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Me había tocado la fibra de una manera sumamente insensible, no podía entender con qué derecho decía tales atrocidades con el fin de dejarme en ridículo de una manera tan horrible y hostil, el meterse conmigo era una cosa pero el hecho de nombrar a mi madre era algo totalmente distinto sentía que la rabia y la pena me abrumaban.

Las lágrimas no podía contenerlas por más que quisiese tenía demasiada rabia.

Me caí al pisar mal quedando frente a un pequeño río, el cielo no estaba estrellado pero sí la luna estaba a su tope y yo estaba jodidamente sola al igual que ella.

El sentimiento de angustia me sobrepaso al recordar a mamá y sus caricias, sus regaños, sus desayunos, su forma de desenredar mi cabello o de darme un simple consejo... Tantos recuerdos en mi mente en los cuales podía llegar a una sola conclusión, todo aquello había quedado atrás. Ahora no quedaba nada de ella ni siquiera una foto o una prenda solo su solemne presencia en mi mente a la cual cada día temía olvidar.

Es que acaso olvidaría su tono de voz o como era de suave su piel?, de verdad podía llegar el día en que no recordará su rostro?. Aquello me aterraba.

Mi madre siempre fue una mujer muy sumisa y dependiente de él, pero unos meses antes de enfermar cambio abruptamente y le enfrentaba con mucha determinación y coraje.

Estaba segura que a causa de su valentía mi padre la había golpeado más de una vez por decir que era una insolente, al igual que ahora hacia lo mismo conmigo.

Recordar todo esto ardía en lo más profundo de mi ser, cuantas veces la oí decir que debíamos largarnos de esta casa y emprender un nuevo futuro juntas, pero siempre le insistí que tuviese un poco más de paciencia con él debido a que todo su actuar era producto del estrés de su profesión. Pero yo sabía que las cosas iban mal y no quería que se separaran, siendo la persona más egoísta del mundo.

Ahora me daba cuenta de todo, John Leblanc lo único que hacía era maltratar a mi madre y la culpa nuevamente venía a mí alojándose en mi corazón, me arrepentía tanto de haberle insistido que luchara por nuestra familia.

Lleve mis manos a mi cabello apretándolo con dureza, todo esto estaba mal y ahora todos sabrían de mi fallecida madre.

- Marié?– Pregunto una voz masculina. Quite rastros de mis lágrimas y me medio voltee– Vaya estas...

- Terrible– Rellene sus palabras incomoda y él negó con una sonrisa.

- Quería decir, llorando.

Se sentó junto a mí y fijo su mirada en mi pierna que tenía una pequeña herida.

- Eso debió doler– Apunto mi pierna.

- Tengo peores dolores en este momento– Fruncí mis labios.

- Entiendo... supongo que todos tenemos problemas– Dijo mirando el río. Sus ojos azules se mimetizaban con la claridad del río.

- Y tú?... que haces aquí Jota?– Dije mirándole.

- Yo solo caminaba– Dijo ensimismado por el río. – Te ves muy guapa hoy.

- Sí claro– Bufe cabreada y Jota río.

- Es en serio– Sonrió honesto.– No hay nada de lo que quieras hablar?, soy bueno escuchando.

- No tengo ganas de hacerlo– Respondí sincera.

- Puedo hacerte sentir mejor?– Me miro curioso.

- No creo que eso sea posible– Sonreí ante sus palabras

Cómo es que podía ser amigo de alguien tan idiota?

- Podríamos intentar una manera– Y un escalofrió cubrió mi espalda entera, aquello no se oía bien.

- Eres un chico guapo pero no eres mi tipo, lo siento– Advertí enseguida.

- Auch!... porque eres tan dura Leblanc!– Hizo un gesto fingido como sí le doliese el pecho, yo reí– Ya ves cómo te he sacado al menos una sonrisa.

- Muchas gracias, Jota– Le sonreí.

- Puedo hacerte sentir mejor pero... Pero no le puedes contar a nadie, aceptas?– Me miro con sus inquietantes ojos.

Comencé a jugar con mis dedos nerviosa mientras veía como me miraba de forma gentil.

- Vale– Solté al fin con un suspiro.

- Perfecto– Me sonrió de vuelta.

*-*

Las drogas son malas... jajaja

besos :D !

Subnormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora