Capítulo 27: ¡ Sorpresa, sorpresa!

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¿Cómo suele ser la habitación de un chico adolescente? Lo normal sería encontrar en ella un gran desorden que volvería loca a cualquier madre, ropa fuera de sus cajones y desordenada arriba de la cama y en algún que otro mueble; ropa sucia debajo de la cama, apilada en alguna esquina o incluso mezclada con la limpia. Envolturas de comida chatarras sobre la cama o el suelo, uno que otro poster de chicas pegados en las paredes, un simple escritorio con una computadora y algunas pertenencias del dueño de la habitación. Si, así es como se tendría que definir la habitación de un chico adolescente, pero este no era para nada el caso de un rubio.

Su habitación era de un sutil color celeste con toques blancos, de seguro pintura que había sido colocada cuando era un niño y decidieron mantener ese color. Sobre una de las paredes había una pequeña cantidad de poster de bandas de Rocks, animes y algunas fotografías. Una pequeña biblioteca decoraba una esquina de la habitación junto a un escritorio con una computadora portátil y una pequeña lámpara. Un amplio armario blanco se encontraba bien cerrado con ropa bien doblada dentro. La cama se adaptaba bien a uno de los costados de la habitación y se haya algo desarreglada y con una guitarra criolla encima de ella. El suelo de la misma era cubierto por una negra alfombra, que en esos momentos se encontraba cubierta de partituras, algunas de ellas escritas, lápices y pequeños bollos de hojas.

Si bien no era para nada normal que la habitación de un chico se encontrara en esas condiciones, aún había algo más extraño, o más bien, fuera de lugar.

Apoyados contra la desarreglada cama, dos individuos se encontraban demostrándose su amor con ruidosos besos, caricias que sacaban pequeñas sonrisas y uno que otro comentario de amor que los hacían reír. Ambos estaban tan sumergidos en su burbuja de amor, que se habían olvidado que no estaban solos.

David estaba muy feliz por sus amigos, gracias al destino ambos pudieron corresponderse sus sentimientos y ahora estaban juntos. Pero...aunque los quisiera demasiado, como si fueran parte de su familia, aquella escenita de amor empalagoso comenzaba a irritarlo. Se habían juntado para hablar temas de la banda, no para besuquearse contra su cama como un par de desesperados. Comprendía que habían sido un largo tiempo en que ellos no pudieron demostrar su amor, pero si querían hacer eso tenían que organizar una cita donde el no estuviera presente o ir al cuarto de uno de ellos y hacerlo allí.

-Eres un idiota...- canturreaba un pelirrojo separándose de los labios de su novio y haciéndole un puchero con los labios a centímetros de los contrarios. El otro chico, por su parte, solo atinó a levantar una de sus cejas y acercar su nariz hasta el cuello del pelirrojo olfateándolo mientras sonreía.

-Sí, lo soy...-mencionó con su voz grave, depositando un sonoro beso en el cuello que olfateaba- Pero aún así, te enamoraste de este idiota.

-Ustedes saben que los quiero mucho pero... ¡¿Podrían parar de una maldita vez?!- gritó, el rubio, lazándoles las partituras que tenía en manos. Ya era el colmo, hacia más de media hora que estaban dándose "cariñitos" frente a su cara y lo ignoraban olímpicamente- ¡Si tantos deseos de estar juntos tienen, pues vayan al cine, a almorzar o a un motel! Juro que me ofrezco a pagar todos los gatos con tal de que paren.- dejó salir todo lo que estaba reteniendo en su garganta y se cruzó de brazos observando a sus amigos que lo miraban sorprendidos- ¿Qué?

-¿Has visto? Se ha enojado...

-Sí, lo he visto- apoyó, el azabache, negando con su cabeza. Colocando una mano sobre el hombro del rubio, lo miró seriamente a los ojos y mantuvo el contacto visual por unos segundos- Son más de cien billetes el costo de una habitación de un motel por tan solo una hora, y mínimo, necesito dos. ¿Tendrías esa cantidad de dinero?

-¡Cristian!- chilló, Samuel, lazándole a su novio la almohada de la cama del ojiverde, estrellándosela sin querer a su dueño, ya que el azabache la esquivó perfectamente- Perdón, Dav. ¡Todo es tu culpa, Cristian! No vuelvas a decir tonterías, ¿no ves que puede malinterpretar las cosas?

El chico de la puerta de al lado. [LGTB] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora