Cap #47

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Hannibal sentía como las lagrimas se acumulaban en sus ojos, pero no dejo salir a ninguna, sabia que no debía mostrarse débil ante su oponente. Contuvo las lagrimas, respiro profundo y te dejo suavemente el suelo bajo un charco de sangre. Se levanto y miro severamente a Gabriel, quien tenia una sonrisa de locura en su rostro.

Gabriel: Que pasa Dr. Lecter, se ve molesto. No tiene porque estarlo. (**) esta un lugar mejor.

Hannibal: Si lo esta...

Gabriel: Ahora que (**) no esta, tendré que matarlo a usted, no puedo darme el lujo de quede libre.

A paso veloz, Gabriel se acerco a Hannibal para insertar su navaja en su cuello. Pero esta fue detenida por el. Antes de que pudiese parpadear, Hannibal azoto en el suelo a Gabriel. Quito la navaja de su mano y violentamente la inserto en su rodilla derecha e izquierda. El gritó debido al dolor que le provoco la navaja en sus rodillas.

Hannibal se levanto y dejo la navaja el piso. Lo sostuvo de las manos para llevárselo arrastrando al sótano. Al llegar al sótano, lo coloco en el suelo. En una esquina para ser precisos. Ya que las heridas en las rodillas no le permitían caminar bien.

Gabriel: Que vas a hacer ahora?... Matarme?... Dudo mucho que vayas a romper la promesa que le hiciste a (**).

Hannibal volteo a verlo con una mirada fulminante.

Gabriel: Ohh... Si. Ella me contó todo sobre la promesa, sobre ese día en el auto, cuando salió aterrorizada del auto.

Mientras Gabriel decía cualquier cosa con tal de hacer perder el control a Hannibal, el preparaba una droga alucinógena, que le provocaría una muerte ingeniosa. Apunto con una jeringa hacia Gabriel.

Hannibal: Deja de mencionar su nombre..

Gabriel: Dime, Hannibal... Que se siente no haber podido salvado a tu amada?.. Que se siente tener toda esa impotencia y no poder hacer nada?...

El se acerco a Gabriel con unas tijeras. Con ellas corto su ropa, dejándolo en bóxers.

Gabriel: Oh si vas a quitarme la ropa?... Ademas de caníbal eres un pervertido enfermo.

Hannibal: Shh...

Su mirada era severa y seria, Gabriel buscaba señales de ira e impotencia en su rostro, pero no hallo nada. Era como si todos los sentimiento que podía tener un ser humano hubieran desaparecido. Aunque el sabia exactamente la razón de su mirada fría e inexpresiva, Hannibal no es un ser humano.

Aplico alcohol en un algodón para esparcirlo en su antebrazo y cuidadosamente inserto la jeringa en su brazo, administrando aquella peculiar droga.

Gabriel: Que me inyectaste?..

Hannibal: Una droga.

Gabriel: Que clase de droga?...

Hannibal: Bueno tiene un nombre muy largo y dudo mucho que lo vayas a memorizar. Se le conoce como droga caníbal, esta como su nombre sugiere, te provoca ansiedad, paranoia, psicosis demencial, ansiedad y mucha hambre.

Gabriel; Aja.. Y con esto que?..

Hannibal: Tu mismo lo dijiste, no puedo matarte porque hice una promesa, así que tu lo harás, yo solo te di un empujóncito.

Gabriel: Explicate...

Hannibal: En los próximos minutos comenzaras a sentir todos los síntomas que te mencione antes y por consecuencia terminaras comiéndote tu solo. Si esto no te mata, lo hará tu perdida de sangre.

Al escuchar eso, sintió un escalofrío subiendo su espina dorsal. De todas las maneras que pensaba que Hannibal lo mataría, esta era la peor. Quiso levantarse, pero las heridas en sus rodillas no lo dejaban.

Hannibal sostuvo unas cadenas y lo encadeno de una muñeca a un tubo pegado a la pared.

Gabriel: Déjame ir, por favor. (gritando) No quiero morir de esta manera, torturame, cortarme partes del cuerpo, lo que sea, pero no me dejes morir así.

Hannibal: Lo siento, pero le hice una promesa a (**).

Los gritos eran de película de terror. Eran de terror, miedo y agonizantes. Poco a poco sintió como su vista se volvía borrosa, las extremidad de su cuerpo temblaban y la ansiedad, desesperación y locura lo llenaban.

Al poco rato dejo de gritar. Su garganta dolía de los gritos. Los gritos se convirtieron en carcajadas agonizantes. Era como si la droga le provocara la risa y la poco parte que quedaba de el consiente lo llenaba de terror. Lagrimas caían de sus ojos. Luchaba contra los síntomas, pero estos eran demasiado fuertes. En un movimiento desesperado, comenzó a morder su brazo libre, rasgando piel, músculos y venas. Su sangre salpicaba la paredes. Podía oír como masticaba su propia carne y la tragaba. Al poco rato había comido todo su brazo y su desesperación por querer mas provocaron que empezara a comer sus piernas. Para que las pudiera alcanzar, tuvo que romper las articulaciones de sus rodillas. Masticaba y tragaba sus dedos del pie y muslos. Sus carcajadas de dolor y la escena tan grotesca, eran dignas de una película snuf, de las que te encuentras por casualidad en la Deep Web.

Hannibal disfrutaba como Gabriel agonizaba de dolor por su auto canibalismo. Al poco rato dejo de comerse, ya que su perdida de sangre provoco que se desmayara y de esta manera muriendo.

Libero su cuerpo sin vida de las cadenas que lo ataban, para posteriormente desmembrarlo y envolverlo en papel encerado para dárselo de comer a los perros callejeros.

•••••••••••••••••••••

Los días pasaron para el pobre Hannibal. Había detenido a Gabriel, pero esto no lo hacia sentir mejor, tu muerte fue un golpe duro para el. No quería hacer esto muy tradicional, así que solo hubo un funeral de 1 día y para el siguiente había mandado a cremar tu cuerpo.
Las cenizas quedaron en una urna de plata con tu nombre y por debajo la fecha de tu nacimiento y la de tu muerte, decidió no esparcirlas y las mantuvo con el a un lado de su cama junto con el anillo de compromiso que te había dado. Su actitud se volvió fría y insensible, la muerte ademas de llevarte a ti, se llevo sus sentir y quizás su humanidad.

Un día de verano se levanto de la cama, se puso uno de sus trajes con camiseta y corbata para irse. Y no a trabajar, si no para hacer algo que no había hecho hace tiempo. Miro la urna una ultima vez.

Hannibal: Perdóname (**), pero debo romper nuestra promesa.

Sabia que lo que iba a hacer provocaría que lo persiguieran por siempre. Sabia que se metería en problemas con la FBI, pero esto no le importaba, de hecho como que le daba sentido y propósito a su vida. A pesar todo sabia que Gabriel tenia razón. El era monstruo que ve a sus víctimas no como humanos, si no como cerdos. Cerdos para el matadero.

The Chesapeake Ripper ha vuelto.

//EN PROCESO DE RE-EDICIÓN// Get in my mouth (Hannibal & lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora