✽ Malas pasadas.

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Los rayos del sol recién comenzaban a aparecer por el horizonte. Las luces de las casas comenzaban a encenderse al igual que las personas despertaban para comenzar su día. Por las avenidas se podía ver el movimiento de los autos y camiones yendo y viniendo por ambos lados de la carretera. Las aves comenzaban a volar liberando sus cantos por encima de los techos de las casas para dar comienzo al día y lograr despertar a aquellas personas que aún seguían durmiendo, como a aquel castaño al cual comenzaban a molestarle sus agudos cantos y los rayos del sol que se filtraban por la trasparente cortina de la habitación.

-Eh... ¿Dónde estoy? -mencionó una vez que sus ojos se abrieron y pudo adaptar su vida a lo que lo rodeaba.

Frotando sus ojos con el dorso de su mano se sentó en la cama observando el lugar. Al sentir un peso sobre su estomago se preocupó y levantó las sabanas. Un brazo le rodeaba la cintura. Miró al cuerpo que tenía a su lado, se tranquilizó y recordó todo lo que había pasado. Justin dejó escapar una pequeña sonrisa al ver al adulto durmiendo a su lado y como sentía la opresión de su brazo contra su cuerpo. Acostándose, nuevamente, se giró para verlo a la cara. Mark mostraba su rostro tan relajado que lograba verse un poco más joven de lo que era. Su respiración era pausada y tranquila, demostrando que estaba descansando pacíficamente.

"Tiene unas largas pestañas" pensó observándolas. Las largas pestañas rubias surcaban los ojos del pediatra luciendo hermosas y de una forma ondulada. Pudo divisar una creciente barba sobre el mentón y notó que su nariz era un poco puntiaguda, cosa que le hizo soltar una pequeña risilla. "Quiero hacerlo, pero tengo miedo que despierte" se dijo mordiendo sus labios. Pensando por unos segundos, sacó de mano derecha de debajo de las sabanas y la dirigió al rostro del mayor. Aún no lo tocaba, tan solos estaba a unos pequeños centímetros. Repasó superficialmente la forma de su nariz, bajando lentamente, hasta sus labios. Rindiéndose, apoyó su dedo suavemente sobre el labio superior del rubio y lo deslizó hasta abajo llegando a su mentón.

Suspiró observándolo. Su rostro, sus ojos, su nariz, sus labios, su mentón, todo le era perfecto. ¿Por qué tenía que ser tan difícil el poder demostrarle su amor? ¿Era por la edad? No, eso tan sólo era una excusa que creaba en su cabeza. ¿Sería por los recuerdo que le mencionó Gabriel sobre el pasado del pediatra? Tampoco lo creía. Eso era algo de su pasado y al parecer el rubio no quería recordarlo. Todos los humanos cometen errores y ese parecía ser el del pediatra. Entonces ¿Qué era lo que impedía demostrarle a Mark que lo amó durante años? Durante años esperó y rogó al cielo poder verlo nuevamente, años en lo que su mundo giraba en aquel hombre que conoció a sus diez años.

-Tengo miedo, Mark...-susurró al fin dejando escapar una lágrima.- Tengo miedo de que te alejes de mi otra vez. Miedo de saber que todo esto es un simple espejismo de lo que deseo. No quiero romper esta fantasía, mi fantasía perfecta...-deslizó su pulgar sobre la mejilla del adulto, haciendo que este por acto reflejo hiciera una mueca- Si te demuestro mi amor ¿Te irás? ¿Te alejarás de mi otra vez? No quiero volverá perderte. Esos son mis miedos, por eso he llorado anoche al abrazarte. Ya no podía fingir que estaba bien, he sido fuerte durante mucho tiempo pero hasta aquí mi armadura ha aguantado -dejando salir un par de lágrimas más se acurrucó contra el cuello de Mark. Se sentía tan cálido estar de esa manera. No deseaba volver a perderlo-, no quiero volver a perderte. Años atrás te entregué mi dinero para que te quedaras, esta vez te entregaré mi corazón.

Buscó su ropa, pero no hubo caso, no la encontraba por ningún lado. Decidió que más tarde se la pediría al adulto cuando despertarse. Aprovechando que aún era temprano optó por ir a preparar el desayuno para ambos. Tras abrir la puerta, se encontró con un ya despierto Sparqui que le movía la cola con felicidad.

-Buen día, Sparqui -exclamó cogiéndolo en brazos- ¿Has descansado? -le preguntó como si pudiera esperar una respuesta. El pequeño cachorro inquieto en sus brazos comenzó a olfatearle su cuello y cabello cuando lo acercó a su rostro para depositarle un beso en su pequeña nariz húmeda. A diferencia de Sparqui, quien volvió a darle un lametón sobre sus labios- Oye, ya te has robado mi primer y segundo beso, deja algo para tu dueño -rió bajándolo- Sin embargo, no le diremos nada a Mark, ¿de acuerdo?-miró al cachorro, quien salió corriendo y dando un brinco se subió a la cama del rubio escondiéndose bajo las sabanas.- Creo que ahora tendré que hacer tres desayunos -suspiró saliendo de la habitación.

El chico de la puerta de al lado. [LGTB] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora