Treinta y dos

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Cuando la morena sale del baño, va a la habitación de su madre. Carla está tarareando una canción pero su hija no logra averiguar cuál es. De pronto deja de cantar y la mira. Frunce el ceño de la misma manera que lo hace María. Carla se acerca levantándose de la cama. Ahora que se da cuenta lleva una chaqueta de cuero de su padre y en la cama tiene un joyero con una pareja encima bailando al son de una musiquita que sale del mismo. La chica observa cada movimiento de su madre que cuando está a escasos metros de ella cierra los ojos y comienza a bailar abrazándose a sí misma. María no puede reprimir una sonrisa, esto es lo más cerca que ha estado de ellos sin que ocurran incidentes. Por lo que cuando nota que la música del joyeros va disminuyendo, lo coge y le da vueltas a la pequeña llave para que siga sonando el tintineo que está haciendo regresar a su madre. Con cuidado, lo coloca en la cómoda, al lado de la foto de boda de sus padres. Instintivamente, pasa la mano por la cara de su padre suspirando. Se ven tan felices que le contagian la sonrisa. María se gira para ver a su madre y nada más hacerlo, se la encuentra pegada a ella. Joder, qué susto. Los ojos grises de Carla se vuelven más oscuros a cada segundo que pasa y sin pensar qué está haciendo María se lleva las manos a su cuello en un movimiento de defensa. Ese gesto hace que la señora Green sacuda un poco su cabeza cerrando los ojos los cuales al abrirlos, vuelven a ser los mismos de siempre. Dulcemente, acerca la mano al cabello moreno de su hija quien no hace nada, solo observar todo atónita. Carla le acaricia el pelo, enreda un mechón de éste y se lo coloca detrás de la oreja. Luego, con extrema delicadeza le toca la cara, casi como si fuera de porcelana. Exactamente como el joyero que le regaló su marido. "Yo también lo echo de menos", es lo único que dice antes de volver a irse a su mundo.

María sale dejando a su madre tranquilamente en el cuarto. Vuelve a ir al salón donde se encuentra la deportiva que le tiró a su hermano antes de entrar. En todo el rato no se ha dado cuenta de que iba descalza de un pie. Ríe para ella misma, la verdad es que casi ni se aguanta de pie de lo cansada que está. Mientras que se está calzando de nuevo el zapato, escucha la risa de su hermano en la entrada y su parte cotilla la hace ir hasta allí para encontrarse con él y Beatha. Rápidamente, pone una mueca de desagrado. ¿Qué hace ella aquí? Esta mañana ya la vio agarrada de un chico un poco mayor que John, ahora no le apetece que venga a besar a su hermano. A saber dónde ha estado esa boca. Agh, mejor no pensarlo. Sin ganas de ver las típicas escenas de enamorados, María se retira a la cocina para prepararse algo de comida. Pronto ha de ir a trabajar. Otra cosa que hace que ponga otra mueca de desagrado. Justo en el momento en el que echa unas cuantas patatas cortadas en una cacerola con abundante aceite, John le pregunta a qué hora la recoge hoy. Ella se gira sorprendida de no ver a la novia de su hermano por lo cual pregunta y él se encoge de hombros a la vez que dice que Beatha tenía cosas que hacer.

-Claro, tiene que buscarse a otro – dice para sí misma aunque no se percata de que lo ha dicho en voz alta.

-¿Qué?

-Nada, solo que ya sabes que no me cae bien.

-¿Y por eso tienes que tratarla de puta?

-John esta mañana la he visto con un tipo, ayer igual y antes de ayer también. No es la primera vez que te lo digo. No me gusta para ti. Te está utilizando.

-Buscas cualquier excusa para separarme de ella, María, ¿se puede saber qué te pasa? ¿Estás celosa? Porque si es eso puedo entender tu postura.

-¿Perdona? ¡No estoy celosa! ¿De verdad crees que me lo estoy inventado?

-De verdad creo que Beatha no me haría lo que me estás contando. Ella no es así y lo sabrías si la conocieras. Ella me quiere.

-Hablas muy seguro. Campbell me dijo que no eras su tipo, ¿me explicas entonces qué hace contigo?

-¿Y por qué no estar conmigo? ¿Qué malo tengo yo? – el tono de voz de ambos va subiendo a cada vez que hablan más.

-No tienes nada malo, John, por eso digo que ella no te merece. Te va a hacer daño.

-La estás juzgando sin conocer, María. Ella es buena, cariñosa, sensible.

-Ella actúa de forma buena, cariñosa, sensible.

-¡Bueno ya está bien! No te permito que hables así de mi novia, ¿entendido?

-Entendido, ahora vete con la puta de tu novia.

Tras decir eso, María sale de casa con un estruendoso portazo. John no hace el más mínimo esfuerzo en ir a buscarla, ahora mismo está muy molesto y enfadado al igual que María. ¿Por qué su hermano no la escucha? ¿Por qué no la cree? Él piensa que ella está celosa. ¿Celosa de qué? ¿De que pase más tiempo con ella? ¿De qué le haga más caso que a ella? ¿De que la quiera más que a ella? ¡Pues sí! Está celosa, además de enfadada e irritada con Beatha. Ella se cree que lo tiene todo controlado pero de eso nada. Ya se las verá con María. Ya se ocupará ella de que su hermano se entere de lo que hace a sus espaldas y de todo lo que ha hecho, pero ahora tiene que expulsar toda la furia que lleva dentro. Entre todo lo de Daniel y ahora lo de John está que echa humo por las orejas. Tiene demasiada ira acumulada y necesita canalizarla y hacer que se evapore. Sobre todo eso, que se evapore. Y para ello tiene el plan perfecto.



Todo es posible [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora