Treinta y tres

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Casi diez minutos más tarde, María se encuentra frente a una puerta francesa de cristales en una fachada llena de piedras de distintos tamaños. La chica toca el timbre impaciente a la vez que se muerde las uñas y mueve el pie. Al ver que nadie viene a abrir, vuelve a pegar esta vez insistiendo un poco más y a los pocos minutos obtiene su resultado. La morena ve acercarse a un chico quien solo lleva unos pantalones de chándal grises los cuales le quedan holgados y le hace ver muy sexy. El chico abre la puerta sorprendido de verla allí, sin embargo, no le da tiempo a hablar cuando tiene los labios de María sobre los suyos dándole un beso salvaje y desesperado. Sin pensarlo dos veces, el chico le devuelve el beso de la misma manera a la vez que la agarra de los muslos incitándole a que se enganche a él cosa que ella, receptiva, hace. Los labios de él son feroces, no tienen ninguna compasión. Muerde los labios de ella para luego pasar la lengua y, por último, acariciar la de ella hasta acabar saciado. Pero no tiene suficiente, necesita más. Ambos ansían más. Sin saber cómo, el chico se ha adentrado en el apartamento cerrando la puerta con el pie y ahora van directos a la estancia principal del hogar. La habitación de él.

                  

El joven la suelta en la cama para quitarse los pantalones a la vez que ella se va deshaciendo de su propia ropa hasta quedar, ambos, en ropa interior. La chica lo mira a los ojos y él se sienta a su lado. "¿Estás segura de querer hacer esto?", le pregunta atrayéndola a sí.

-Ahora solo necesito esto, Campbell, hagámoslo – contesta ella para luego besarlo como minutos antes lo hacía.





María se despereza en la cama, estirando todos sus músculos los cuales están agarrotados y no es de extrañar, después de la noche que ella y Kev han tenido. Sinceramente, a pesar de haber dormido poco se siente radiante y con energía para empezar un nuevo día. Al mirar a su lado no estaba Campbell por lo que supone que está en la cocina haciendo el desayuno o algo parecido. Decidida a bajar, abre el baño para darse una corta pero fría ducha. El agua relaja muchísimo su cuerpo que ahora desprende frescura y cierto aroma al gel de Kevin. María sonríe para sus adentros. No puede engañar a nadie, este olor es sexy. Cuando sale del baño lleva el biquini negro que esta mañana antes de nada echó en su mochila pero a pesar de ser cerca de las diez de la mañana, hace un poco de fresco, por lo que busca algo con lo que taparse. Una sudadera con cremallera y capucha del moreno es lo que encuentra más apropiado. Nada más bajar un peldaño, puede divisar al chico en la puerta principal hablando con alguien. Mmm, ¿quién será? María, curiosa y cotilla, se acerca lentamente sin hacer ruido hasta llegar tras él. Es ahí donde se da cuenta de que la abuela de Campbell se encuentra frente a él percatándose de que ella está ahí. Anoche María y Kevin tuvieron unos cuantos asaltos pero ella está segura de que este será el mejor de todos y sobre todo, el más movidito.

-Cariño, ¿quién es esta niñita? – pregunta la abuela Fitzgerald frunciendo el ceño. Le suena su cara pero no sabe de qué.

Kevin se gira para ver a la hermana de su mejor amigo con una sonrisa burlona, divertida. Está claro que no se va a quedar callada y eso, a él le hace gracia por lo que adapta el mismo tipo de sonrisa en su rostro. – Es María Green, abuela, la cuñada de Beatha.

-¿Esta es la que llamó tonto a mi marido?

-Con todo el respeto, se lo llamé a su nieto. No tuve el placer de conocer a su marido y lamento que lo llamaran así – contesta María honestamente.

-Sigues sin hacerme gracia, niñita. Y verte las pintas ahora mismo, me confirma mis sospechas. Eres una cualquiera, una donnadie.

-Usted no sabe lo que ha ocurrido aquí.

-Conozco a mi nieto y para él esto es su picadero. No te creas algo más por haber estado en su casa...

-Abuela – la interrumpe Campbell. – para. Esto no va por ahí. Respétame, a mí y a mis decisiones, pero sobre todo a ella. No te ha hecho nada para que le eches tantas cruces.

-¿Acaso no estuviste en la comida familiar, Kevin?

-Sí estuve, abuela, y fue gracioso. Además, tú tampoco te comportaste como la dama que dices ser.

-Campbell, déjalo estar – avisa María. Sinceramente, no quiere que él se pelee con su abuela. ¡Por Dios son familia!

El chico la mira para intentar averiguar qué es lo que siente en este momento, pero no puede ver nada en sus ojos. Solo advertencia. Advertencia para que no siga por ese camino. Advertencia de poder pelearse con su familia. – Abuela, ve a casa. Iré a visitarte mañana y hablaremos de esto – Kevin se acerca hasta a ella para besarle la mejilla y después de entrar de nuevo en el apartamento, cierra la puerta. – ¿Ves lo que consigues conmigo? – Culpa a María – ¡Me he peleado con mi abuela! Como no herede será por tu maldita bocaza.

-¿Cómo? ¿Te das cuenta de que si no llegaras tarde a todos lados esto no hubiera ocurrido? No intentes echarme la culpa a mí de algo que... - la morena se calla al ver la sombra de una sonrisa en la comisura de los labios de él. Estaba bromeando. – Oh, vamos, ¿en serio? Eres estúpido.

María le golpea el pecho con sus manos a la vez que él no puede reprimir ni un momento más la carcajada y la expulsa para después respirar y seguir riéndose. Le agarra las manos que le golpean sonriéndole burlador, la atrae a sí y le da un beso largo, profundo, devastador. María intenta quitarse del agarre de sus manos para pasarlas por el torso desnudo del chico hasta llegar a la tira de sus calzoncillos. ¿Ha recibido a su abuela en ropa interior? Este chico no tiene remedio. De vuelta al caso, las manos del moreno pasan a estar en el trasero de ella quien se separa mordiéndole ligeramente el labio inferior. "¿Quieres desayunar?", le pregunta pícaramente. Kev vuelve a besarla, esta vez más lento pero mucho más sensual que todos los que se han dado a lo largo desde que llegó ayer. Finalmente, se separan y van a la cocina donde preparan unas cuantas tostadas con mermelada de frambuesa y dos cafés con leche. Cuando lo ponen todo en una bandeja, María va hacia el baño mientras que él se lleva el desayuna a una mesa que tiene en el pequeño jardín. La chica sale del aseo para ir a comer algo. Al entrar por la puerta, ve a Campbell sentado en la única silla que hay mientras se lleva una tostada a la boca, también lee un periódico. Ella se acerca mirándole con una ceja enarcada y con una expresión divertida.

-¿Dónde se supone que tengo que sentarme?

-Podrías sentarte en el suelo o si quieres... - Kev deja la frase sin terminar pero señala su regazo sonriéndole de forma coqueta.

María para seguirle el juego, se sienta encima de él presionado su trasero contra la entrepierna de él quien la agarra de la cintura apretándola más a sí. – Va, desayunemos tranquilos. ¿Acaso no has tenido una buena noche?

-Siempre hay tiempo para más, Green.

-En eso tienes razón pero necesitas recargar fuerzas – ataca mientras pasa un dedo por la tostada de él, recogiendo mermelada para luego llevárselo a la boca. Kev la mira excitándose más a cada segundo que pasa y al notarlo ella se ríe. – ¿Desde cuando lees el periódico?

-Desde siempre – contesta él tras un tiempo intentando controlarse. – No soy tan cabeza loca como tú piensas, ¿sabes? Es más, en breves me haré cargo del hotel que mi padre tiene aquí.

-Un pequeño paso para la humanidad, pero un gran paso para ti.

-¿Alguna vez te han dicho cuan graciosa eres? – ella niega – Bien, pues tienes la gracia en el culo.

María vuelve a reírse y luego besa a Kevin delicadamente. Él la atrae más a sí, como si eso fuera posible; apenas pasa aire entre ellos. Y así trascurre el desayuno, entre caricias, besos y más caricias.

Todo es posible [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora