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Me encontraba tomando el bus de vuelta, eran cerca de las diez y media de la noche cuando marque el número de jota.

- Dios santo, Marié estas bien?-Hablo alterado desde la otra línea.

- Esto... sí-Murmure.-Voy de camino a casa.

- Vale, mañana juntemosnos donde Bronx a las dos.

- Sí, claro... Hasta luego-Corte la llamada antes de que preguntará algo más.

Aún quedan muchas cosas suelto en mi cabeza y pese a que estaba cansada para cuando llegue a mi casa, subí en dirección a la habitación de mi padre. Recuerdos vinieron a mi cabeza en tanto entre a ella, su cama estaba prolijamente hecha, en realidad todas las cosas en su cuarto estaban ordenadas.

Me percate que algunos de sus libros habían sido removidos y hasta faltaban algunos acerca de la combustión humana que le había encontrado la primera vez que había hurgado en su habitación.

Era obvio, el día de la muerte de mi padre de seguro se habían encargado de hacer desaparecer todas las cosas que vincularan al área 51 con mi padre. Tome una silla para luego ver la parte superior de su ropero, en donde había encontrado aquella caja que al parecer también se había encargado de hacer desaparecer.

Cuando mis esperanzas parecían desaparecer sentí algo en el fondo del armario y para cuando logre tomarlo me caí al suelo con ella, pesaba demasiado. Era un cofre de color café, tenía un candado por lo que baje con él y me puse a buscar algo con lo cual romperlo pero con costo había un cuchillo.

Al menos eso podía valer el intento, pensé.

Posicione el cuchillo encima del candado para luego con todas mis fuerzas llevarlo al candado, el cual torpemente emitió un chirrido para llegar a la palma de mi mano derecha.

- Joder!-Exclame adolorida.

Fui de inmediato hasta la llave para eliminar el exceso de sangre que había. Me sentía cansada, muy cansada, no había podido dormir en estas dos semanas y sumado a lo de hoy parecía que me desvanecería en cualquier momento.

Luego de utilizar un vago vendaje en mi mano herida, vestí mi pijama para intentar dormir algo.

***

Estaba en unas escaleras hecha de piedras, baje cada uno de los escalones algo temerosa y en cuanto llegue al último la imagen se distorsiono para luego estar en la universidad.

"Marié?" Me llamo su voz.

Me voltee rápidamente encontrándome con él, lucia relajado y feliz de verme. Extendió sus brazos a mí y corrí para protegerme en ellos.

Cuando alce mi vista para verlo todo cambio abruptamente, mi padre era quien me sostenía y ahora ponía sus manos en mi cuello.

"Eres una puta, una puta asesina"

El aire se desvanecía, y mi cuello dolía como los mil demonios. Intentaba responderle de alguna forma pero para cuando lo hice vi todo negro.

***

Me levante alterada y desorientada, igual que todas las noches tome mi teléfono el cual marcaba: 14 de diciembre 04.33 am.

Con el sudor aun presente en mi cuerpo me dispuse a tomar una ducha, necesitaba controlar aquella angustia que comenzaba a oprimir a mi cuerpo haciéndome sentir como un alma en pena.

++

Tenía frente a mí la puerta color café medieval y ni siquiera pude tocar cuando se abrió dejando aparecer a los gemelos los cuales ya me estaban abrazando.

Subnormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora