Diecinueve

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«-Y luego fuimos al parque y mira lo que me hice – dijo enseñándole la raspadura que tenía en la rodilla. – John es malo.

-John te quiere, lo que pasa es que es mayor que tú.

-¿Y tú me quieres?

Su padre se paró prestándole atención a la pequeña mientras reía. Era tan inocente.

-¡Claro que te quiero! – La cogió – Todos aquí lo hacen. Y cuando seas mayor, serás una rompecorazones.

Ella se sonrojó y bajó de los brazos de su padre lo que causó una mayor risa en él. Llegaron a caja, llevaban el carrito lleno de chucherías, bolsas de patatas fritas, adornos y demás. Estaban preparando el undécimo cumpleaños de la pequeña, sería una gran fiesta, todos sus compañeros de clase habían sido invitados, iba a haber una gran piñata en forma de conejo, regalos pero sobre todo iba a estar su padre. Su héroe.

Colocaban cada producto en la cinta a la vez que Max hablaba animadamente con la cajera sobre lo orgulloso que estaba de su niñita. Y a partir de ahí, todo pasó demasiado rápido. Un hombre encapuchado entró, llevaba una pistola en la mano que corriendo puso en la cabeza de una mujer a quien la había agarrado por el cuello. Los clientes gritaban mientras se tiraban al suelo, la joven cajera nerviosa abría la caja registradora y con manos temblorosas sacaba todo el dinero. 

-Conejito, escóndote ahí debajo y no hagas ningún ruido – susurró a su hija.

La pequeña hizo caso a su padre y se sentó bajo la cinta. Cerró los ojos fuertemente, se tapó los oídos con las manos y con sus rodillas en el pecho empezó a tararear. 'Cause maybe you're loveable, and maybe you're my snowflakes, and your eyes turn from green to grey, in the winter I'll hold you in a cold place. Su padre era su héroe, adorable e inteligente y ella era su copito de nieve. En inverno cuando la abrazaba, podía ver como sus ojos cambiaban de color. De verdes a grises. And you should never cut your hair because I love the way you flick it off your shoulder. Cuando su padre le cantaba esa canción siempre le acariciaba el cabello. Él odiaba que se lo cortara y adoraba la forma de cómo le caía por los hombros. And you will never know just how beautiful you are to me. But maybe I'm just in love when you wake me... ¡Pum! Up.»

María se despierta de golpe incorporándose del suelo. Está sudada y, para colmo, se ha caído de la cama. Hace mucho tiempo desde la última vez que soñó con ese día, sin embargo, parece que sea la primera. El corazón le late tan deprisa que da la sensación de que se le va a desbocar. Se levanta temblorosa, está hecha un flan, debe agarrarse al cabecero de la cama para poder sostenerse. Cuando está de pie, le es imposible volver a la cama. Cada vez que cierra los ojos escucha aquel horroroso ruido y su corazón late aún más fuerte. Con paso lento se dirige a la habitación de John quien duerme plácidamente. Tocándole con suavidad el brazo a la vez que lo llama, se despierta. Abre poco a poco los ojos para ver a su hermana enfrente de él, agitada, sudada, triste y asustada. Rápidamente se echa a un lado donde María se tumba y la abraza por detrás. No han hecho falta palabras para entenderla, la conoce como la palma de su mano. Tras unos minutos, ambos caen rendidos.

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Daniel espera sentado a María. Van a ir a su tercera cita y tiene la esperanza de que esta vez no salga como la segunda. A lo lejos, la ve llegar. Unos vaqueros ajustados realzan sus largas piernas mientras que en la parte superior, un pequeño top se le adhiere como una segunda piel. Cuando están enfrentados, ella se pone una sudadera haciendo que Daniel salga de su ensoñación. Se saludan después de que María se haya disculpado por su retraso. Tras dar un paseo por la calle principal y comprar algodones de azúcar, van a un restaurante reconocido por ella. Se sientan en una mesa cerca de la barra, piden y empiezan a hablar. Dicen tonterías y se ríen mientras toman y comen. Daniel cuenta anécdotas de la infancia, ella no puede parar de reír. En el establecimiento solo se escucha la risa de ambos y una leve melodía de blues. De pronto se acerca un hombre de mediana edad. María parece conocerlo porque se levanta y lo saluda dándole un abrazo. Luego, lo presenta a Daniel. Se llama Ray, es uno de los propietarios del restaurante y amigo de María. Después de un rato de charla, ella vuelve a sentarse enfrente de él.

-Le tienes aprecio.

-Era compañero de mi padre y me ayudó con John tras su muerte.

-¿Con tu hermano?

-Sí, se metió en problemas de drogas y eso. Ya sabes.

-Vaya, lo siento. ¿Salió?

Ella asiente. – Solo fue una mala temporada.

De repente suena el móvil de Daniel. – Dígame.

-Dani, soy Kev, ¿estás con María? – pregunta éste angustiado al otro lado del teléfono.

-Sí, está conmigo. ¿Por qué?

-Dale el teléfono.

Hace caso, le tiende el móvil y ella extrañada lo coge llevándoselo a la oreja. Tras un casi mudo "¿sí?", ella escucha atentamente lo que le dice por la línea. Él la mira con cautela, percibiendo cómo su color típico se va de su cuerpo dando paso a una palidez extrema. Mierda, las cosas no van bien. María abre los ojos de par en par, no se lo cree. A su vez él le coge la mano y débilmente se la estrecha dándole ánimos aunque no tiene la más mínima idea de lo que está pasando. De pronto, ella se levanta como un resorte casi tirándole el móvil a él y, pronunciando las palabras que nunca nadie quiere escuchar, sale corriendo de allí. "Tengo que ir al hospital. Ha habido un accidente."

Todo es posible [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora