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Los ojos de Marié permanecían abiertos mirándome asustada yo, en cierta parte, también lo estaba por lo que luego de debatirme unos minutos me decidí a contar todo.

- Claramente soy una mierda y antes de que decidas que hacer en cuanto a... A... A lo que sea que tenemos, te contaré todo.

Le mire duramente y vi como tragaba saliva nerviosa, normal, luego de que casi la violaba.

Tome una camisa para luego salir de la habitación en compañía de la castaña, que pese a que un momento creí que no vendría lo hizo. Me senté en la banca que estaba en el patio trasero de la habitación de Bronx para luego encender un cigarrillo.

- No te sentarás?–Ella negó con la cabeza aun algo asustada pero quizás más enojada ahora porque me veía fumar, lo cual me hizo gracia.–Vale, aquí voy...

Racconto.

El alejar a una madre de su hijo pequeño es sin duda uno de los peores traumas para ellos.

- Edward, basta yo no estoy de acuerdo con exponerlo a eso–Su voz alterada se colaba por la casa mientras yo permanecía sentado en el sillón esperando a mi padre.

- Amber entiende que él siempre fue planeado para eso–Grito de vuelta.

- No, él es mi hijo y no quiero que hagas nada!

Un golpe sórdido invadió la habitación callando a mi madre. Mi padre salió de la habitación sonriéndome con naturalidad por lo que en ese momento pensé que todo andaba bien, tenía tan sólo cinco años, mi padre me animo para ir a conocer donde trabajaba, y siendo niño, no había nada mejor que eso.

Claro, entendiendo una parte solamente.

Siempre estuve en Nevada, nunca tuve vacaciones o algo por el estilo por lo que salir fuera de la ciudad a conocer el trabajo de mi padre se podían asemejar a tenerlas. Cuando llevábamos cerca de hora y media de viaje nos adentramos a un cuartel, estaba demasiado alejado de la ciudad como para creerse que era aún parte del Estado, pero lo era.

De pronto estábamos en una habitación blanca, en donde llegaron cerca de diez personas con bata blanca a inspeccionar mi cuerpo. Pese a que insisti y suplique para que se detuviera, no lo hicieron y mi padre solo mantuvo su dura mirada.

- Es uno de ellos–Hablo uno de los sujetos a mi padre.

- Pues que esperan para hacer la prueba física–Espetó duramente.

- Pero solo tiene cinco años–Intervino uno.

- Los suficientes–Se limitó a responder.

Grite como pude cuando me tomaron de ambos brazos para arrastrarme a lo que parecía la zona de combate militar. Gritaba papá una y otra vez, tantas veces que duele recordarlo.

Asustado y tan solo llevando los pantaloncillos que mamá me había ayudado a vestir sentía como el frío se colaba por mi indefenso cuerpo, estábamos en invierno y pese a que la nieve comenzaba a caer mi padre solo me miraba mientras era escoltado por otros militares.

- Te haré el honor Leblanc–Hablo mi padre.

Uno de los sujetos alzo su brazo a modo de respeto y luego de un descanse soldado, procedió acercarse a mí.

**

- En cuanto te vi en la entrada de la universidad sus ojos me recordaron algo pero pase de ello, ya que ese día estaba enojado porque habían tomado la decisión de ponerme en cuarentena.

Subnormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora