos aparentarán. "Que sepas que no me agrada", dice ella antes de lanzarse a abrazar a su amiga quien aún tiene restos de lágrimas en los ojos. Daniel, haciendo caso omiso al comentario de su amiga, se acerca a su novia a quien besa para que luego ella avise de su retirada. Rápidamente, él le pregunta si está bien y tras recibir un beso profundo y húmedo ella le contesta que tiene que ver como se encuentra su hermano. Daniel mueve su cabeza estando de acuerdo a la par que la besa de nuevo.

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<< -Vamos, cariño, sopla las velas – insistía Max con la pequeña tarta en sus manos. – Venga, María, como lo habíamos practicado.

La pequeña sentada en la barra aplaudía con sus manitas, queriendo meterlas en el pastel que traía su padre pero su hermano la sujetaba. A sus cuatro años de edad, era un torbellino, un manojo de nervios. Sacaba de quicio a cualquiera, sobre todo a su hermano, a quien tras enfadarse se acercaba y le llenaba de besos por toda la cara.

María, deseosa por comerse ese dulce, sopló las velas cerrando los ojos provocando que todos rieran, incluso Carla quien parecía haber vuelto en sí por el cumpleaños de su hija menor. Una vez que todos tuvieron su trocito de tarta, comenzaron a comérselo. Cuando Max quiso darse cuenta, la pequeña estaba llena de chocolate y mientras se reía estampó un trozo de éste en la incipiente barba de su padre quien la miró sorprendido. Rápido, con su vocecilla le pidió a su hermano que la bajara al suelo y al hacerlo, echó a correr ya que Max comenzó a perseguirla por toda la casa. De vuelta al salón, María encontró refugio en el regazo de su madre quien con un pañuelo y extrema delicadeza la limpió de todo el chocolate que tenía por el cuerpo. John se sentó al lado de ambas al mismo tiempo que ella se recostaba en el pecho de Carla y Max cogía la guitarra. Acordes sin sentido comenzaron a salir de ésta y todos rieron por lo mal que lo hacía. Pronto John se levantó, le quitó el instrumento a su padre mientras éste se sentaba en el piano. Ambos de acuerdo comenzaron a tocar esa melodía tan conocida para todos ellos. Instintivamente, Carla le tocaba el pelo a su hija a la vez que tarareaban empezando para luego cantar casi a pleno pulmón. So I take you to the beach and walk along the sand. And I'll make you a heart pendant with a pebble held in my hand. And I'll carve it like this necklace. So the heart falls where your chest is. Now a piece of me is a piece of the beach and it falls just where it needs to be, and rests peacefully. So you just need to breathe to feel my heart against yours now.

-Against yours now... - es lo único que escuchó María antes de quedarse profundamente dormida. >>

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El mar está demasiado revuelto como para que unos principiantes intenten cabalgar algunas olas por lo que las clases del viernes se suspenden. Daniel, ansiado por meterse, se acerca a María para que les dé luz verde para surfear. En cambio, obtiene un no más rotundo que el anterior.

-Por favor – le suplica – ¿No te fías de nosotros? Somos buenos alumnos, hemos aprendido, por favor.

-Daniel, no es que sepáis o no. Esas olas llevan demasiada fuerza, más de la que os podáis imaginar. Sería caeros de la tabla y no salir a la superficie. ¿Veis a alguien dentro? ¿Veis la bandera roja? Que haya olas no quiere decir que se pueda surfear.

El chico asiente triste a la vez que se sienta al lado de su amigo. La verdad es que tenía ganas de poner en práctica todo lo que han hecho en estas semanas pero si no se puede, no lo harán. María se acerca por detrás dándole un beso en el cuello. Avisa de que se va haciendo que Jorge se levante incómodo por la situación. No han vuelto a hablar desde lo ocurrido el martes, así que la tensión está presente en todo momento. Antes de que se vaya, María pide hablar con él, así que apartados un poco de Daniel ella comienza a disculparse.

-Lamento lo del otro día, no es de mi incumbencia lo que hacéis. Yo solo quise daros un consejo.

Jorge asiente. – ¿Es verdad que ella no quiere solo lo que tenemos? ¿Quiere más?

-Deberíais hablar, eso no me corresponde decirlo a mí.

-Yo también lo siento – dice él al cabo de un rato.

-¿El qué sientes? – pregunta Daniel acercándose a ellos.

-Hace unos días nos peleamos – contesta María con simpleza.

-¿Por qué? – inquiere el rubio.

Ambos se miran sin saber qué decir, luego se encogen de hombros. – La verdad es que no lo sé, fue una tontería – informa Jorge para después soltar una risita nerviosa. – Me voy, nos vemos en el hotel.

María y Daniel lo miran marcharse. Cuando lo pierden de vista, él intenta sacar más información ya que sabe que le ocultan algo pero desiste, algo cabreado, al ver como poco a poco su novia pierde la paciencia.

-Ya te lo contará él cuando lo vea oportuno, joder.

-Que yo sepa no te he hablado mal como para que tú lo hagas con ese tono – explota Daniel.

-Este es mi tono de siempre y si no te gusta, ajo y agua – él la mira sin entender – A joderse y a aguantarse.

-¿Tan complicado sería para ti hablar sin palabrotas?

-Es mi manera de ser, si no te agrada no sé qué mierdas haces saliendo conmigo.

Y antes de recibir una respuesta, se va girando sobre sus talones.

Todo es posible [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora