Caminé en silencio rumbo a la oficina de Galim, pues me había mandado a llamar, supongo que era para explicarme sobre mi nuevo..."guardaespaldas". Una criatura bastante peculiar a mi parecer.
{Unas horas antes}
Me encontraba en el comedor tomando un café en compañía de Yushi y Leo, ambos sentados en los asientos a mí lado, mientras que en la cocina, apoyado en el mostrador para mantenerse lo más lejos de nosotros, se encontraba Azrael tomando su café en silencio.
-Ah -tomé un sorbo de mí café- podríamos pasear un poco por la ciudad, Yushi.
-¡Sí! Quiero pasear en la ciudad- respondió entusiasmado el pelirojo.
Yo solté una leve risa, enternecida por la respuesta llena de emoción que dió el menor.
-Muy bien. Podríamos ir con Leo -miré de reojo al pelinegro a mí lado- claro, si no estás ocupado.
-Yo...
-No puede -le interrumpió el pelinegro menor desde el mostrador- él y yo tenemos que hacer el conteo anual. De hecho tú también deberías hacerlo, pero supongo que lo harás más tarde con Galim.
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<<Que metido>>
-Azrael tiene razón...-Leo sonrió levemente en forma de disculpa- lo siento, no podré acompañarlos esta vez, pero prometo ir en cuanto tenga tiempo.
-Ya veo, no te preocupes Leo, yo me encargo de Yushi -exclamé con una leve sonrisa mientras tomaba otro sorbo de mi café.
-¿Nil?- me llamó el pelirojo.
-¿Si Yushi?
-¿Qué es eso?
-¿Qué cosa?
-Lo que revolotea en tu cabeza.
Al oír aquello mi mirada se levantó hacía arriba, extrañada observé que efectivamente, había algo revoloteando sobre mi cabeza. Una figura pequeña pero extraña.
-¿Qué demonios es eso?- cuestioné sin poder salir de mí asombro.
-Es una semiesfera dorada, tonta- comentó Azrael dándole otro sorbo a su café.
-¿Tonta? -mi mirada ahora se fijó en el pelinegro, fruncí levemente el ceño- no me digas Azrael. No me dí cuenta que revoloteaba sobre mi cabeza una maldita semiesfera ¡No seas idiota! ¡Claro que sé que forma tiene!
-Debe ser un regalo de Galim- exclamó Leo, intentando aligerar el ambiente.
-Siempre mimando a su niña preferida- soltó el pelinegro menor.
Algo en mí reaccionó. Sí, la irritación se apoderó de mi cuerpo. No soportaría aquél trato de nadie y mucho menos de él. Rápidamente me puse de pie con molestia, y lo primero que atiné a hacer antes de responder a sus comentarios fue taparle los oídos a mi pequeño Yushi, no quería que escuchara los insultos a continuación.