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Dos meses de mí llegada a Nevada y el otoño con sus ventiscas comenzaba a levantar toda la tierra de los alrededores formando pequeños remolinos. Casi podía asegurar que yo era la que los estaba moviendo con los ojos, después de todo la naturaleza no era tan aburrida.

Me encontraba ensimismada en ellos preparándome psicológicamente en que tenía que entrar a la jungla y dar un examen para el cual no había estudiado nada.

- Sí que debes estar tocada como para quedarte viendo un montón de tierra– Sonó la reconocible voz ronca.

- No veo algo más interesante en este jodido pueblo­– Respondí acida sin querer mirarle, no estaba de ánimos como para aguantar a Daniel.

- Entonces estas más loca de lo que pensaba, además que no es un jodido pueblo por algo es reconocido un Estado, listilla–Se burló riendo.

Aquello me sorprendió por lo que lo ataque con la mirada. Y no pude evitar que mis mejillas se tornaran rojas al ver su atuendo, unos ajustados pantalones negros con una camisa holgada dejando entre ver parte de su pecho mientras que con su mano izquierda sostenía un casco de moto, acaso no tenía frío?.

- Deberías cerrar la boca para que no te entren moscas– Contesto con una perfecta sonrisa burlona.

- Es que tu orgullo no puede ir más en alto?– Pregunte sarcástica.

- Digamos que entre más alto mejor y digamos que entre menos sinapsis mejor– Contesto divertido.

Mis mejillas se tornaron a color rojo vivo, era prácticamente imposible que hubiese escuchado lo que dije acerca de él y su grupo en la cafetería.

- Andas en moto?– Cambie el tema rápidamente fijándome en el casco que sostenía.

- No, solo me gusta venir a clases con un casco de moto– Le mire de forma fulminante y el río– No es obvio, cariño?.

Y vaya que lo era, demasiado para mi gusto, era una tonta por haber preguntado eso.

- No me digas cariño... No te he dado la confianza– Fruncí mis labios disponiéndome a entrar a clases.

- Pensé que el hecho de que siempre me mires embobada ya me daba la confianza– Contesto seguro de sí mismo.

- Pues adivina Daniel, te has equivocado– Tome mi bolso y me adentre al piso que me tocaba dejándolo solo.

Menudo idiota, pensé.

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- Es por eso que es fundamental tener claro que la combustión debe existir un elemento que arde y otro que produce la combustión, idealmente el oxígeno en forma de O2– Decía el canoso mientras anotaba unas formulas en el pizarrón.

- Definitivamente Armstrong es mi profesor favorito–Murmuro Mica.

- Yo no puedo entender como un oncólogo con enorme doctorado se encuentre dando clases de química en un Estado como Nevada– Dije mientras anotaba la formula.

- Un oncólogo?– Me miro extrañada.

Caí en cuenta que había soltado aquella pequeña parte que no quería que supieran.

- Sí, él atendió a mi madre hace unos meses– Conteste sin ánimos.

- A tu madre?, ella... Ella está bien?– Mica dejo de escribir para mirarme y recoger sus caídas gafas.

- Ella murió– Fruncí mis labios incomoda.

Sabía que Mica me seguía mirando pero no quiso ahondar más en el tema por lo que seguimos prestando atención a la clase.

Subnormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora