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Intentar pasar desapercibida en una jungla como lo es la universidad era del terror.

Me apreté más hacia a mis libros intentando recurrir a algunas fuerza para enfrentar tal alboroto.

Los chicos pasaban mí, solían empujarme sin cuidado ni si quiera pidiendo unas disculpas de por medio. Esta actitud típica en las escuelas públicas me tenía cabreada, o quizás no era sólo en las escuelas públicas sino que también en las privadas pero no podía identificarlo a ciencia cierta porque cualquier tipo relación humana me tenía harta.

Cuando por fin leí "Oficina de registro académico" creo que mi corazón se llenó de un regocijo impresionante, me detuve al ver como la puerta se abría de golpe dejando ver a un atractivo chico de tés blanca y penetrantes ojos verdes, me miro con indiferencia y siguió su paso, mis mejillas comenzaron a tonarse cálida al darme cuenta que él me vio mientras le admiraba su físico como estúpida.

- Te juro que yo, no sé qué más hacer con ese chico – Bufo una mujer de unos 40 años.

- Recuerda la cuarentena– Murmuro la mujer a su lado.

Claramente ninguna de la dos señoras notaron mi presencia en aquella oficina por lo que cuando fijaron su vista en mí me miraron algo horrorizada, para luego una guardar la compostura e ignorar el tema del que hablaban.

- Esto... Hola?–Balbucee al sentir sus miradas cernidas en mí.

- Hola!– Dijo con una sonrisa la primera mujer que había visto.– Mi nombre es Marissa y ella es Clara, usted debe ser la señorita Leblanc.

La mujer que se quejaba del chico era Marissa y Clara era la que le había respondido algo acerca de una cuarentena. De seguro aquel chico debía estar reprobando asignaturas, pensé.

- Un gusto­– Murmure algo incomoda ante la minuciosa mirada de las mujeres.

- Vienes por tu horario?–Pregunto Clara, yo asentí.

- Bueno aquí esta, cualquier duda sólo ven... Siempre estaré yo o Clara– Contesto Marissa mientras que Clara me miraba de forma de desaprobación.

No entendí el porqué de la mirada de ella pero supuse que era por haber escuchado parte de su conversación, aquello había sido sin querer pero preferí pasar de ello, al parecer todas las personas en este Estado eran hostiles.

Definitivamente odiaba el estado de Nevada y al parecer, Nevada me odia a mí... Era un sentimiento mutuo.

**

La jornada universitaria había sido más agotadora de lo que había pensado, tener 4 cátedras acerca de la combustión y sus procesos químicos, me tenían mareada.

La elección de mi carrera universitaria había sido impuesta, creo que nunca en mis dieciocho años pensé estudiar bioquímica por lo que se me hacía aún más pesado entender la materia en sí.

Pero para mí buena suerte, no todo había sido malo debido a que conocí a una persona, aquello era algo que estaba en el número más bajo de mis prioridades cuando supe que llegaría a Nevada. Su nombre era Mica y tenía dieciocho años, su cabello era lacio, demasiado lacio, de un color rojo fuerte con el cual aminoraba su tés palida acentuando sus ojos café; era de contextura gruesa, pero no gorda sino que de caderas más bien gruesa; le gustaba vestirse con camisas hechas por ella con la cual jugaba con distintas tonalidades o las rasgaba desde algunos extremo, luciendo sumamente atrevida.

Ingreso en esta profesión porque le ponía ser una súper científica, aquello me tranquilizo porque cuando mi padre me presento la profesión en donde me había matriculado a mí cabeza vinieron dos palabra científica loca, queriendo morir en ese preciso instante

Mis opciones en cuanto a la elección universitaria no era como la gente normal, o era militar como mi padre o científica, ya que desde pequeña me insistía que uno tenía un deber con la patria por lo tanto debía estudiar algo en donde pudiese entregarle mis conocimientos y así ser buen ciudadano.

Camino a casa me sorprendió el hecho que este Estado se basaba en arena, arena y más arena, un jodido desierto. La casa que había comprado mi padre era similar con la excepción que en la parte delantera teníamos un gran trozo de césped pero la cual estaba llena de maleza, luciendo un tanto espeluznante.

El estruendo de una moto me hizo salir de mis pensamientos, aquel vehículo paso demasiado rápido y cerca de mí como para creérmelo. Es que aquí no había ningún policía que le pasara una infracción?, creí que me daría un infarto!, lleve mi mano a la altura de mi pecho para intentar vanamente tranquilizar mis latidos.

Un suspiro de alivio escapo de mis labios al percatarme que me encontraba en "casa", di llave y entre para arrojar mi morral en el sofá.

- Pá! Ya he llegado– Dije en voz alta pero no hubo respuesta.

Porque no me lo imaginaba?.

Desde la muerte de mi madre las cosas habían cambiado, mi padre doblaba sus turnos para poder así pagar mi universidad, siempre critique aquel sobre esfuerzo que hacía ya que con el rango que tenía era suficiente para llevar una vida bastante acomodada. Pero no, él insistió que los deberes van primero ante cualquier cosa.

Sabía que aquel lema no era más que una justificación, desde mi niñez hasta ahora siempre se caracterizó por ser ausente por lo que trabajar turnos extras para solventar la universidad era solo eso, una justificación.

Mi madre, Anne Wills, era la que se encargaba de todo y no sólo en las cosas del hogar sino que se encargaba de mí, de mis deberes, de mi crecimiento, de mi comida, etc.

Desde su muerte, hace unos cinco meses, no sólo ella había muerto sino que algo más murió y aquello era la personalidad de Marié. Solía ser una chica activa a la cual le encantaba estar rodeados de sus amigos en Wisconsin, saliendo de vez en cuando a pubs y divirtiéndose con un trago en la mano... Eso hace cinco meses atrás, ahora Marié era todo lo contrario, psicológicamente ya no le importaba la relación con sus ex mis amigos, ni si quiera contestaba los mensajes o llamadas, por lo que luego de unos meses se terminaron por cansar. Físicamente mi cuerpo había cambiado, estaba bastante delgado y mi rostro también adelgazo luciendo más pálido de lo normal, en San Diego siempre me caracterice por tener un excelente cutis bronceado pero en Nevado todo en mí dejaba mucho que desear.

Mi mirada se centró en el espejo grande del baño, ante tantos recuerdos en mi mente, pude notar mis ojos cafés que se veían sumamente oscuros mientras eran acompañados por unas ojeras de color morada daban la impresión que yo estaba digna para salir disfrazada en Halloween.

Tome una coleta para atrapar mi ondulado cabello en un moño alto, aquello también se había vuelto una costumbre. Antes procuraba ir a la peluquería cada tres meses, pero en estos cinco meses deje y aleje todas aquellas "femeninas" costumbres, haciendo que mi cabello fuese más largo de lo que alguna vez lo tuve.

Suspire de forma cansina al pensar en cómo la Marié del pasado definitivamente estaría cotilleando con sus amigos acerca del pésimo look de la nueva Marié, aquella era horrenda y sin vida.

Curve mis labios hacia arriba intentando darme algún tipo de ánimo, pero era imposible, aquella Marié no volvería jamás.

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Bueno sé que tengo pausada las demas novelas pero quiero aventurarme con esta nueva idea que surgio y bueno una muy buena amiga me insistio en que subiese por lo menos para ver posible respuestas, eso ! espero que la pasen a gente que conocen y si les gusta genial!

Subnormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora