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Daniel dio un paso adelante quedando frente a frente del ojimiel, el cual solo tenía una sonrisa burlona.

- Vete!–Espetó enfadado.

- Daniel, éramos amigos... Qué ha pasado?–Lo provoco dándole unos golpes en el hombro el cual lo aparto de inmediato–Pero si hasta compartimos a la misma chica.

Y mi corazón se detuvo.

Su mano en forma de puño intentando darle a la mejilla fue en vano, ya que Kyle se movió demasiado rápido para luego lanzar una carcajada.

- Ten cuidado con lo que haces, Schwartz–Sentencio volviéndose abruptamente serio.– Sabes que la C.C.M, te tiene en la mira y lo único que estas provocando es que la tengan a ella en el radar.

Kyle me apunto sin siquiera mirarme, solo miraba en forma de odio a Daniel.

- Eso jamás pasara!–Exclamo.

- Sí, claro–Bufo.–Nos vemos luego, dulce y querida Marié

Me lanzo un beso mientras que Daniel intento volver a enfrentarse a él pero lo impedí tomándolo de la mano.

- Tranquilo–Le intente calmar– Se ha ido, sólo ignóralo....

- Suéltame joder!–Exclamo furioso.

- Qué te ocurre? Yo no te he hecho nada!.–Respondí sorprendida por su actuar.

- Claro que has hecho–Se puso frente a mí volviendo el color verde mate a sus ojos.

- Así? Y qué es lo que se supone que te he hecho?–Me cruce de brazo.

- Aparecer en mi vida–Comento acido.

Y por acto involuntario, mi mano dio de lleno en su mejilla para luego echarme a correr.

- Marié...

Pensé en un momento que vendría tras de mi pero aquella era de películas. Cuando mis piernas no dieron más tuve que sentarme en una banca y me di cuenta que nunca me había sentido más sola que ahora.

Daniel no podía ser más idiota porque era imposible.

++

Ayer había sido un pésimo día y hoy...

Mi ceja sangraba, mi labio estaba partido y mis muñecas estaban completamente magulladas.

Caminaba rápidamente al lugar que sabía me la encontraría, quería matarla.

Aún tenía impreso en mi retina, la rabia iracunda de mi padre cuando sonó su teléfono avisándole de un mensaje. Se suponía que hoy sería un día normal, se suponía que él iba a comenzar a calmarse y yo intentaría no hacerle colmar la paciencia pero cuando me enfrento mostrándome su teléfono donde recibía un WhatsApp.

Era una foto de la fiesta de Bronx, en donde bailábamos Jota y yo.

Mi mundo se vino abajo. No había forma de justificar eso.

Esto era la tercera guerra mundial, sentía como cuerpo ardía buscándola entre la gente hasta que por fin di con la mesa de su grupo.

No sé en qué momento llego, pero tenía a Mica a la par mía que intentaba tranquilizarme. Supongo que me vio cuando entre a la universidad con cara de pocos amigos y conociéndome, eso no iba a buen puerto.

- Estas muerta–Sisee.

Los ojos azules de la rubia me miraron como si se tratase de un extraterrestre para luego darse cuenta del porqué de mi enojo y burlarse con sus amigas de mi aspecto físico.

Subnormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora