Capitulo 39: Los secretos tienen fecha de caducidad Parte II

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La preocupación es el sentimiento que nos inmoviliza en el presente por cosas que pueden llegar a suceder en el futuro.- Wayne Dyer

Había decidido distraerse con sus videojuegos luego de haber vivido tal escena vergonzosa en su propia casa, pero al momento en que la pantalla se iluminó mostrando la opción de "start" palpitando en ella, tres golpes secos en la puerta le hicieron volver su rostro.

-Justin ¿podemos hablar?- la voz de Noah lo hizo saltar de su lugar y pegarse contra el respaldo de su cama.

¿De qué quería hablar? Ellos no tenían nada de qué hablar... ¿o sí? ¿Acaso...acaso quería hablar sobre lo que había ocurrido minutos atrás? ¡Oh no, claro que no! ¿No era mejor para los tres que él fingiera que no había visto nada y así seguir con sus vidas tranquilas? Además... ¿qué podría decirle? Es decir... Ya suponía lo que había pasado entre él y su madre, no había nada que explicar...

Nuevamente los golpes en la puerta se volvieron a oír, seguidos de la voz del hombre.

-Pa-pasa...-balbuceó mientras le daba inicio a su juego en pausa. Quizás si no le prestaba atención al hombre, este se daría por vencido y se iría de su habitación sin traumarlo aun más.

El juego dio inicio, mostrando una gran cantidad de armas de las cuales elegir, y Justin le dio "click" a la cual le pareció más poderosa y la recargó a balas virtuales, dándole inicio a la casería de zombies repugnantes que se pegaban contra la pantalla de su televisor.

-¿Es nuevo?- preguntó Noah, refiriéndose al videojuego, mientras se sentaba en la cama del menor- No recuerdo haberte comprado ese...

-Sí, es uno nuevo-respondió sin voltearse a verlo- Lo compré con mis ahorros, ya sabes, no me gusta pedirte cosas...

-Sabes que puedes hacerlo sin culpa alguna, eres como mi hijo- le sonrió posando su mano sobre su cabello, removiéndolo un poco.

Deberíamos volver a jugar otra partida, algún día.- el castaño no respondió, simplemente siguió con su trabajo de matar aquellos mounstros que salían de aquel horrible hospital abandonado.

Los minutos pasaban y ninguno de los dos decía ninguna palabra. Simplemente en la habitación retumbaba el sonido de las balas estrellándose en las cabezas de los no muertos y los gemidos de ellos al morir. ¿Cuánto más tiempo pretendía estar el hombre en su habitación? Ya había alcanzado el nivel cinco, y este seguía detrás de él dejando escapar en algunos momentos comentarios acerca de lo genial que estaba el videojuego. ¿¡Cuando se iría de su habitación!? Su plan de ignorarlo para que se fuera había resultado ser un fracaso, y para su suerte la hora en que se tenía que encontrar con Mark para llevar a Sparki a la peluquería canina se estaba acercando y él ni siquiera se había podido duchar.

-Jus, hijo, podrías apagar un rato el juego. Quiero hablar sobre algo contigo-la voz de su padrastro lo congelo en su lugar, haciendo que uno de los zombies matara a su personaje virtual de una mordida, creando un "game over" de inmediato en la pantalla.

-M-me encantaría hablar contigo, Noah, pero la verdad es que estoy tarde para mi encuentro con Sabri y ya la conoces como se pone cuando la hago esperar.-una risa nerviosa salió de sus labios tras decir aquella mentira.

-Es necesario que hablemos, Justin.- le dijo, en tono serio.- Si cuando vayas con ella se enoja, puedes decirle que me llame y yo le diré que fue por mi culpa que te demoraste.

-Pero...

-Justin

-Está bien...-bufó bajando su mirada.

Noah le sonrió y palmeo una parte de la cama, invitándolo a sentarse junto a él. Con mucha pereza, el menor se sentó a su lado y no se atrevió a levantar la mirada para observar a su padrastro, simplemente se quedo allí recorriendo su propia habitación con sus ojos para poder distraerse con algo y ocultar sus nervios.

El chico de la puerta de al lado. [LGTB] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora