Las 8:00 de la mañana...el sol entrando por la ventana, la cama cómoda, las mantas calientes, Cerbero...Cerbero durmiendo sobre mi almohada...
Ni modo, tenía que levantarme...me senté en la cama y me estiré para desperezarme; luego me levanté, me cambié y peiné...por último acaricié a Cerbero para luego irme...
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Iba bajando las escaleras del departamento, pero en el camino me crucé con Yukío.
-Buenos días- saludé.
-Buenos días- respondió.
-¿Cómo te fue con Kira?
-Bastante bien...hasta ahora es muy obediente. ¿Y cómo te fue a ti con Cerbero?
-Pues, creo que tiene traumas de abandono o algo así...estuvo pegado a mí todo el día...yo creía que los gatos necesitan espacio, pero soy yo la que necesita espacio del gato.
Ella rió divertida.
-Bastante extraño tu caso...en fin, ¿Desayunamos en la ciudad?- propuso.
-Me parece bien- acepté.
-Bien, vamos...
Las dos comenzamos a caminar a paso tranquilo para finalmente salir del edificio en dónde vivíamos...la alegre ciudad comenzaba a despertarse, lo cuál sigue siendo raro para mí, he estado acostumbrada a ver colores oscuros en el infierno, que daban a entender el castigo que era estar allí. Mientras que aquí, los colores pasteles dan a entender que estar en el cielo es una recompensa por seguir las leyes de dios...a veces me cuestiono seriamente en si yo debería estar allí.
Charlamos de cosas al azar, hasta que llegamos a una cafetería y comenzamos a desayunar; casi todas las mañanas era así, no iba tan seguido al palacio celestial. Por lo menos Yukío y yo nos entendemos...en el palacio está Raguel y aún no me llevo bien con ella.
De repente, mi mirada se centró en la puerta de la cafetería, sonreí con picardía mientras le hacía una seña a Yukío, ella dirigió su mirada a la entrada observando como el arcángel de la muerte entraba con la expresión seria...parecía pensativo.
-Oh Azy~ No me digas que Miguel te echó del palacio hoy- exclamé divertida.
Él al escuchar mi voz, levantó la cabeza dirigiendo su mirada a dónde estábamos nosotras...luego se acercó un poco.
-¿Porque lo dices?- preguntó manteniendo la expresión seria.
-Porque vienes a desayunar en una cafetería en vez de desayunar en el palacio...- respondí.
Él solo se limitó a suspirar y levantar una ceja.
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