-¿Por qué crees que yo podría saber algo?-preguntó Idra con tono burlón, mientras sonreía de medio lado mirando de reojo por la ventana. Estaba apoyada sobre su cadera izquierda y el hombro sobre la pared, sin mirar a la cara a Aaron.
-Porque en algún momento fuiste la compañera de Heben-exclamó este tratando de sonar amable para poder llegar a algo. A algún tipo de información que pudiera servirles para encontrar a Crista y a Heben.
La puerta estaba cerrada tras de sí y los demás del otro lado, escuchando que ella no decidiera hacer una acción suicida o que decidiera atacarlo.
Idra le lanzó una mirada con los ojos entrecerrados. La boca fruncida con disgusto.
-Antes era mi compañero. Ahora solo es un traidor-suspiró con fuerza tratando de alejar la furia que sentía y se sentó en la cama.
Se cruzó de piernas y apoyó su cabeza sobre la palma de su mano, mirando a Aaron con seriedad.
-¿Traidor le llamas a alguien que se ha enterado de una verdad oculta y decidió por su destino?-Aaron comenzaba a perder la paciencia. Si bien Heben no le caía del todo bien, porque la gran mayoría de sus conocimientos sobre él no le eran agradables y no lo conocía demasiado, sabía que adoraba a Crista y que una persona así, había sufrido mucho en su vida. Sin contar, que había estado viviendo en una mentira.
-Traidor le llamo a alguien que se contrapone a su naturaleza. Heben sirve para destruir, su propio carácter lo indica ¿Y qué si le mintieron? A mi mis propios padres me abandonaron y no me quejo-cada palabra era como un peso, como una aguja que se le clavaba en el corazón sin misericordia, sin perdonarla, como si estuviera pagando algún mal desde antes de nacer.
Aaron la miró sorprendido. Él no tenía idea sobre Idra. No se imaginó un abandono. Aunque, pensándolo detenidamente, aquella chica profesaba cierta tristeza y rencor que no eran normales en una persona que fue amada por alguien alguna vez.
Él suspiró y se dio cuenta de que el tema sería largo. Se sentó en el suelo y la miró fijo.
-Aaron, déjame pasar-inquirió Feuer de repente desde la puerta lleno de impaciencia, luego de escuchar toda la conversación.
-¿Para qué?-preguntó el alquimista de metal, sintiéndose fastidiado. Al fin y al cabo, así se dispersaría toda la conversación.
-Yo también quiero hablar con ella.
-¡Wow! Que codiciada soy-inquirió ella con sarcasmo.
-¡No te la creas tanto!-le gritó Aeris habiéndola escuchado.
-Me la creo si quiero-le respondió Idra como una niña-Y no vas a poder impedirlo.
-¿¡Crees que no!?
-Ven e inténtalo-la desafió con una risa burlona.
Aaron suspiró estruendoso y golpeó el piso de madera haciéndolas callar. La alquimista de la destrucción lo miró sorprendida, creyendo que se le habían volado los patos.
Este, sin prestarle atención se levantó y se volvió hacia la puerta.
-Puedes pasar-le dijo a Feuer al abrirla y este pasó con una sonrisa tranquila.
Almendra y Aeris lo miraron con impaciencia y él les cerró la puerta sin importancia. No tenía intenciones de lidiar con mujeres celosas y enfurecidas.
Feuer miró a Idra y la saludó con una sonrisa. Esta lo miró ceñuda y enarcó una ceja.
-¿Qué, vienes a contarme otra de tus horribles historias?

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Exilio
Ficção AdolescenteHeben y Crista escapan de Rosae Crucis hacia un nuevo destino teniendo en sus manos la piedra filosofal. Los dos comienzan con una nueva vida alejándose de sus amigos y sin poder mirar atrás...