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Tal como lo había dicho Jota, había un auto policial en el aparcamiento de mi casa y mis manos parecieron temblar.

Los recuerdos de mi padre gritándome zorra, perra, entre otras cosas, comenzaba a carcomer mi cabeza. Antes de poder colapsar Mica sostuvo mis manos y me sonrió brindándome apoyo.

Bajamos del auto, para encaminarnos hacia a la entrada de mi casa en donde recargado en el pilar había un hombre vestido de militar. Al notar mi presencia se levantó de inmediato para luego tenderme su mano, la cual estreche.

- Buenas noches señorita Leblanc, Mi nombre es Alex Reed–Sonrío.

Sus ojos eran de color miel, su piel blanca y su altura me superaba por mucho.

El contacto con su mano hizo que un escalofrió recorriera todo mi cuerpo para luego quedarme con su nombre dándome vueltas en la cabeza.

"Por qué no? La muy puta tuvo una aventura con Alex Reed desde antes de casarnos–Escupió enojado mientras se tambaleaba para luego tomar una botella de whisky."

- Yo era muy amigo de su padre, compartimos todo el entrenamiento pre-militar juntos y no sabe cuánto lamento su muerte–Continuo hablando, pero yo ya no le escuchaba.

"Pero tenía que venir él, el que se suponía mi mejor amigo...–Lagrimas comenzaron a salir de sus ojos– Se suponía que él debía cuidarte no follarte! Y en cambio de eso me dejaste a una jodida hija igual o más perra que tú."

- ­Quiero que sepa que John estaba yendo al psiquiatra de la institución y los papeles han informado que el poseía un tipo de depresión severa desde la muerte de su madre, a quien tuve el agrado de conocer personalmente–Pareció sonreír.

"Tranquilo? Como he de estar tranquilo sí tengo que cuidar a la maldita hija de Alex Reed, yo soy estéril joder!–Grito– Y tú madre no lo sabía, la muy idiota creía que me había engañado por lo tanto todas las noches depositaba una pequeña cantidad de químicos, con tal de vengarme de ambos"

- Quizás no me recuerdes porque deje de verla cuando apenas tenía seis años y...

- Alex Reed–Balbucee.

- Sí, que pasa?

- Mar, estas bien?–Se acercó a mí preocupada Mica.

- Yo... Sí, si claro–Murmure.

Pero sabía que debía lucir más pálida de lo normal, los recuerdos en mi cabeza indicaban que el sujeto que tenía enfrente a mí era...

- Sabe no es por ofenderlo señor Reed pero mi amiga ya ha pasado por mucho en tan sólo un día y creo que lo mejor es que pueda dormir unas horas antes del funeral–Hablo por mí Mica mientras tomaba mi mano.

- Oh, sí! Como no!–Exclamo.–El funeral será a las nueve de la mañana, las recogeré a eso de las ocho y media.

Sentí como todo mi cuerpo se tensó y por tanto apreté la mano de mi amiga.

- Señor Reed, sin ánimos de ofender pero... Creo que lo mejor es que nos encontremos en el cementerio–Y sentí un alivio enorme.

- Está bien–Contesto neutro–Hasta mañana entonces.

Con un leve asentimiento se retiró siendo escoltado por dos militares.

Entramos a la casa con una llave que había encontrado Jota, y pese a que pensé que me encontraría con un enorme desastre, no fue así. La casa se encontraba absolutamente ordenada, como si nada hubiese ocurrido ahí.

Subnormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora