》Prólogo : Resert

3.4K 161 26
                                    

Su mente estaba en blanco. Sabía el porqué estaba allí, ya lo había hecho durante cinco largos años. La única diferencia, era que lo habían citado en un hotel.

Para Mark, el ser prostituto a sus veinticinco años no le era la gran cosa.

A los diecisiete años, luego de declarar su verdadera orientación sexual en su hogar, sólo recibió una simple oración de respuesta de parte de su padre.

"Toma tu bolso y vete."

Realmente no le afectó para nada el que Alberto, su padre, reaccionara de esa manera. Ya sabía lo que el hombre pensaba acerca de los homosexuales desde hacía años y esa fue la razón de que no le afectara su opinión.

De quién si se llevó decepción fue de su madre, de la que esperaba su apoyo y solo recibió un rechazo indirecto.

"Dame tiempo de comprenderlo"

Desde ese día jamás volvió a verla.

¿Por qué esperó durante tanto tiempo a confesarse a sus padres? Se preguntaran.

Les diré el porqué.

¿Qué podría hacer un chico de trece años que descubrió su orientación sexual luego de ver a su mejor amigo con su novia besarse frente a él? Le tomó la mitad de un año comprender que sucedía en él hasta que aceptó la verdad, era homosexual y estaba enamorado de su mejor amigo. Además había sido criado por un hombre que no se molestaba en guardar su opinión para si mismo cuando veía a otros hombres comportarse —como él lo decía— de manera "poco masculina".

"Estos maricas no deberían existir".

Podía asegurar que su padre no pasaba un solo día sin decir aquel refrán.

Finalmente decidió esperar hasta sus diecisiete años para irse de su hogar y mudarse con una tía hasta que cumpliera la mayoría de edad. Aquella mujer fue el único familiar que lo aceptó y terminó de pagar sus estudios.  Hasta la actualidad Mark no sabía si aquella mujer le había dado un lugar para no morirse de hambre solo por el hecho de que era viuda y se sentía muy sola o era porque realmente le interesa y apoyaba a su sobrino. De cualquier forma, el rubio siempre se sentiría en deuda con ella.

Con su mente en blanco comenzó a repetir los mismos pasos de siempre.

Entró en la habitación del hotel, cerró la puerta y caminó hasta el costado derecho de la cama. Un par de lámparas finas alumbraban todo el lugar. Las paredes eran de un color manteca con un par de cuadros viejos y desgastados decorándolas. También habían unos blancos sillones rellenaban el lugar. Muy sucios y desgastados en su opinión.

En el centro del lugar, en medio de dos vacíos armarios y frente a un televisor, una cama matrimonial.

"Haz lo de siempre, Mark"

Se repetía mentalmente.

Se quitó su saco y la remera arrojándola sobre una mesita donde yacía una lámpara y prosiguió con sus pantalones de vestir ceñidos al cuerpo. Sus manos velozmente se deshicieron de la hebilla del cinturón y se los quitó de manera brusca. Quedándose semidesnudo, luciendo sus apretados boxers negros, se sentó en la amplia y blanca cama.

"Ya está Mark, solo queda esperar. Tú puedes, lo has hecho durante cinco años. Sólo es una noche como las demás"

Sí, era una noche al igual que el resto pero cada una de ellas eran como la primera vez. La primera noche en que  vendió sexo por un poco de dinero para comer.

Ser rubio con ojos marrones casi llegando a ser claros como la miel y con un cuerpo atlético debido a la gran actividad física en su adolescencia le habían servido de algo. Su buena apariencia le facilitaba el atraerlos.

El chico de la puerta de al lado. [LGTB] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora