"Ella se ve fría, pero no lo es, en realidad es muy dulce y tierna, sólo tiene miedo a que la lastimen otra vez".
-...Serás una de mis lindas muñequitas...
"Muñequitas", lo había escuchado tantas veces que incluso de vez en cuando me lo creía, después de todo así era como me veían, como una muñeca, una muñeca que podían admirar y usar a su antojo, una muñeca de porcelana que se rompería con solo tocarla.
¿Pero era realmente así? No, yo no era así, yo hace tiempo que había dejado de bajar la cabeza, ya no me sometería ante nadie...no encajo con la descripción de "sumisa".
[Narra Azrael] -No es que diga que seas flojo en el deporte, solo que el fútbol no es para ti, Leo- exclamó Joaquín.
-No es mi culpa que insistan en ponerme de arquero, ¿Sabes?- se quejó Leo.
Los tres caminabamos por los pasillos de la escuela, pues acabábamos de jugar un partido de fútbol (el cuál perdimos), aunque no es como si me importara, los deportes no me gustan mucho, soy más de entrenar con espada y todo eso.
-¡Oh no! -Leo detuvo nuestro paso, así que confundido levanté la mirada.
-¿Pero qué carajos?- exclamé molesto.
Pude ver que a unos metros estaban Nil y ese tal Dante, él la tenía acorralada contra la pared...estaban demasiado juntos, mucho.
-¡Voy a matarlo! ¿Como demonios se atreve a meterse con mi...hermana?
Me acerqué dispuesto a alejarlo de ella, sin embargo me detuve a mitad del camino al verla a ella, pues ya no poseía la mirada de debilidad que mostraba desde que nos fuimos del cielo. Por primera vez durante todo este tiempo, pude ver aquella mirada que siempre tenía, por primera vez pude verla de la misma manera en la que siempre la veía...desafiante, fuerte y dispuesta.
Ella frunció el ceño y en un instante, lo tomó de la camisa; yo sonreí. Leo y Joaquín llegaron a mi lado, pero no me atreví a detenerla. Es más, por experiencia creo que es él que necesita que lo defiendan... porque cuando se trata de Yukío y Nil, ambas muestran ser demasiado impulsivas.
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-Oh, solo miren esto- les susurré a Leo y Joaquín, pues no puedo negar que lo disfrutaría.
Aunque estábamos a una distancia prudente, podía escucharla perfectamente, sentía que tenía el primer lugar en una pelea de Michael.
-No sé que impresión tengas de mí, pero estás muy equivocado si piensas que seré sumisa ante los caprichos de un mocoso como tú...puede que las demás se sometan y sean tus "muñequitas", pero de mí solo obtendrás desprecio- exclamó ella con enojo.
Él la miró confundido por su actitud tan repentina, sin embargo luego sonrió con burla.
-Pues linda, me gustan las muñequitas, pero amo a las chicas salvajes como tú, me encanta el desafío, amor- dijo él.