Once

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Cuando llega, se encuentra a Lily jugando con un cachorro. Al oírla, la pequeña lo coge y se lo da a María quien lo acomoda en su brazo. Es muy bonito y pequeño, de color canela. No sabe qué raza es pero le ha encantado. Incluso está tirada en el suelo junto con la niña mientras juegan con el perro. Después de casi tres cuartos de hora, María va a hacer la cena mientras Lily sube a bañarse. Antes de bajar para comer coge los deberes de piano y se los entrega a su niñera para que los corrija. Mientras que la pequeña O'Connor juega con la verdura, María lee las partituras.

-Nunca he visto un piano en tu casa – dice la más pequeña de las dos recordando todas la veces que ha estado en casa de la otra.

-No hay. Lo vendimos.

-¿Por qué?

-Porque no lo tocaba y no teníamos dinero. Se llama subsistir.

-¿Por qué?

-¿Por qué, qué?

-¿Por qué no lo tocabas?

-No tenía tiempo ni ganas.

-¿Por qué?

-Eres muy pesada con los porqués, ¿sabías?

-¿Por qué? – pregunta otra vez de broma. Ambas ríen.

-Solía tocarlo con mis padres – contesta María al cabo de unos minutos de silencio.

-¿Te pasa algo?

-No, ¿por qué?

-Normalmente, si pregunto mucho me mandas a callar y hoy me estás contestando con buena cara y todo – la niñera suelta una risita y la mira. Sabe demasiado para sólo tener seis años. - ¿Acaso has tenido una cita con algún chico guapo?

-¿Te interesa mucho? – sonríe arqueando ambas cejas.

-Sí. Creo que deberías tener un novio.

-¿Tú no tienes?

-No, pero yo soy más pequeña. Sólo tengo seis. Tú tienes once más que yo.

-Vaya, sabes restar de lujo – la elogia para cambiar de tema.

-Vale, lo pillo. Dejaré de hablar.

-Eso, come y calla.

María la mira y Lily se ríe. Entre esto y la cita con Daniel su estado de ánimo ha aumentado notablemente para bien por eso cuando llega a casa no le molesta si quiera que su hermano esté liándose con una chica. Espera. ¿Qué? María se queda parada en mitad del salón mirándolos mientras que ellos están a lo suyo. Ella carraspea y ambos se sobresaltan. La chica no sabe dónde esconderse, ni le mira a los ojos, sólo se toca sus labios hinchados por el beso mientras que John mira a su hermana sin saber qué decir.

-No pensé que fueras a llegar tan pronto – musita al fin su hermano.

-Me he retrasado – su tono es cortante entonces él sabe que está enfadada. La chica también se da cuenta.

-Creo que debo irme – dice la chica levantándose del sofá y alisándose el vestido – Te llamaré cuando llegue – avisa para después darle un beso en la mejilla, coger su bolso e irse dejando entre los dos hermanos un silencio sepulcral.

-Me da igual lo que hagas con tus ligues pero prometiste no traerlas a casa – María aprieta la mandíbula más a cada palabra que va diciendo.

-Ella no es una cualquiera, María.

-Me importa un comino quién sea o deje de ser. Ni una vez más en casa.

Y sin esperar siquiera una contestación por parte de John, se encierra en su cuarto dando un portazo. ¿Buen ánimo dijimos? Parece que ahora es pésimo. No es que le moleste que su hermano se enrolle con cualquiera, es su vida y él puede hacer lo que quiera con ella pero no le agrada que se las traiga a casa. ¿Y si su madre los viera? Seguro que luego le diría algo a ella y, estando como están las cosas, María no tardaría en decir algo que no debe.

Tras cambiarse y ponerse su pijama, retira las sábanas de su cama, se acuesta en ella y cierra los ojos. Sin embargo, no puede dormir. Siempre que se pelea con John le pasa eso pero esta vez va a aguantar un poco más, esperará a que él eche a un lado su orgullo y vaya. Al cabo de unos minutos que parecen horas, su hermano aparece en el umbral de la puerta. Ella está sentada en la cama mientras lo observa cómo se acerca y se sienta en el borde.

-No me has dejado terminar. No es una cualquiera, es Beatha.

-Como si es la reina de Inglaterra. No me gusta que traigas a nadie a casa.

-Lo sé pero no te tenías que haber comportado de ese modo.

-¿Cómo? ¿Vulgar? – María repite las palabras de su madre y siente una punzada en el pecho.

-No, como una malcriada – ella bufa y se tapa con las sábanas – ¿Se puede saber qué te pasa últimamente? No hablas, no comes. Estás en tu mundo y cualquiera te saca de ahí.

-Mira, olvídalo – aparta la mirada de la de su hermano –. Cuando la vea por la calle me disculparé y todo arreglado. Ahora déjame dormir.

-Eres increíblemente cabezota.

Tras decir eso, John sale de la habitación dando un portazo. Ya sólo falta que se despierte su madre, entonces tendrían la gran noche. María se tumba tapándose hasta la cabeza, intentando que se vayan todos sus males, suplicando que, por un momento, su padre vuelva, que hablen, que se abracen o simplemente que le sonría y le diga su frase: Todo es posible. Le echa de menos, a pesar de que hayan pasado seis años, a pesar de que lo haya superado. No es fácil vivir sin tu padre, y más sin un padre como Max, era ejemplar. Aparte de ser su tutor, también era amigo. Más que carne y hueso, eran más que uña y carne. María se acuerda de todas y cada una de las conversaciones que mantuvieron, de sus consejos y advertencias, de sus bromas, de sus risas, de sus peleas y regañinas. Es difícil convivir con todos esos recuerdos y saber que él no va a volver. Los primero meses después de la muerte de su padre, María se encerró en su mundo, hizo como una burbuja en la que no permitía entrar a nadie. No hablaba con nadie, no iba al colegio, en definitiva, no se relacionaba. Ese comportamiento fue a peor cuando John se puso a trabajar hasta el punto de caer en un pequeño trastorno alimenticio. No obstante, tras salir de este bache ella empezó a trabajar para ayudar en casa ya que no había dinero suficiente, luego comprobó que era su hermano quien gastaba dinero y no precisamente en el tratamiento de su madre. John siempre se metía en peleas y en esos momentos ella llegó a odiarlo. Con ayuda de Samuel y Ray, más que compañeros de su padre, consiguieron que sentase la cabeza y se hiciera cargo de su familia. Hasta ahora no han tenido peleas importantes, solo algún pique de vez en cuando además de esta última disputa. Vale que ella no se haya comportado de la mejor forma posible pero John sabe que no le gusta que lleve gente a casa. "Bastante tengo con Campbell", susurra ella. Después de esto decide que mañana hablará con él, dejará de lado su orgullo y le pedirá perdón pero ahora toca dormir. María se gira quedando sobre su costado y cierra los ojos. Si no viene Morfeo a por ella por lo menos intentará descansar.





Os he dejado una foto en multimedia de como yo me imagino a María Green, la actriz se llama Haley Lu Richardson también la podéis encontrar en el reparto. Y hasta aquí llegamos. Votad y comentad, espero que os haya gustado. Hasta la próxima.

Besos,
Drea Mesa.

Xx.

Todo es posible [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora