Dos

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Daniel se despereza en la cama del hotel donde se aloja con su familia y unos amigos. Van a pasar todo el verano en Donegal, Irlanda. Todo un verano haciendo lo que él quiera sin ninguna obligación ni deber. Todo un verano con sus amigos. Todo un verano viendo como sus padres toman más de la cuenta y pasan de ellos. Sonríe para él. Va a ser un gran verano.

Sale de la cama, abre la maleta y de ella saca unos pitillos negros, una camiseta blanca básica y una camisa de cuadros azules. Debería colocar la ropa en el armario. "Bah, ya lo hará mamá", piensa él. Termina de atarse los zapatos y va hacia el comedor donde ya está todos esperándole mientras desayunan. Nada más llegar, los saluda dando los buenos días y se sienta entre su hermana y su mejor amigo, Paula y Jorge. Hablan de los planes para ese día pero no llegan a ningún acuerdo. Finalmente, deciden que las chicas irán a visitar la ciudad y mirar algunas tiendas mientras que los chicos verán el puerto, las playas y luego irán a tomar algo a un bar cercano del hotel.

Al salir se despiden, ellas cogen un taxi dirección al centro y ellos van andando por el paseo.

-¿Habrá clases de surf para nosotros? - dice el padre de Daniel, el señor Valls.

-¿Para qué quieres saberlo? No aguantarías ni un segundo en la tabla - contesta éste haciendo que todos se ría y ganándose una colleja en el cogote por parte de su padre. Él, después de reírse, echa un vistazo a la playa, ve a alguien en el mar. Parece que es la chica de ayer. - Jorge y yo nos vamos a quedar aquí. Ya iremos, si eso, después.

-¿Qué? - pregunta éste confundido.

-Sí, ¿no te acuerdas que me dijiste que te apetecía bañarte?

-Ah, ¿sí? - Jorge frunce el ceño y Daniel le mira con mala cara - ¡Ah, sí, sí! Qué cabeza la mía.

-Podemos venir luego si queréis - comenta el padre de Jorge - ¿O tiene que ser ya?

Ambos niños asienten y salen disparados para la playa. Antes de entrar en la arena, se quitan los zapatos con calcetines incluidos. Andan por las tablas hasta donde se encuentran una mochila con pertenencias pero no prestan atención a eso.

-Pues sí que está buena. ¡Joder, mira que tetas! - comenta Jorge señalando a la chica que está surfeando.

Daniel ríe mirándola embobado. Está buena y tiene pinta de ser de su edad. "Este verano podría mejorar", piensa para sus adentros.

-Oye, que viene hacia nosotros. ¿Qué hacemos? ¿Nos vamos?

-Preguntémosle si da clases - dice Daniel con una sonrisa pícara en la cara a lo que su amigo ríe.

La chica se acerca y se queda sorprendida al verlos.

-¿Puedo ayudarte en algo? - le dice a Jorge que se ha adelantado mientras coge la toalla y empieza a secarse.

-Lo haces muy bien - comenta Jorge sonriéndole. Ella se asombra. - Queríamos saber si das clases de surf para principiantes. A mi amigo no es que se le dé muy bien - señala a Daniel disimuladamente.

La chica se muerde el labio para reprimir una risa. - Me temo que yo no soy monitora - dice y se pone una sudadera - pero podéis preguntar en aquella cabaña - la señala.

-Verás, es que mi amigo tiene especial empeño en que seas tú quién le enseñe - le rodea con un brazo los hombros.

-Verás, es que no soy monitora - dice ella quitándose el brazo de encima. Coge la mochila y la tabla y echa a andar. Cuando pasa por el lado de Daniel hace un amago de sonrisa y continúa su camino.

-Perdona, espera. No sé qué te habrá dicho mi amigo. Soy Daniel, encantado - dice éste antes de que esté demasiado lejos y le tiende la mano.

Ella suspira resignada, clava la tabla en la arena y se gira. - Está bien. Mañana aquí a las ocho y media. Procurad alquilar las tablas antes de que yo llegue - señala la cabaña de nuevo.

Gira sobre sus talones y se va. Ya está. Lo han conseguido y no ha sido tan complicado. Bueno, a lo mejor un poco...

-¿La has visto? La tenemos en el bote - dice Jorge dándole una palmada en el pecho a su amigo.

-Sí, pero quién realmente ha conseguido las clases soy yo. Es mía - amenaza de broma Daniel.

Ambos amigos ríen, llegan al paseo, se calzan los zapatos y se van dirección al puerto en busca de los demás. Cuando los encuentran ya lo han visto todo y se dirigen al bar. Los chicos no ponen pegas y sigues a sus mayores de vuelta al hotel.

Daniel, Jorge, sus respectivos padres y el señor Garay están tomándose una cerveza cada uno mientras charlan sobre fútbol cuando llegan las chicas con tres bolsas cada una.

-La Virgen - susurra el señor Lago, padre de Jorge, cuando ve a su mujer acercarse.

Cuando ya están allí, todos se saludan y ellas cogen sitio mientras uno de ellos pide unas cervezas y un par de botellas de agua. Cristina coge asiento al lado de Daniel, bebe un poco de agua y comienza a enseñarle todo la ropa que se ha comprado en la ciudad. Él hace como que le interesa y de vez en cuando le dice cosas como: "Seguro que te queda muy bien" o "estarás guapísima con eso" pero realmente está deseando que llegue ya mañana para poder ver a... Espera, no sabe su nombre. Bueno, seguro que se lo dirá en las clases.

Cristina deja de hablarle a Daniel, se ha dado cuenta de que él no le está haciendo mucho caso. Se gira para hablar con su amiga, Paula, también hermana de Daniel.

-Pasa de mí - dice ella apenada.

-Es tonto, no sé cómo puede gustarte.

-Porque es muy guapo, y además seríamos cuñadas - comenta riéndose.

Paula se une a su risa, luego comienzan hablar de los planes para esta tarde; puede que se tomen la tarde tranquila y por la noche, salgan de copas a algún pub.





Todo es posible [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora