Capítulo 9: Batalla en la Mansión Cornelio

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Capítulo IX

BATALLA EN LA MANSIÓN CORNELIO

Jack regresó al callejón donde vio por última vez a sus amigos, y esperó durante unos minutos a que aparecieran. Había registrado por completo la carpa del circo y sus alrededores, sin conseguir ninguna pista sobre el guardián de la fuerza ni otra información relacionada. Afirmó sin dudarlo que allí no se encontraba lo que buscaban. Le resultó extraño, de entre todas las funciones y espectáculos del mundo circense, no presenciar al misterioso payaso diabólico que les recibió en el camino de las montañas.

Al ver que no llegaban, el mago empezó a preocuparse. No era normal que tardaran tanto, y más cuando él mismo les advirtió que Mugget no era un lugar seguro para nadie:

- Esto es muy raro...- se dijo a sí mismo, pensativo- Con lo responsables que son ellos, ya deberían estar aquí.

En ese momento, algo en su interior se estremeció. Con profunda preocupación, dijo:

- No puede ser... ¿no será que...?

Dio rápidamente media vuelta y corrió para salir del callejón. Algo le decía que les había pasado algo, y debía ayudarlos cuanto antes. Sólo se le ocurría un sitio en el que podían estar, y deseó con todas sus fuerzas llegar antes de que fuera demasiado tarde.

Eduardo despertó en un lugar oscuro, en una estancia pequeña. Abrió poco a poco los ojos. Se sentía cansado y agotado, notó que le dolían las extremidades, y le costaba moverse. Vio sorprendido a Erika y Marina tiradas en el suelo, inconscientes a su lado. Tras unos minutos de descanso, logró levantarse. Le flaqueaban las piernas, así que tuvo que ponerse de rodillas:

- ¡Erika, Marina, despertad!- les dijo mientras las zarandeaba con las manos- ¡No es momento de dormir!

Finalmente las chicas despertaron, también con dolores en todo el cuerpo. Les costaba levantarse, pero las magas usaron un hechizo curativo para resolver el problema. Tras el proceso, los tres se levantaron nuevamente y miraron a su alrededor el lugar en el que se encontraban:

- ¿Dónde estamos?- preguntó Erika, tratando se situarse.

- Yo diría que en los calabozos de la sala de torturas...- afirmó Eduardo aferrándose a los barrotes y mirando al fondo del pasillo- Allí está la mesa con cadenas que vimos no hace mucho.

Marina alzó la vista al techo y logró ver una trampilla en lo alto:

- Hemos debido de caer desde allí arriba- dedujo pensativa- Seguramente tenemos encima de nuestras cabezas los aposentos de Cornelio. Su trampa nos ha encerrado aquí abajo.

- Bueno, sea lo que sea tenemos que salir de aquí- dijo Erika- Quién sabe lo que ese viejo magnate querrá hacer con nosotros...

- ¡Silencio!- gritó el mayordomo que los recibió en la entrada. Se acercó por el pasillo y les dijo- El señor Cornelio pide silencio antes de los juegos.

- ¿Los juegos? ¿De qué estás hablando?- interrogó Eduardo.

- ¿Ah, no lo sabíais? Don Cornelio planea divertirse un rato con vosotros viéndoos sufrir...antes de entregaros a la Muerte- añadió con una sonrisa malévola.

- ¿¡Qué!?- exclamaron los tres al unísono.

- ¿De qué conoce ese viejo a la Muerte?- exclamó Erika, sorprendida.

- Podríamos decir que son compañeros de negocios, nada más...- dijo el sirviente- A estas alturas ya les habrá comunicado vuestra presencia en Mugget y no creo que tarden mucho en llegar aquí.

Final Fantasy: Memories of a PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora