Una semana más pasa con la diferencia de que John ya está en casa aunque no debe hacer ningún esfuerzo y estar en reposo. Según le dijeron, el doctor Fitzgerald vendrá esta tarde para ver a Carla y ya de paso visitarle a él. Beatha ha venido un par de veces a pesar de no tener tiempo, aunque María no piensa que sea eso, según dice la vio con unos chicos el jueves pasado. Ahora John está tumbado en la cama, le duele el costado pero le da cosa llamar a su hermana quien no ha tenido una buena noche. Iba de habitación en habitación, al cuidado de Carla y de él. Apenas durmió. Pero el dolor se hace más agudo, no puede soportarlo y tiene que llamar a su hermana. María entra aturdida al cuarto, lleva un vaso de agua el cual deja en la mesita de noche antes de ayudar a John a incorporarse. Le pregunta si quiere el relajante y él asiente tomando el vaso que le tiende. Cuando se ha tomado la pastilla, María pone unos cojines en la espalda de su hermano para acomodarlo y apaciguar un poco el dolor. Luego, se sienta en una silla al lado de la cama.
-¿Has hablado ya con Daniel?
-No. Lo vi hace tres días pero no tuvimos tiempo.
-¿Tendré cuñado por fin?
-No sé. Estoy confusa. No sé qué siento, es raro cuando estoy con él.
-No tienes por qué temer a enamorarte. No pierdes nada diciéndole que sí. Aprenderás cosas nuevas, vivirás sensaciones increíbles y...
-Estás desvariando – ambos ríen – ¿Estás enamorado de Beatha? – él asiente adormecido. La pastilla está haciendo su efecto. – Vendré luego a verte.
María le da un beso en la frente y va hacia el salón donde vuelve a tumbarse en el sofá para ver si puede descansar al menos un poco ahora que Carla y John están profundamente dormidos. No obstante, el timbre suena lo que provoca que bufe y vaya a abrir la puerta para encontrarse con una sonrisa preciosa por parte de Daniel.
-Menuda cara de dormida tienes – comenta éste antes de darle un beso en los labios. – Aun así estás preciosa.
Ella sonríe dándole otro como respuesta. - ¿Qué haces aquí?
-Vine a verte, ¿es malo? – María niega – ¿Y me vas a dejar pasar?
Se echa a un lado para dejarle paso y al pasar por su lado, le coge la mano. Lo dirige hacia el sofá donde se sienta con él al lado.
-Jorge no para de insistirme para que te pregunte, mi hermana me ha aconsejado que te deje espacio y Cristina dice que estás jugando conmigo.
-¿Y tú qué piensas?
-Que desde que te lo dije siento como si algo obstaculizara lo que sea que tengamos. Entiendo que necesites tu espacio, pensar, estar con tu hermano y todo eso pero cada día estoy más impaciente, me dejo llevar por lo que me dicen los demás y necesito una respuesta. Necesito tu respuesta.
-Daniel, yo... esto es nuevo para mí.
-¡María! ¡John! ¡Papá ha llegado! – grita la voz de Carla entrando al salón. Pasando de ellos, abre la puerta gritando el nombre de su marido. - ¡Max! ¡Max! ¿Dónde estás, Max? ¿Cariño?
María se acerca a ella llevándola al interior de la casa. Carla mueve bruscamente la cabeza buscando a su marido pero se encuentra con los azules ojos de Daniel.
-¿Quién eres tú? – pregunta con voz grave.
-Soy un amigo de María – le tiende la mano pero ella no la acepta.
-Es él. Es el culpable – susurra.
-Mamá, volvamos a la habitación.
-¡No! – se zafa del agarre y se acerca amenazante a Daniel. – Es él, lo sé. Sé que eres tú. Tú mataste a mi marido – él retrocede mientras Carla le señala con el dedo acusándolo.
-Mamá, no. Él es Daniel. Él no ha hecho nada. Mamá, tranquila, él no ha hecho nada, es inocente.
-Lleva la misma sudadera, es él. ¡Son sus ojos!
-¡Basta! – grita John recién entra en la sala apoyándose en la barra.
-¿Por qué? ¿Por qué lo mataste? – estalla en llanto sin hacer caso a su hijo.
-Carla, ya. Al cuarto – espeta y por un momento ella ve la viva imagen de su marido.
La señora hace caso y con paso lento arrastrando los pies se mete en su habitación. De pronto, John se desvanece pero gracias al rubio no cae al suelo. Con ayuda de María, lo llevan a su dormitorio donde lo tumban en la cama. Tras asegurarse que están bien tanto él como su madre, ella se disculpa por todo lo ocurrido y aunque diga que no pasa nada, sabe que en el fondo se ha asustado. Ella entiende que no quiera estar en esa casa por lo que le ofrece ir a dar una vuelta pero él niega, dice estar bien y se vuelve a sentar en el sofá. En su interior, María se lo agradece. De haber querido salir, hubiese tenido que llamar a alguien para supervisar a su hermano y a su madre. Se sienta al lado de Daniel mientras él la observa. "¿Todos los días tiene que vivir este infierno?", se pregunta a sí mismo.
-Sí – contesta ella. O le ha leído la mente o él no sabe de qué habla.
-¿Perdona?
-Que sí, que estoy dispuesta a tener algo... más – informa María y entonces él sale que el primer sí no tiene nada que ver con esto. – ¿Qué pasa? ¿Ya no quieres intentarlo? Te veo callado.
-Solo estoy impresionado. No pensé que fueras a aceptar.
Ella se encoge de hombros. – Una cosa. ¿Qué pasará cuando te vayas? – la pregunta le pilla de improvisto por lo que ahora es él quien se encoge.
-No sé, supongo que ya veremos con el tiempo, ¿no?
-Pero, ¿querrías seguir o pasarías?
-Tal vez. No estoy seguro, nunca he tenido una relación a distancia.
-Yo nunca he tenido una relación – vuelve a encogerse de hombros.
A lo mejor no ha sido buena idea aceptar. María baja la mirada a sus dedos entrelazados pero él le alza la barbilla obligándola a que lo mire. "Tranquila, todo estará bien", dice antes de besarla con delicadeza. Al separarse, él le pregunta con una sonrisa: "Entonces, ¿quieres ser mi novia?" Ella como respuesta, vuelve a besarlo. Están un rato más hablando y besándose hasta que el teléfono de casa suena. María lo coge preguntando quién es. La voz de Arwel Fitzgerald se disculpa al otro lado de la línea. No puede venir, le ha surgido un imprevisto y ha de ir. Ella le quita importancia, diciéndole que toda va bien. Que sea el tío de la novia de su hermano, no tiene nada que ver como para que siga queriéndose llevar a su madre. Cuando cortan la llamada, Daniel está mirando su móvil. Ella se acerca y le abraza desde detrás. De ese modo, puede ver que es un mensaje de Cristina por lo que ella rueda los ojos sin que la vean.
-Tu amiga tan cariñosa como siempre.
-Te dije que no tienes de qué preocuparte. Ella no siente nada y yo tampoco.
-No pienso lo mismo.
-¿Ya vamos a pelear? – ella se encoge de hombros. De pronto, la puerta de la entrada se abre y por ella aparece Margaret.
-¡Oh, Cielos! No sabía que estabas reunida – María se separa de su ahora novio y mira el reloj de la pared.
-¿Las siete menos cuarto? – casi grita cuando ve la hora. – Voy a llegar tarde.
La chica corre a su habitación para cambiarse y preparar las cosas en su mochila. ¿Cómo ha podido pasar el tiempo tan rápido? Joder, va a llegar tarde. Cuando está lista, vuelve ir al salón. Allí se encuentra con Daniel y Margaret hablando animadamente pero ella no tiene tiempo para eso. Le da unas cuantas indicaciones a la señora para después preguntarle a su novio si la acompañaría. Éste asiente y ambos salen de la casa aunque con paso acelerado. En el camino hasta la casa de los O'Connor, Daniel le dice que hoy irán al bar donde trabaja a lo que ella asiente encantada. Para despedirse, se dan un beso el cual Lily ve y al entrar pregunta si es su novio. Esto lleva a que la pequeña quiera saber todo e incluso cuando María ha de irse, le insista. Ella le acaricia el pelo aconsejándole que se vaya a dormir a menos que no quiera seguir con la historia el próximo día por lo que hace caso y cuando llegan los señores O'Connor, se va para el bar.
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Todo es posible [Terminada]
Teen Fiction¿Podrías vivir con el vacío que se siente cuando te arrebatan a lo que más quieres? ¿Podrías enfrentarte solo/a a esa soledad acompañada del sufrimiento? ¿Podrías dejar todo atrás y empezar una nueva vida? María una chica de tan solo diecisiete años...