Daniel y Cristina pasean tranquilamente después de haber ido a dar una vuelta por el casco histórico. Han estado hablando, haciendo turismo y se han echado fotos. Ahora se dirigen de vuelta al hotel, han pasado toda la tarde fuera y dudan de que alguien se haya dado cuenta.
-Dani – empieza a hablar ella –, necesito contarte algo.
-Claro, dime – cogen asiento en un banco mientras que la gente pasa por delante de ellos.
-Me lo he pasado muy bien y me gustaría salir otra vez por ahí. Pero eso no es lo que te quería decir – Cristina hace una pausa –. Yo... Bueno, tú...
-Espera – él la interrumpe levantándose – Hola, camarera.
-Hola, Daniel.
-¿Estás bien? Lo de esta mañana ha sido... raro.
-No encontraba a mi hermano, eso es todo.
-Bueno, ¿y te gustaría quedar otra vez?
-Dani, Paula acaba de llamar. Tus padres quieren ir a cenar – anuncia Cristina poniéndose a la altura de ellos. – Hola, soy Cris.
-María. Tengo que irme. ¿Te parece bien el sábado a las seis?
-El sábado a las seis – repite él.
-Nos vemos donde siempre – dice ella antes de irse.
-¿Esa era tu cita? – Daniel asiente – No es tan mona y seguro que es una estrecha – él frunce el ceño –. No me mires así. Me darás la razón.
Y sin añadir una palabra más, se va dejándolo en mitad del paseo.
Los días han transcurrido lentos pero tranquilos, Daniel y Jorge apenas han salido de su habitación solo para sus clases de surf y el viernes por la noche, pero nada del otro mundo. Mayormente, han estado jugando a los videojuegos que el hotel les ha alquilado. Ahora Daniel está escogiendo la ropa que se va a poner para su segunda cita con María. Al final, apuesta por unos vaqueros y una sudadera. Hace frío. Jorge ha salido del cuarto y, menos mal, no ha parado de meterse con él y de decirle qué tiene que hacer para que no parezca el desesperado sexual que según él es. Cerca de las seis menos cinco, llega junto a la cabaña. Esta vez no quiere llegar tarde. Al igual que esta vez él ha sido quién lo ha planeado todo. Ha investigado un poco por internet en estos dos días y ha encontrado el lugar perfecto. Es una especia de parque en lo alto de un acantilado. Las vistas desde allí son realmente buenas y seguro que a ella le fascinan. A las seis, puntual como un británico, la chica aparece. Lleva unos vaqueros anchos con doblados por encima del tobillo y rasgados por algún que otro sitio, una camiseta azul marina con rayas blancas, sus características deportivas blancas y su mochila colgada de un solo hombro. Cuando llega a su altura, se saludan con dos besos en la mejilla. Él la coge de la mano y comienzan a caminar por la arena hasta llegar a unas rocas, toca escalar. María pasa primero y sin ningún esfuerzo sube a una superficie plana. Luego, le da la mano a Daniel ayudándole a ponerlo a su altura, vuelve a echar a andar pero él se para al cabo de un rato, saca su móvil y mira alrededor. Se ha perdido. María ríe ante tal situación, tira de él y lo lleva de nuevo a la playa. "Lo siento, creí que era por ahí", se disculpa él mientras ella ría. De pronto, empieza a llover. Intentan taparse para no mojarse. Rápidamente, él la coge del brazo y la lleva hasta su habitación del hotel.
-Toma – le ofrece Daniel unas toallas. – Siento que todo haya salido mal.
-No te preocupes, aquí el tiempo es tan impredecible como yo.
-¿Por qué dices eso? – él se acerca a ella y le pone un mechón de pelo tras su oreja. Ella instintivamente baja la cabeza.
-Es lo que me dicen.
-En ese caso, adoro las sorpresas.
María levanta la cabeza lentamente y, cuando ha mantenido contacto visual, Daniel la besa. Sólo un roce. Sin profundizar. Sus labios están fríos y junto a los de ella crean una pequeña danza. Algo que sólo ellos podrán experimentar. Daniel tiene sus manos a ambos lados de la cara de María, sin embargo, ella no hace nada, tiene los brazos lánguidos a sus costados, los ojos abiertos con expresión de sorpresa. No es la primera vez que la besan. No es la primera vez que la besan de buenas a primeras. Pero hay algo raro en ese beso. Siente algo en la boca del estómago pero no sabría explicar qué, al igual que él. Y de repente, un sentimiento florece justo ahí haciendo que María comience a mover los labios, acompañando a los de Daniel. Ambos están sumergidos en ese beso, ignorando todo lo que pasa a su alrededor, mostrando interés el uno por el otro. Él se separa escasos centímetros cuando nota que le falta el aire, observa cómo abre los ojos despacio, cómo se relame los labios entreabiertos e hinchados. Mirarla haciendo eso hace que quiera volver a besarla sin embargo no quiere atosigarla así que esboza una tranquilizadora sonrisa que se ve interrumpida por los labios de María. Le está besando. Otra vez. "Oh, Dios, te adoro", piensa a la vez que la pega más a él. Sus manos en la cintura de ella empiezan a quemar, es agradable. Mientras, María se atreve acariciándole los brazos hasta subir a su nuca donde se entretiene tirando suavemente del pelo del rubio. De pronto, un golpe seco consigue que se separen.
-¡Ios a un hotel! – exclama Jorge pasando por medio de los dos.
-No sé si sabes que esto – María mueve el brazo abarcando todo. – es un hotel.
Daniel se ríe cuando ve que su amigo se ha quedado sin palabras y ha salido antes de que le digan algo más. Se tira a una de las camas a la vez que enciende la televisión, mientas ella deja la mochila en unos sillones y se sienta en la orilla de la cama. Él se le acerca por detrás, le da un beso bajo la mandíbula, lo que causa un escalofrío en María, y pregunta si le apetece una partida al videojuego. Ella se encoge de hombros lo que él entiende como sí y cuando lo tiene todo, le tiende el mando de la consola. Le explica lo que tiene que hacer, los botones que se tocan y los que no. Ella lo observa. Se ve tan bien cuando está concentrado. Su flequillo rubio le cae por la frente y tiene que echárselo para atrás. Instintivamente, María se lo acaricia, él la mira extraño y ella contesta con simpleza: "Me gusta tu pelo". Daniel le roba un beso haciendo que sonría embobada. Tras terminar de explicarle cómo funciona, se sienta a su lado y comienza la partida. Él maneja sin ningún problema los controles, sin embargo a María no parece irle tan bien, no le da abasto. Daniel ríe ante la situación y decide parar la jugada.
-¿Te has enterado de qué botón es para qué?
-No soy tonta, ¿sabes?
-Bien, entonces apostemos.
-Quien pierda, se desnuda.
-Genial.
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Todo es posible [Terminada]
Teen Fiction¿Podrías vivir con el vacío que se siente cuando te arrebatan a lo que más quieres? ¿Podrías enfrentarte solo/a a esa soledad acompañada del sufrimiento? ¿Podrías dejar todo atrás y empezar una nueva vida? María una chica de tan solo diecisiete años...