-Así que tú eres la recomendada por Galim, ¿No?- exclamé soltando un suspiro mientras miraba a la mujer frente a mí.
-Sí- asintió con simpleza.
-Simonette Marshall -mi mirada volvio a la carpeta que sostenía en mis manos con la información de la mujer frente a mí- causa de muerte...oh ya veo. Bueno, si Galim te mandó aquí es porque eres buena de verdad, confío plenamente en ello. Por lo que oficialmente tienes el trabajo, bienvenida al purgatorio.
-Agradezco la oportunidad, será un placer trabajar con la mismísima arcángel del purgatorio -ella sonrió levemente- le prometo que seré fiel a usted.
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-Bueno, tal entusiasmo y determinación son muy valiosos aquí. No seré una jefa dictadora, prefiero tratarte como una compañera, no como una criatura inferior. Después de todo, yo soy la encargada de ser justa para que las almas tengan su recompensa después de la vida terrenal.
-Entiendo.
-Bien, ya puedes retirarte, afuera de la oficina te espera uno de mis tantos ayudantes, Stephen, él te instruirá por ahora para que sepas lo que debes hacer. Si alguna duda o pregunta se te presenta quiero que no dudes en venir, aquí nos ayudamos entre todos.
-Gracias -ella se levantó de su lugar- trataré de ser lo mas eficiente que pueda.
-Estoy segura de eso.
Ella me sonrió por última vez para luego salir de mi oficina. Aquella chica tenía un aura agradable, me cayó bien desde que entró a mi oficina, algo en ella me era muy familiar, como si trajera recuerdos de otra persona, el problema era que hasta ahora no he descubierto a que persona me hacía acordar. Suspiré mientras me reclinaba en mi asiento; al parecer ahora tenia una secretaria solo porque Galim me lo había impuesto, pero en realidad no me molestaba.
A continuación, seguí revisando los archivos de las almas que Azrael había dejado mas temprano en el purgatorio, tenía que terminar aquello para llevarselo a Galim por la tarde. Así fue que estuve aproximadamente cuatro horas encerrada en mi oficina haciendo un detallado conteo para Galim, que cuando finalmente terminé se lo di a Simonette para que se lo llevara a Galim. Justo a la hora del almuerzo, todos salieron incluyendome, tenía pensado comer por ahí y luego volver al purgatorio. Sin embargo, fui interceptada en la salida del purgatorio.
-¿Hambre?- escuché.
Esa voz, últimamente la oía seguido a pesar de lo sucedido. Con un suspiro pesado mire de reojo hacia un costado solo para encontrarme la mirada atenta de Gabriel en mi. No parecia molesto ni nada, mas bien cansado.
