"¿Por qué será que todos los hospitales son de color blanco?" Se preguntaba Justin observando cada uno de los rincones del hospital. Las pared de este estaban pintadas de color blanco y el suelo contaba con baldosas blancas de contorno negro. Cientos de personas iban de un lado al otro. Algunas sentadas, otras hablando con doctores o personal del hospital. Pacientes enfermos se paseaban acompañados por enfermeras vestidos con batas celestes. Niños correteaban por los pasillos jugando entre ellos. Se podía observar que ellos también eran parte del hospital, ya que todos vestían batas, y algunos estaban enyesados en sus brazos o andaban en sillas de ruedas. Varios doctores y enfermeras hablaban con aquellos pacientes que esperaban pacientemente en la sala de espera observando fijamente un letrero que indicaba el número de la siguiente persona que sería atendida.—Doctor Lend —el llamado de una chica por medio de un altavoz llamando la atención de los dos individuos— Se lo solicita en las ventanillas.
—Bien, vamos, Justin, Kelly nos necesita. —exclamó, el rubio, poniéndose en marcha.
¿Qué? ¿Otra oponente más?" se lamentó "¡No es justo!".
Caminando por los pasillos observó cada parte del hospital. Desde la sala de cirugías hasta las habitaciones. Al pasar por la zona donde descansaban los pacientes internados observó a un par de chicas dentro de una habitación. Las tres adolescentes estaban sentadas sobre una camilla y usaban un pijama igual. Sin darse cuenta, el menor se quedó observándolas desde la puerta con la curiosidad de saber porque estaban allí. Notó lo que estaba haciendo cuando una de las chicas bajó la revista que estaba leyendo y lo saludó con su mano. Correspondió el saludo, algo avergonzado por haber sido descubierto mirándolas. Aquella chica que lo saludó llamó la atención de las otras dos chicas, quienes compartían un libro, y las hizo mirar hacia donde estaba él. Ambas adolescentes imitaron el gesto de la primera y saludaron a Justin.
—Ven. —lo llamó la chica que en primer lugar lo saludó. Dudoso ingresó a la habitación y, al acercarse a las tres chicas, mencionó un "Hola" rascando su nuca.— Hola, soy Marín.
—Hola, yo soy Yuliana, pero puedes decirme Yuli. —sonrió una rubia.
—Y yo soy Layla, pero puedes decirme Lay. —finalizó por presentarse una azabache de ojos celestes. Claramente se podía notar que su cabello originalmente era rubio por sus cejas claras— Y tú, ¿Cómo te llamas?
—Soy Justin —respondió, el castaño—Eh... ¿Por qué están aquí?
—¡Oye, eso es personal! Es muy grosero preguntar eso —exclamó, Layla, acusándolo con su dedo índice.
—Lo siento, es solo que....—trataba de excusarse, el castaño. Sin embargo, no sabía que excusa soltar. Mark tenía razón, era un chico preguntón.—-Perdónenme, no tienen que responder.
—Descuida, Lay no lo decía de verdad. —mencionó, la rubia, dándole un golpe en la cabeza a Layla, quien chilló de dolor— Te lo mereces por torpe. Pues mira Justin, yo estoy aquí porque estuve con problemas de alimentación. —suspiró, Yuliana— Aunque ya han pasado unos cuantos años desde que estoy aquí y por eso no me avergüenza decirlo, aunque me molesta el recordarlo. —agregó.
-Oh, eh...Lo siento, no quería hacerte recordar cosas tristes.
—Descuida, como ya te he dicho no me avergüenza decirlo. —exclamó, la rubia.
—Entonces creo que nosotras también debemos decirlo, si tú te has animado. —comentó, Marín— ¿No crees, Lay?
—Sí, estoy de acuerdo. —asintió la de ojos claros.— Yo he tenido problemas depresivos. Desde los once años me autolecionaba —la azabache enseñó sus muñecas. Claramente, Justin observó en ellas pequeñas cicatrices en cantidades que iban extendiéndose por lo largo de sus brazos— A los trece años me corté más de lo que "debía" y eso me causó tener una gran pérdida de sangre que me mandó al hospital. Aunque ha sido un largo tiempo, ya estoy mucho mejor.
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El chico de la puerta de al lado. [LGTB]
RomanceA sus 25 años nuevamente Mark se encontraba en una habitación esperando a su cliente. No era nada nuevo para él, era una realidad que habría preferido no elegir para sobrevivir en el mundo. Desde que había ingresado a aquel sucio mundo se podía deci...