El mundo a sus pies se había detenido.
Todo aquel que se moviera o le hablaba ante sus ojos miel no se veía. Sólo podía tener fijos sus ojos en aquella pequeña espalda que se alejaba de su vista.
Los pequeños recuerdos regresaron a su mente. Todo parecía un sueño irreal. Aquel pequeño que había entrado a su vida preguntando por su padre y que había ablandado su corazón al intentar pagarle por su amistad estaba frente a él como todo un adolescente conservando algunos de sus rasgos infantiles y, lo más importante, aquella brillante sonrisa que iluminó su vida.
-¡Mark! -gritó, Rafael, al ver como su amigo corría en dirección a las puertas.
Mark corría como si su vida dependiera de ello. Cinco largos años sin saber nada de él y una oportunidad que no dejaría escapar de sus manos.
Corrió entre los pocos alumnos que había en los pasillos del instituto. Hacía poco rato que habían salido del gimnasio ¿Dónde podía haber ido tan rápido? Preguntó a cada alumno que se encontraba en el pasillo, pero al parecer no todos lo conocían, así que simplemente le respondían "¿Quién es Justin?"
-¡Oye tu, espera! -gritó tomando a un chico por sus hombros- Oh, mira eres tú. ¿Cómo va tu herida? ¿Te sigue doliendo?
-Un poco, aunque ya esta...-explicaba distraídamente, David, hasta que notó como la persona trataba de aguantar su risa- ¡Eres tú! ¿De qué demonios te ríes, viejo?
-Nada, nada, no es nada. -se aclaró la garganta- No quiero volver a pelear contigo, pero necesito que me digas algo, ¿eres compañero de Justin?
-¿Quién es Justin? -preguntó desinteresado. - No recuerdo los nombres de mis compañeros, sólo los de mis amigos. Es algo complicado, pero siempre que quiero aprendermelos, nunca los recuerdo. ¿Cómo es su apellido?
-¿Apellido? -Mark se maldijo por dentro. ¿Cómo había olvidado preguntárselo?- No lo sé, pero es bajito, su cabello es castaño, tiene ojos marrones...
-Existen demasiados chicos como él. -exclamó, David- Mira, el de allí es como tú lo describes -señaló a un chico que ante sus ojos era totalmente diferente al castaño.
-No, él no es. -exclamó suspirando- Estaba vestido con una camisa negra y roja a cuadros. Creo que se fue con una amiga. Era rubia, tal vez la conozcas.
-¿Rubia? -pensó, el menor- ¿Estás seguro que estaba con un chico? ¡Espera, ya se de quien hablas! Estás buscando a Sandez, ¿verdad? -preguntó arrastrando el apellido del castaño, David- La rubia se llama Sabrina. Ambos son compañeros mios, pero dime, ¿por qué buscas a Sandez?
-No es de tu incumbencia. -espondió, Mark- Sólo necesito saber donde están.
-Te lo diré, pero con una condición.
-¿Qué quieres? -chasqueó su lengua.
Estaba apurado, sus compañeros saldrían a buscarlo en cualquier momento y tenía que encontrarse con Justin sin importar qué.
-Mantén alejada a Sabrina de él por solo cinco minutos. -pidió.
-¿Y eso, por qué? -preguntó curioso.
-Sabrina vive pagada a su lado, nadie puede hablar con ella sin que él aparezca llamando a su amiga. -se quejó- Y si tú la llamas, ella te dice que no puede hablar contigo porque Justin la necesita.
-Te gusta la rubia, ¿verdad? -rió y el ojiverde sólo se sonrojó- Descuida pequeño, te regalaré cinco minutos con tu princesa.
David dirigió a paso veloz a Mark en busca del pequeño castaño. A medida de que caminaban por los pasillos, Mark notaba como más estudiantes iban apareciendo. Sus compañeros estaban por terminar con la revisión de los alumnos y él aun no encontraba a Justin.
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El chico de la puerta de al lado. [LGTB]
RomanceA sus 25 años nuevamente Mark se encontraba en una habitación esperando a su cliente. No era nada nuevo para él, era una realidad que habría preferido no elegir para sobrevivir en el mundo. Desde que había ingresado a aquel sucio mundo se podía deci...