Ya son las 3:30 de la madrugada, y yo aun sigo en mi oficina, como todas las noches desde la caída de Yukío. Era algo que solo Joel sabía, pues ambos regresábamos a la misma hora a nuestras habitaciones. Bueno, Azrael también lo supo por la vez en la que me quedé en su cuarto por la llegada de Yushiro. Él al verme llegar tarde tan seguido me hizo prometerle que dejaría de trabajar hasta tarde. Lo intenté, durante una semana lo intenté, pero no pude.
Los archivos y los números me hacían olvidar mi pena, y cuando el trabajo se acababa simplemente bebía hasta hartarme. La misma rutina, y no es porque sea egoísta con las personas que se preocupan por mí, es solo que lo único que invade mi mente son los recuerdos de ellas, Yukío y Esther.
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Esther fue la mujer que me enseñó sobre el amor, ella me sacó de ese pozo oscuro y sin salida. Ella se esforzó por entenderme. Fue una buena mujer, y fue la única durante mucho tiempo, incluso luego de su muerte.
Yukío, ella fue la mujer que le devolvió el color a mí vida a su manera. A ella no le hacían falta palabras dulces o gestos cariñosos, con su simple presencia me hacía sentir bien.
Sin embargo, ahora no las tengo a ninguna de las dos. Solo me quedan recuerdos. Recuerdos que me atormentan cada noche y aveces de en el día.
Había algo que rondaba en mí cabeza, un presentimiento. Tenía una voz en mi cabeza que a veces me susurraba que había algo más, que esto no había acabado. Incluso tuve un sueño...fue hace mucho, soñé con un bebé, en el sueño yo lo cargaba con ternura. El niño era idéntico a mí, llegué a la conclusión que era mi hijo y que la madre era Yukío, lo deduje por los ojos del niño.
Esa era la razón del aprecio que le tenía a Yushiro, pues en el fondo sentía que padre había traido a Yushiro para mantener vivo el recuerdo de Yukío y que era mi deber protegerlo de cualquier cosa. Pero para eso también estaba Nil, creo que ella también sintió lo mismo o tal vez ve reflejado en él el recuerdo de sus hijos.
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Nil, cada vez que desaparecía yo sabía que bajaba al infierno para ver a Yukí. Desearía hacer lo mismo, pero me es imposible. Nil no lo sabe pero, los Arcángeles podemos abrir portales al infierno a voluntad, sin embargo, si no tenemos el permiso de nuestro creador no podemos cruzarlos, si así lo hicieramos, nuestros cuerpos se volverían débiles y comenzaríamos a morir lentamente. Los únicos que pueden entrar y salir del infierno a voluntad son Azrael, Nilüfer y Galim; los primeros dos porque su cuerpo es más resistente ya que su trabajo consiste en manipular almas buenas y perversas. Mientras que Galim puede hacerlo por ser un juez, un Throno y Arcángel celestial de alto rango.