La tenue luz de la mañana se filtraba por la fina tela de las cortinas, el canto de las aves le daban la bienvenida a un nuevo día. Abrí levemente un ojo para mirar hacia la ventana, solté un quejido antes de finalmente levantarme de la cama. Me estiré para tratar de quitarme la somnolencia.
Ya de pie, me dirigí al baño, me lavé la cara, me arreglé el cabello y me vestí. Saludé a Cerbero, el cuál descansaba en uno de los sillones y finalmente abandoné mi habitación, caminé rumbo a la cocina. Por los largos pasillos soltaba algunos bostezos, hasta llegar frente a las puertas del comedor.
Al abrirlas, me encontré con varios de mis hermanos ya allí. Antes de avanzar, sentí que alguien se había apoyado en mi hombro izquierdo.
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-Buenos días, preciosa- escuché.
-Buenos días, Azy- saludé.
Escuché un bostezo proveniente de él antes de que ambos avanzaramos. Al adentrarnos en la cocina notamos que Yukío también estaba allí...¿Yukío allí? ¿Con los arcángeles?
-Buenos días- saludamos Azy y yo.
-Buenos días- nos saludaron los demás.
Inmediatamente ambos nos sentamos en la mesa, frente a los lugares de Yukí y Leo. Los miramos un rato en silencio, sin decir una palabra, hasta que Azy decidió hablar.
-Y...¿Por qué la Snyder está aquí?- cuestionó el pelinegro.
-La "Snyder" ya es parte de nuestra familia, Azrael. Ella ha estado desayunando junto a nosotros desde que ambos se fueron- mencionó Uriel.
-Prácticamente soy la favorita- exclamó Yukío dirigiéndole una mirada burlona a Azrael.
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Yo reí levemente.
-Vaya, creo que tienes competencia, Azy- me burle.
-¡Claro que no! Nadie es competencia para mí- comentó él.
-¡A desayunar! -anunció Galim sirviendonos el desayuno- y espero que no haya ningún inconveniente o pelea.
