Veintiocho

508 30 2
                                    

A la mañana siguiente, cuando Daniel se despierta, su novia no se encuentra en la cama. Asustado, se levanta buscando unos calzoncillos para ponerse pero al escuchar ruido, María asoma la cabeza por el balcón. Ella le sonríe antes de darle los buenos días mientras él le contesta suspira de alivio. Puede que pensara que no le gustó lo de anoche y se hubiese ido. Con su ropa interior ya puesta, sale a dónde se encuentra la morena quien lleva su camisa puesta. Él la abraza por la espalda, colocando su barbilla en el hombro de ella para luego plantarle un beso en la mejilla.

-¿Qué haces despierto? No son más de las siete.

Y tiene razón, el sol aún no ha salido pero por alguna razón, esta noche ha dormido como si fuera un bebé y ahora se encuentra lleno de energía. Él se lo comenta y ella ríe, luego comienzan a besarse. Besos suaves y tiernos. Besos delicados y lentos. Besos de amor.

María se recuesta en la barandilla pasando sus brazos por el cuello del chico quien pone las manos en la parte alta de los muslos de ella. "¿Te quedaste con más ganas?", le pregunta al rubio mientras ríe. Por unos momentos, él teme que ahora piense que solo la quiere por eso, así que se aparta; es tan educado... María parece leerle el pensamiento ya que le atrae a sí cogiéndole del brazo. Ahora no hay ni un átomo de oxigeno entre ellos, se sonríen y vuelven a besarse. ¿Por qué no pueden dejar de hacer eso? ¿Por qué lo sienten como una necesidad?

El ruido de la puerta no los incita a separarse, es más, hacen como si no lo hubieran escuchado y continúan con sus besos y caricias. Fuera de la habitación, Jorge vuelve a pegar pero al ver que no responden, abre con su llave. En un principio, parece no haber nadie allí, sin embargo, la ropa aun tirada por el suelo, le hace saber que no se han movido. Con miedo de encontrarse desnudo a su amigo, se adentra por el cuarto. Se relaja al no ver rastro de los calzoncillos de Daniel y va hasta el balcón donde se los encuentra mientras ellos están demasiado acaramelados para su gusto.

-Buena noche por lo que veo, ¿no? – comenta pícaro haciendo que los novios se separen rápidamente.

-¿Cómo has entrado?

-Aunque no haya dormido aquí, sigue siendo mi habitación y tengo llave. Pero ese no es el tema. Veamos que tenemos por aquí – dice acercándose a Daniel. – Leves chupetones, algún que otro arañazo... Vaya, amigo, pensé mal de ti. Veo que sigues teniendo facultades. Y por aquí... – se dirige ahora hacia María.

-Procura acercarte un centímetro más, tocarme y verás de lo que soy capaz de hacerte.

Jorge levanta las manos rápidamente en signo de paz mientras todos ríen. La chica pregunta por qué están despiertos si aún es demasiado temprano y ellos contestan que se han acostumbrado por lo de las clases de surf. Tras hablar un rato más, María pide permiso para darse una ducha. Se mete en el baño y los chicos comienzan a chismorrear sobre la noche. Daniel le cuenta todo con pelos y señales hasta la parte donde lo hicieron.

-Oh, venga, no pares ahora. Quiero detalles – inquiere su amigo. – ¿Es buena?

El rubio se muerde el labio al recordar el momento en el que fueron uno. – Realmente buena.

-¿Cuántas veces? – pregunta incitándole a que hable más.

-Una, pero puedo asegurarte que fue la mejor de toda mi vida.

-Tío, creo que es ella la que te tiene comiendo de su mano.

Daniel se pasa las manos por su cabello dándole a entender a su compañero que tiene razón. Él siente algo más que atracción, aunque aún no sepa qué es lo que comienza a emerger en su corazón, hará todo lo posible por averiguarlo y que ella esté dispuesta a sentir lo mismo. Los chicos recogen la habitación, colocando cada mueble en su sitio, quitando la ropa del suelo. En resumen, poniendo todo como estaba. Cuando ya está todo listo, Daniel decide vestirse pero pegan a la puerta. Va a ver quién es encontrándose con su hermana y su amiga. Vaya, hoy les ha dado a todos por despertarse temprano. Cristina al pasar por el lado del chico, baja la cabeza sin querer mirarle a los ojos. Sabe que es lo que han estado haciendo aquí él y su novia, por lo que no se atreve. Daniel al verla, le pasa un brazo por los hombros, brindándole una sonrisa, provocando que ella se sonroje. Aún no se ha puesto una camiseta. De pronto, María abre la puerta del baño un poco, lo suficiente como para poder asomar la cabeza. Llama a su novio, se ha dejado la ropa fuera por lo que él, encantado, se separa de Cristina, coge el vestido junto a la ropa interior, se lo acerca a la puerta y tras darle otro beso, María vuelve a cerrar la puerta. Al presenciar esa escena, unos increíbles celos aparecen y hacen que Cristina salga corriendo de la habitación. Daniel sin pensárselo dos veces, coge una camiseta y la persigue, quedando así Jorge y Paula en la habitación, con María en el baño. A los pocos minutos de ésta salir, pregunta por el rubio. Ellos dan repuesta y luego, un silencio incómodo se presenta en el cuarto.

-¿Cuándo tenéis pensado contarle de ustedes a Daniel? – pregunta la morena.

-¿De nosotros? – es la contestación nerviosa de Paula.

María hace un asentimiento de cabeza. – Sois muy obvios. O empezáis a disimular mejor o se lo contáis.

-Sí, ahora cuando venga tengo pensado decirle que me estoy tirando a su hermana pequeña, ¿te parece? – Ella se encoge de hombros – Hablaremos cuando tengamos que hablar.

-Es decir, cuando os pillen y el grano de arena se haga una montaña, ¿no?

-Creo que tiene razón – susurra Paula con la cabeza gacha.

-Estás de broma, ¿verdad? – Jorge la mira asombrado.

-Sabes como es mi hermano, si nos pilla, puede que nos deje de hablar y yo no quiero eso. Es mejor decírselo.

-Me estás jodiendo, Paula. No somos nada, solo tenemos sexo, ¿quieres explicarme como le cuento yo esto a tu hermano sin que luego él quiera matarme? – la chica vuelve a agachar la cabeza avergonzada.

-Estás ciego, ¿sabías? – Comenta en defensa de su cuñada – No te das cuenta de que ella no siente solo sexo – él vuelve a mirarla sin salirse de su asombro. – Y a ti te pasa igual.

-Claro, ahora lo sabes todo del amor, ¿verdad? Como tienes a Daniel comiendo de tu mano... Te crees que sabes pero no es así.

-Por lo menos, yo no he dicho nada para herirle.

Jorge ríe escandalosamente. – No lo digas tan segura.

Tras eso, sale de la habitación dejándolas solas y con Paula a segundos de romper a llorar. María se acerca a ella, le pide perdón, en cambio, la otra chica niega mientras la abraza. "Tienes razón, María, yo quiero más de él", dice. La novia de su hermano la abraza sin tener palabras que decirle. Consolar nunca fue su fuerte.

Mientras, fuera del hotel, en un parque cercano, Cristina y Daniel hablan. Más bien, el rubio intenta animarla mientras que la chica hace todo lo posible para no llorar, aun así no puede evitar que un sollozo se le escape. El chico resignado, bufa para luego volver a abrazarla. "Cris, por favor, no vayas a llorar", le pide tocándole el pelo rubio platino, "no entiendo por qué todo esto pasa ahora. ¿Por qué no me lo dijiste antes? Yo ahora me siento impotente, no sé qué hacer. No me gusta verte así pero yo siento cosas por María. No puedo decir que la quiero pero... Cris, por favor, no llores." La chica hunde su cabeza en el hueco entre el cuello y el hombro del rubio, se agarra fuerte a su camiseta mientras llora.

-Cris, dime que puedo hacer para que te sientas mejor. Haré lo que pueda, en serio.

-La solución está clara – musita entre sollozos cuando se ha relajada un poco.

-No puedes pedirme que deje a María – dice mientras le seca las pocas lágrimas que le quedan.

-Entonces dame un beso.

Cristina le mira con los ojos empañados de lágrimas mientras él se debate entre hacerlo y serle infiel a su novia o besarla y hacer un poco más feliz a su amiga. Echa un vistazo a su alrededor, no hay nadie que los pueda ver. Se pasa las manos por el cabello, nervioso porque los pillen. No puede creer que vaya a hacer lo que le ha pedido. ¿En serio va a besarla? Solo un beso. Un diminuto y casto beso. Nada más.

Todo es posible [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora