Capítulo 13: Aventuras en el desierto

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Capítulo XIII

AVENTURAS EN EL DESIERTO

Tras pasar una noche en la acogedora casa de Melody y Ernesto, por invitación y cortesía de estos, el grupo retomó el viaje siguiendo el largo camino que les quedaba. A la mañana siguiente se despidieron agitando los brazos a ambos lados en el aire de los criadores, mientras se alejaban de la granja de chocobos. Jack no pudo evitar sentir un poco de tristeza al separarse de Vert. A pesar de haber pasado juntos poco tiempo, el mago le había cogido cariño a la pequeña ave. Supo que en aquel lugar estaría a salvo de los peligros del mundo exterior, al menos hasta que creciera y se convirtiera en un chocobo grande y fuerte.

Su próximo objetivo era el Cañón Cosmo, lugar dónde se encontraba la aldea de Kengo y origen natal de Rex. Les quedaba de camino al templo sagrado, de modo que decidieron acompañarle hasta llegar allí.

Esta vez el destino les había llevado al extremo de la pradera, en donde acababa la vegetación y todo rastro de vida. Ante ellos imponente se hallaba el desierto, donde el horizonte no mostraba más que sol y arena. A Eduardo no le pareció un lugar muy agradable para dar un paseo:

- ¿Qué lugar es este?- preguntó el chico, confuso.

- El llamado desierto de Geonyria, la zona más desértica y menos poblada de Limaria- contestó Rex a su pregunta- Existen rumores de personas que se han adentrado en este lugar y no han vuelto. Según dice la gente, este desierto está lleno de trampas mortales y de criaturas extremadamente peligrosas...- luego añadió- Entrar aquí sin un buen equipamiento y experiencia es un suicidio.

Aquellas últimas palabras no animaron a los demás miembros del grupo, cuyos rostros se mostraron intranquilos y no muy convencidos:

- ¿No estarás pensando en cruzar este lugar, verdad?- preguntó Marina.

El can la miró y con una sonrisa dibujada en la cara, dijo:

- Es evidente, ¿no crees?

- ¿Te has vuelto loco?- exclamó Erika- ¡Si entramos ahí nos perderemos, caminaremos en círculos, no saldremos jamás y moriremos de hambre!

- No tiene por qué ser así- respondió el perro- El Cañón Cosmo se encuentra al otro lado de este desierto. Con un poco de suerte llegaremos en una semana.

- ¿Pero conoces el camino hacia el cañón?- preguntó Eduardo.

Rex rió por lo bajo, y tras unos segundos les dijo a los demás:

- La verdad es que no. Siempre rodeo el desierto para evitar peligros en su interior. Por eso siempre tardo más o menos un mes en ir de un sitio a otro.

El grupo no creyó lo que oía. Pensaban que el perro conocía el camino, pero vieron que se equivocaba. Las dudas asaltaron a todos, que pensativos no sabían qué hacer:

- No creo que debamos entrar ahí así, sin mapa ni brújula que nos dé un rumbo fijo...- opinó Marina- Además, antes tenemos que comprobar que tenemos agua y provisiones de sobra para al menos una semana. Voto por rodear el desierto y llegar sanos y salvos al Cañón Cosmo.

- Pero un mes es demasiado, no tenemos tanto tiempo- intervino Jack, que luego se agachó para registrar su mochila y dijo- Tengo algo de comida, pero sólo para un par de días, ¿y vosotros?

Los demás también registraron sus mochilas, e informaron de lo que llevaban en ellas. Gracias a las provisiones que les habían dado Melody y Ernesto en la granja de chocobos, lograrían aguantar con comida y agua los siguientes días:

Final Fantasy: Memories of a PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora