11

121 10 136
                                    

Di una profunda inhalación, me sentía atrapada por las sabanas por lo que me removí levemente para luego inhalar y sentir un perfume que claramente era de un hombre. Abrí mis ojos de golpe encontrándome entre los brazos de Daniel y sentí que su belleza no le daba justicia a su rostro, se veía perfectamente dormido.

Parpadee nuevamente y él seguía frente a mí conteniéndome en sus brazos. Su respiración se sentía pausada y relajada por lo que no quería salirme de aquel cómodo lugar pero las ganas de ir al baño fueron mayores, me salí con cuidado para luego correr al baño.

Mientras me lavaba los dientes pequeños flashes venían a mi mente y recordar lo que era real, de lo que no, se estaba volviendo toda una tarea. Esta sería la segunda vez que Daniel me ve en un estado bastante penoso pero también era la segunda vez que mi corazón parecía paralizarse ante sus actos.

Escupí la pasta para terminar de enjuagar mi boca.

- Cómo has amanecido, cariño?– Sonó su voz detrás de mí mientras se estiraba provocando que su camisa se levantara dando cuenta de su musculoso torso.

- Yo... yo, esto... creo que la fiebre ya baja– Fueron las palabras más difícil que pude formular en mi boca quedando embobada.

Él se aproximó con paso firme y decidido, su cercanía me recordó cuando me robo el beso por lo que instintivamente cerré mis ojos para luego sentir su tacto en mi frente.

- Por qué pones la boca como trompa–Se burló.–Sí, creo que ha bajado bastante, me permites ir al baño?.

- Cla-Claro­– Tartamudee.

Qué creía, qué me daría un beso?, eso era ridículo!

- La verdad es que no me molesta que me veas, ayer me ofreciste muchas cosas que me gustaría tomar ahora– Susurro en mi oído.

Mis mejillas explotaron automáticamente, peor que una bomba nuclear.

- Idiota– Murmure saliendo con vista al piso mientras oía como el reía cerrando la puerta.

Decidí que como forma de agradecimiento debía de hacer mi especialidad... Huevos revueltos con picadillos de tomate y jugo de naranja, no era la gran cosa pero al menos era algo. La verdad es que era muy meticulosa, así que ordene muy bien la mesa para poder desayunar junto a un jugo natural de naranja.

- Mmm... Aquí huele jodidamente bien!– Exclamo bajando por la escalera y encontrándome con la sartén en la mano.– Y tú...– Me miro atento.

Creí que había dicho "también" en susurro para luego sentarse de inmediato y esperar a que le sirviera.

- Espero que te guste... Es una forma de agradecimiento­– Dije algo tartamuda.

- Conozco maneras más divertidas con las cuales me agradecen– Dijo con una sonrisa arrogante.

He aquí la aparición del idiota de Daniel Schwartz ya que cualquier momento tierno que pudo existir en ese momento se esfumo por lo que tan solo me limite a fruncí mi ceño ante su respuesta.

Puse un plato y tostada en la mesa para sentarme frente a él, algo malhumorada.

- No me apetece nada contigo, Daniel– Sentencie mientras me servía un poco de huevos.

- Eso no decías ayer por la noche– Canturreo con satisfacción lo que me hizo ruborizar.

- Es sabido que la gente que tiene fiebre tiende a alucinar– Recalque lo último– Así que no te des tanto crédito.

Subnormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora