✽ Con el corazón en la mano.

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-¡Por favor, David, necesito tu ayuda! -suplicaba, la rubia- Se que es mucho pedir, pero hazlo por Justin.

-¿Y por qué lo haría por él? Sandez ni siquiera es mi amigo -exclamó, el ojiverde, cruzado de brazos.

Hacia unos pocos minutos de que Sabrina había recibido el mensaje de Justin diciéndole que llegaría un poco tarde para el examen y que hiciera todo lo posible para distraer a la profesora. Si bien la rubia se alivió por saber que su amigo vendría, también se preocupó por no saber qué hacer para distraer a la profesora y atrasar el examen.

Para ello estaba David, quien no parecía querer colaborar con la ojiverde.

-¡Te lo suplico, David! Si Justin no da el examen, tendrá que venir en vacaciones. -rogó desesperada.

-Es su problema por andar jugando al desaparecido.

-Si haces que la profesora se retrase, prometo cumplir cualquier cosa que me pidas. -comentó, la rubia, atrayendo la atención del adolescente.

Al escuchas sus palabras, los oídos de David se pusieron en alerta. Sabrina no era tonta, sabía desde hacía tiempo que David tenía sentimientos hacia ella. Aunque no quisiera hacerlo debía aprovecharse de ello por su amigo.

-Está bien, lo haré. -mencionó bajándose del muro en el que se encontraba sentado.- Solo si tú cumples tu parte de la promesa.

-Lo haré.

-Entonces mejor me voy a hacer mi parte del trabajo. Solo quédate a esperar a Sandez y cuando llegue vengan a la terraza de la escuela. -diciendo la última oración, el rubio se hecho a correr y desapareció tras cruzar la puerta de entrada del establecimiento. Sabrina, por su parte, se quedó frente a la puerta de la escuela esperando al castaño.

Los minutos pasaban y Justin no llegaba. ¿Dónde demonios estaban? Se preguntaba continuamente. Miró su reloj, por quinta vez consecutiva, y este ya marcaba la una de la tarde. El inicio de la cuarta hora ya había comenzado. Rogó que David hubiera podido distraer a la profesora de su trabajo.

Por un momento, la imagen del rubio llegó a su mente y consigo aparecieron preguntas. ¿Cómo podía estar el chico enamorado de ella? Apenas la conocía, es decir, si bien habían sido compañeros de clases, nunca compartieron ningún estilo de conversación o salida juntos. Es más, la rubia de vez en cuando ni siquiera notaba que faltaba a clases el adolescente. No por ser egoísta, sino porque David no formaba parte de su grupo de amigos y no le prestaba demasiada atención a los que no lo eran. El ojiverde no conocía nada de ella y aún así demostraba, con sus nervios y sonrojos, sentir algo por ella. ¿Cómo era posible eso? ¿Enamorarse de una persona sin conocerla? ¿Tal vez amor a primera vista? Ja, ni de broma.

"Ni de broma,Sabrina, recuerda lo que dijo Onodera¹: pensar en la frase amor a primera vista, es bastante irresponsable. ¿Qué se puede saber de esa persona con sólo haberla visto una vez?" Se dijo a sí misma "Simplemente, le gusta mi exterior."

Una agria sonrisa apareció en los labios de la adolescente. Ya estaba cansada de que todo el tiempo fuera así. Que ninguno de los chicos que se le declaraban se tomaran un momento de sus vidas para conocerla. Solo la querían su apariencia física y eso era algo que Sabrina detestaba.

Su cabello rubio y ojos claros de pequeña le ocasionaron miles de problemas. De niña, todas las madres de sus compañeras no hacían más que adularla diciéndole lo linda que era. Algo que perjudicaba a la chica, pues luego las hijas de aquellas mujeres no querían acercarles porque les molestaba que Sabrina quisiera quitarle a sus "mamis".

Ya un poco más grande, su primera mejor amiga la dejó con la excusa de que no podía conquistar al chico que le gustaba teniendo a alguien más bonita a su lado.

El chico de la puerta de al lado. [LGTB] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora