La pequeña de los Green regresa a casa tras haber surfeado durante casi toda la mañana, encontrándose con un bolso de viaje color beige en el suelo. María se adentra reconociendo el inconfundible olor a pisto de Margaret y en cuanto está enfrente de la olla que contiene tan exquisita comida con una cuchara, preparada para comer algo, el doctor Fitzgerald y la mujer de Ray irrumpen en la sala riendo.
-Oh, María, cariño, te veo con hambre – bromea Margaret quitándole el cubierto de las manos – Aún no está acabado.
La chica rueda los ojos mientras se acerca a Arwel para darle un corto abrazo. En estos últimos días, han convivido bastante bien, incluso ha llegado a tutearle y esta vez sin ningún grito de por medio. El señor le devuelve el abrazo con cariño y ella se mete en el baño para ducharse. Quince minutos después, los tres esperan sentados en la barra la llegada de John y Ray quien aparecen por la puerta nada más ser nombrados por la señora de este último. Ambos vienen pringados de aceite del coche y antes de poder escuchar un quejido por parte de María, ellos están tirados sobre ella llenándola también de pringue. Margaret pone orden diciendo que la comida ya está y todos se sientan frente a la barra tras haberse limpiado. El almuerzo transcurre ameno y es algo que los hermanos Green agradecen demasiado. Gracias a esas tres personas, hoy podrán tener un rayito de felicidad a pesar de ser un día triste.
Al tocar el reloj las cinco, Arwel se levanta del sofá haciendo que todos le presten atención. No es precisamente un brindis lo que tiene pensado hacer, ellos lo saben. Saben que la hora ha llegado. María es la siguiente en levantarse, seguida por John quien la mira buscando apoyo. Se cogen de las manos y van hacia el dormitorio de su madre. El hijo mayor llama a la puerta obteniendo un quejido como respuesta. La chica sin poder evitarlo abre la puerta para encontrarse a su madre sentada frente al espejo, se toca la cara con miedo, luego mira sus manos y por último, observa a sus hijos a través del reflejo. "Mamá", la llama John. "Es hora de irnos." Gracias a la medicación que el doctor Fitzgerald le dio esta mañana, Carla está medianamente con ellos así que entiende perfectamente a lo que se refiere. La señora Green se levanta para salir de la habitación con sus hijos detrás y encontrarse con Margaret, Ray y Arwel en el recibidor esperándola. El joven moreno agarra la bolsa de viaje donde anteriormente habían guardado todas las pertenencias más importantes de su madre. Con ayuda del doctor, quien la ayuda entrelazando sus brazos, Carla sale al exterior de la casa. El sol impacta con excesiva fuerza en su cara y no quiere negar lo que le agrada esa sensación. El calor recorre su cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, erizando todo su cuerpo.
El doctor desbloquea el seguro de su coche para que los jóvenes accedan a meterse con su madre. Minutos después, cuando está todo arreglado y Ray junto con su mujer están en el auto de este, comienzan el camino hasta el hospital psiquiátrico en el que se hospedará su madre a partir de ahora. Carla en ningún momento suelta la mano de sus hijos, lo que es una buena señal. Es difícil verla así de receptiva el día que se va a separar de ellos pero más complicado sería que montase un numerito. Sinceramente, sus hijos prefieren llevarse un buen recuerdo de este día y no escuchar para el resto de sus vidas las voces de su madre preguntándoles porqué la abandonan.
Al llegar al hospital, Carla se queda quieta en el sitio. No quiere moverse, no quiere entrar ahí. No quiere dejar a sus pequeños solos. María la insta a que entren todos juntos, será más llevadero. Mientras el doctor Fitzgerald arregla los papeles del traslado hablando con la recepcionista y luego con la, a partir de ahora, doctora de Carla, esta agarrada de María y John se adentra mirándolo todo. Margaret y Ray los siguen en silencio cogidos de la mano. Una señora rondando los treinta y pocos años, rubia y con ojos azules se acercan a los familiares con una amplia sonrisa.
-Buenas tardes. Soy la doctora Wagner y de aquí en adelante me haré cargo de Carla Green, ¿no es así? – Dice mirando a la nombrada – Sois sus hijos, ¿no? – Pregunta a los hermanos, a lo que ellos asienten y le dan la mano – Bien, acompáñenme, les enseñaré las instalaciones y luego la habitación de Carla para que os despidáis allí.
Todos los presentes asienten mientras siguen a la doctora quien explica cada una de las habitaciones que posee el hospital. De vez en cuando, John hace alguna que otra pregunta que tanto Arwel como la nueva doctora contestan amablemente. María permanece callada al igual que su madre quien a la vez lo mira todo expectante. La doctora les guía hasta un grandioso jardín, el cual está dividido por partes, luego los lleva a la piscina climatizada, la cafetería... Es como un hotel, solo que para personas con problemas psicológicos. Por último, como prometió, la doctora los acerca hasta la que ahora será la habitación de Carla. Esta es la primera en entrar, sus ojos no pierden detalle de cada objeto que hay en el cuarto. Una gran cama yace en mitad de la alcoba, decorada con cojines de diferentes colores y con mesitas de noches a cada lado. Justo enfrente, hay una cómoda y a un lado un enorme armario. "¿Para qué tanto mueble?", se pregunta María. Finalmente, a un lado de la habitación, una gran ventana con unas excelentes vistas a las montañas. Carla se gira para encarar a sus acompañantes, todos expectantes a ver cuál es su respuesta. Ella sonríe débilmente mostrando que le gusta, que se siente a gusto. En el fondo, los demás respiran aliviados.
-Bueno, Carla, a partir de ahora si necesitas algo solo tendrá que pulsar este botón, ¿de acuerdo? – Le indica dándole un collar con un mando pequeñito – Os dejo que os despidáis y no tenéis de qué temer, vuestra madre está en buenas manos – le dice a sus hijos con una reluciente sonrisa.
En cuanto la doctora se va dejándoles privacidad, John se abalanza sobre su madre, abrazándola, achuchándola, pegándola todo lo que puede a él. Y es que la va a echar tanto de menos, a pesar de todo... Al joven moreno se le saltan las lágrimas mientras habla con su madre. Le promete ir a verla cada día y aunque ella no conteste, él sabe que le está escuchando y entendiendo. Después de John, le siguen Margaret junto con Ray. Luego, Arwel que se entretiene un poco más diciéndole que seguirán en contacto y que pasará a verla a menudo. De nuevo, el hijo mayor se despide de Carla con la diferencia de que ahora solo están ellos dos y María en la habitación. Los demás han salido.
-Mamá, no olvides que te quiero, ¿vale? – le susurra antes de separarse y salir de la habitación.
Tanto la madre como la hija se quedan en silencio, mirándose fijamente. María no sabe bien qué decir, todo el mundo le ha dicho cosas muy agradables y ahora ella se ha quedado sin palabras. Más bien, no sabe cómo expresar sus sentimientos. Ahora mismo siente como si un nuevo capítulo comenzara en su vida. Una nueva parte en la que ni su madre ni su padre estarán presentes. Sonríe débilmente, recordando cada vez que han pasado un buen rato juntos.
-So you just need to breathe to feel my heart against yours now. – dice lentamente María antes de abrazarla durante largos minutos – Te echaré de menos, mamá, ¿lo harás tú?
Carla la mira impasible, no hay ningún rastro de sentimiento en su rostro pero María sabe que la está escuchando y que sí la extrañará. Tras abrazarla por múltiples veces más, sale de la habitación dejando paso a una enfermera. Margaret la está esperando fuera. Sin dudarlo, se abalanza sobre ella para abrazarla y derramar todas las lágrimas que ha estado aguantando mientras hablaba con su madre. Cuando la pequeña se ha tranquilizado un poco, se dirigen a la salida del hospital, ya no tienen nada más que hacer aquí. Arwel y Ray se montan en sus respectivos coches y tras hablarlo, Margaret, John y María se meten en el auto del segundo. En el trayecto, el silencio hace presencia. Cada uno se sume en sus pensamientos dejando de lado todo lo que les rodea y al llegar a casa, los hermanos Green se despiden y entran para después irse cada uno a su habitación.
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Todo es posible [Terminada]
Novela Juvenil¿Podrías vivir con el vacío que se siente cuando te arrebatan a lo que más quieres? ¿Podrías enfrentarte solo/a a esa soledad acompañada del sufrimiento? ¿Podrías dejar todo atrás y empezar una nueva vida? María una chica de tan solo diecisiete años...