Epílogo

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Dos años después.

María termina de doblar toda la ropa para meterla en la maleta con la que viajará a Estados Unidos, concretamente, a Nueva York. Quiere estudiar en la misma academia que lo hizo su padre, a pesar de la lejanía y de haber sido aceptada en la academia de policías de Irlanda, no ha habido nada ni nadie que le saque su objetivo de la cabeza. Siquiera John que siguió el mismo camino que su hermana y terminó con el último curso que le quedaba de estudios. Ahora él sigue trabajando en el hotel del que a día de hoy es dueño Kevin. El mismo que no ha vuelto a tener ningún tipo de contacto o conversación con la pequeña de los Green mientras que con el mayor solo hablan lo necesario sobre el trabajo.

-¿De verdad que no te conformas con la de Irlanda? Podrías ir allí, también es muy buena, o simplemente podrías no ir, quedarte y estudiar cualquier otra cosa – le comenta John desde el marco de la puerta observando como coge la maleta.

-No voy a cambiar de opinión, hermano.

-Pero no quiero que te vayas, eres mi pequeña.

-Nada ni nadie, incluido tu chantaje emocional va a hacerme pensar otra cosa. Es mi decisión, John, ya tengo veinte años, sé lo que estoy haciendo. Además solo es un año, dos como mucho – María se acerca a él para abrazarlo durante un largo rato – Te llamaré todos los días, no te preocupes, ¿de acuerdo? Sé cuidarme sola.

-Te echaré de menos, conejito.

-Yo también. Espero alguna visita de tu parte, ¿eh? Si te gusta puedes quedarte, me han dicho que comparto piso con otra chica. Quién sabe, si vienes y te enrollas con ella, así te quitarías de encima a la arpía de tu novia.

-María – dice él con tono amenazante aunque se le escapa una pequeña risa – No hagas locuras, por favor – termina por susurrarle pegado a ella.

Al separarse e irse hacia el recibidor, María es avasallada por la mayoría de sus conocidos. Todos desean abrazarla para poder despedirse de ella. Un par de amigos de clases la acogen en sus brazos formando un pequeño corro dirigido a la joven. Después los compañeros más cercanos del trabajo en el que también se encuentra la pequeña Lily con un regalo en sus manos. Se lo da seguido de un besito en la mejilla y un tierno abrazo, diciéndole que lo abra cuando llegue a Nueva York. La chica asiente para que, después de incorporarse, le toque saludar a Margaret y Ray. Ambos la toman mientras le dicen lo tan orgullosos están de que ella haya decidido guiar su vida y que la sienten como si de su hija propia se tratase. Pronto, se topa con el doctor Fitzgerald quien la acuna en sus brazos a la vez que ella se abalanza sobre él. Los dos ríen a la par que algunas que otras lágrimas salen de sus ojos. Este siempre ha sido su casa, su hogar, su gente... y ahora ella ha optado por irse a conseguir un sueño, pero al fin y al cabo irse. Alejarse de todo lo que le hace ser ella en su máximo esplendor, quitarse su esencia para comenzar una nueva vida. Dejar el pasado atrás y dar paso a un nuevo y desconocido futuro.

Arwel pasa sus manos por el rostro de ella llevándose con sus pulgares el rastro de las lágrimas que aún permanecen. Vuelve a repetirle lo que todo el mundo lleva diciéndole desde que llegó al recibidor; que la echará de menos, que si necesita algo ellos estarán allí, que no haga tonterías pero sobre todo, él le da un gran consejo. "Sé feliz con tu nueva vida, María". Tras un último abrazo, vuelve a encontrarse con su hermano al que nota que también ha llorado un poco al menos. Lo único que lo diferencia de cuando lo vio en el umbral de su habitación es que ahora le está tendiendo el teléfono de casa. Alguien la está llamando.

-¿Sí? – pregunta ella dudosa al teléfono.

-¡Hola, hola, camarera! ¿O debería llamarte ahora agente? – dice la tan conocida voz de Daniel.

María ríe asombrada porque él la esté llamando. – Todavía no he dado ni una clase, aún no soy agente.

-Bueno, ¿y cómo te sientes horas antes de volar?

-Perdona que no te conteste pero es que no sé cómo te has enterado – ríe mordiéndose el labio y supone que él está haciendo lo mismo ya que lo escucha por el otro lado de la línea.

-Verás, Jorge se mantiene en contacto con Kev y él nos contó.

-¿En serio?

-Ajá. Por cierto, ¿cómo te va con él?

-No te hagas el tonto, sé que sabes que no hemos hablado desde que os fuisteis.

-Vale, me pillaste, no sirvo para actor.

Los dos vuelven a reír y continúan hablando un rato más hasta que John llega diciendo que es la hora de irse. – Tengo que irme, Daniel, te llamaré desde allí y hablaremos más tranquilos, ¿de acuerdo?

-Claro, guapa. ¿Tienes que ir aún a visitar a tu madre?

-No, fui ayer, era mejor así.

-Bien, entonces. Espero tu llamada, un beso, María. Y cuídate.

-Otro para ti, Daniel. Nos vemos pronto.

Ambos cuelgan a la vez y María vuelve a despedirse de todos, esta vez más generalmente, para luego, con ayuda de su hermano, meter la maleta y el macuto en el coche e irse dirección al aeropuerto. En todo el trayecto, ninguno de los dos jóvenes suelta palabra alguna. Tan solo se escucha las canciones de una de las tantas emisoras de radio. Al llegar al destino, tanto el uno como el otro no quieren entrar. Pero al fin, María se adentra después de abrazarse con su hermano por última vez, por lo menos durante un tiempo. "Te quiero", es lo único que se dicen el uno al otro antes de que un océano entero les separe.




FIN

Todo es posible [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora