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Narra Daniel.

Luego de cepillarme los dientes y usar un pantalón holgado salí del baño aun haciendo movimientos leves en mi cabeza con la toalla, intentando quitar los excesos de agua.

Su cuerpo estaba de forma de ovillo en la cama teniendo una mezcla entre tierno y jodidamente sexy, era perfecta.

Mi camisa se había levantado más de lo permitido, tiré de la toalla por algún lugar de la habitación y acaricie levemente sus piernas.

Los brazos de Marié fueron hacia arriba dejándome notar su abdomen y mientras estaba maravillado con eso, bajo de golpe el pedazo de tela para luego ponerse sumamente ruborizada.

- Estas jugando con fuego–Le murmure.

- Yo... Yo no quise...

Intento esconder su rostro con sus manos pero se lo impedí entrelazando mis manos con las suyas. Ella miraba todo completamente anonada, era una mirada especial parecía transmitirme más de lo que hablaba; me hacía cuestionar si esto era lo correcto o no.

Mi teléfono comenzó a sonar y pese a que hubiese preferido no romper este momento solté de sus manos para coger la llamada y salir de la habitación.

- Ronnie–Le nombre.

- Espero Daniel que no hayas hecho ninguna idiotez–Espetó furioso.

- No sé de qué hablas–Conteste neutro.

- Oh sí que lo sabes ya Katy me contó todo–Cuestiono– tu segundo nombre no debiese ser problemas?!.Porque te aseguro que nada de esto va por buen camino, recuerda que estas mucho más vigilado que los demás.

- No lo estoy–Bufe malhumorado.

- Tu padre ya debe de saber todo–Me regaño.

- Esto no es tu problema.

- Es mi problema sí es que involucras a nuestra gente, sabes bien que si a esa chica la encuentran la mataran y no solo a ella sino que a ti con ella.

- No he involucrado a nadie, lo que haga con mi vida no debiese importante y voy a cortar la llamada–Ni siquiera lo deje responder.

Mi mano en segundo se tornó negra por lo que apoye la cabeza en la pared intentando calmar la rabia.

Odiaba ser controlado.

Odiaba ser Daniel Schwartz.

Odiaba ser subnormal.

Deje pasar unos cuantos minutos antes de volver a la habitación y pese a que tenía la intención de contarle todo de una vez, me la encontré nuevamente durmiendo plácidamente en la cama.

Mis deseos más oscuros afloraron.

Yo no quería amar a nadie, yo nunca amo a nadie... ¿Por qué arriesgo tanto? Me repetí.

Lleve mis manos a mi cabello algo atareado ante tantos pensamientos, definitivamente yo no amaba a Marié Leblanc sino que el saber que era hija de un militar había generado algún tipo de fijación con ella.

Conocía a su padre, John Leblanc con mi padre tenían la misión de controlar toda la misión acerca de los subnormales por lo que desde pequeño fui sometido pruebas de resistencia, habilidades y castigos por mi condición.

Qué podía entender un niño de cinco años que intentaban ahogar en una pileta con tal de demostrar sus habilidades.

Siempre las pesadillas venían a mí, los malos recuerdos, la forma que tenían de entrenarme para servir a la nación.

Subnormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora