✽ Sesión Fotográfica.

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El atardecer comenzaba a bañar las calles junto a las casas y los altos edificios de la ciudad. Miles de personas regresaban de sus trabajos agotados por un largo día de trabajo. Se podía observar a las madres regresando con sus hijos pequeños de la escuela y que sonreían de alegría.

Frente a un moderno departamento, tres personas estaban paradas frente a la puerta adornada con un dorado número <19>.

-¡Si, hemos llegado! -gritó abrazando a su profesor- Vamos, vamos, abra la puerta quiero ver a Gabriel

-¡Sabrina, suéltalo! ¡No puede respirar, mira su cara! -exclamó, Justin, señalando la cara que comenzaba a tomar un tono violeta en el hombre.

-Ups, perdón.

-No pasa...nada -balbuceó, el mayor, recuperando el aire perdido- Pero debo decirte que Gabriel no ha llegado aún de trabajar.

-¿Queeé? ¡No puede ser! -protestó haciendo un puchero con su boca, dejándose caer contra la puerta.

-Me ha mandado un mensaje avisándome que llegará algo tarde, aunque llegará -murmuró dándole esperanzas a la rubia.

- Y eso me da tiempo para hacer unas cosas.

-Sabrina -la llamó, Justin, mirándola dudoso- ¿Qué estas planeando hacer?

-Es un secreto -sonrió moviendo su dedo- ¡Vamos, Marcos, abre la puerta!

-Sabrina, soy tu profesor debes tratarme de usted -le recordó recibiendo una mueca divertida por parte de la rubia, quien solo le sacó la lengua.

[=]

Del otro lado de la ciudad un rubio corría por el hospital causando la risa de miles de niños y personas que se asomaban por las puestas de sus habitaciones para observar que sucedía. Sin embargo, aunque a Mark le gustaba ver felices a sus niños, no le agradaba la idea de morir en manos de una psicópata medica clínica.

-¿Cuántas veces quieres que te pida perdón, Miriam? -gritaba huyendo de su compañera- ¡Deja de perseguirme!

-Ven aquí rubio, solo quiero que me pidas las disculpas a la cara -exclamó, la pelianaranjado- No vuelvas a mandar al idiota de Rafael a hacer tu trabajo.

-¿De qué te enojas? -preguntó esquivando a unos ancianos en sillas de ruedas- ¿Qué te haya mandado a Rafael no te ha hecho disfrutar una conversación con él? Yo en tu lugar disfrutaría calladita.

-¿Eh? -la mujer enrojeció al comprender sus palabras- ¡Ahora si te mueres, idiota!

La huída de Mark continuaba en los pasillos del hospital.

"Detente, bruja"

Miles de niños le gritaban a Miriam, haciéndola enojar más. Mientras tanto los otros profesionales tan sólo miraban a la enfurecida mujer con lastima en su rostros por Mark. Sí Miriam lograba atraparlo, moriría en el acto.

Sin embargo, el hospital debía mantenerse en orden aunque estuvieran entreteniendo a los pacientes. Ya habían pasado diez minutos desde que la morena corría al pediatra y se escuchaban gritos.

Un hombre abrió la puerta de su oficina y se recostó sobre el marco de la misma. En cuando Mark pasó corriendo por enfrente de la puerta, lo agarró del cuello de su camisa por detrás y lo detuvo.

-¿Eh? -ladeó su cabeza, el ojimiel, para ver quien lo tenía agarrado con el miedo de que fuera Miriam. Sin embargo, se llevó una sorpresa.- Di-director.

-¿Qué estás haciendo, Mark?-cuestionó mirándolo seriamente.

-Es que Mi-Miriam. -balbuceó, el rubio- Ella está enojada.

El chico de la puerta de al lado. [LGTB] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora