Capítulo 29: Reencuentro

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Capítulo XXIX

REENCUENTRO

Tras salir de la ciudad olvidada y del bosque dormido, la entrada a éste se cerró para siempre. Al parecer, Marina, había hechizado a los robustos árboles para que éstos sólo se cerraran únicamente cuando sus compañeros salieran de la niebla. La maga sagrada lo tenía todo preparado para que sus amigos no quedaran atrapados de por vida en la ciudad olvidada. La última Numu que podía entrar en ese lugar murió en su ciudad natal, y su cuerpo descansaba ahora en la entrada de la tierra prometida. Eduardo sabía que con la extinción de la raza de magos sagrados, la entrada a la ciudad olvidada no volvería a abrirse nunca más.

Sin embargo, en aquellos momentos no podía pensar en otra cosa que no fuera Jack. Desde la tragedia de su amiga no había vuelto a ser el mismo, y sabía que por mucho que intentaran animarle, las cosas nunca volverían a ser como antes. Los dos jóvenes también habían sufrido enormemente la pérdida de Marina, y aunque les costara mucho, sabían que tenían que seguir adelante.

El dolor y la tristeza aún los golpeaban por dentro, y muchas veces soltaban lágrimas, pero al menos se esforzaban por andar. Al contrario que ellos, Jack ni siquiera se movía. Se negaba a comer y a beber lo que le ofrecían los dos elegidos, y como un peso muerto y la mirada perdida se quedaba sentado en cualquier parte del camino en la que paraban a descansar. La muerte de Marina le había afectado tanto que incluso perdió las ganas de vivir, y en su estado parecía una débil llama a punto de apagarse en cualquier momento.

Eduardo y Erika habían hecho un enorme esfuerzo para moverlo y hacerlo caminar. La voluntad de ambos fue lo que hizo caminar al mago a pasos lentos y pesados, y hacerlo salir de la ciudad olvidada. Incluso fue muy difícil separarlo del cuerpo inerte de Marina y sabían que de no ser por ellos, Jack se quedaría eternamente a su lado y tarde o temprano moriría de hambre.


Los dos jóvenes no pudieron sostener más tiempo el peso muerto del mago, ya que habían cargado con él todo el camino, y éste cayó de rodillas y con las manos apoyadas débilmente en el suelo. Las lágrimas salían sin parar de sus ojos tristes y apagados:

- Dejadme aquí- pronunció débilmente Jack- Ya no me importa nada...Sólo quiero reunirme lo más pronto posible con Marina...

- ¿¡Estás loco!? ¡¡No vamos a dejarte aquí!!- respondió Eduardo.

- ¡¡Tienes que guiarnos hasta la montaña Conaga para recuperar la piedra angular!!- dijo Erika.

Jack los miró con profunda tristeza en sus ojos:

- Lo siento, chicos...He perdido mi única razón de vivir...me temo que tendréis que continuar sin mí...

La chica le espetó diciendo, con lágrimas en los ojos:

- ¿¡Acaso has olvidado la promesa de Marina!? ¿¡Qué pase lo que pase, nunca te rendirías en tu deber como guardián!? ¿¡Qué, a pesar de todas las dificultades, no abandonarías la lucha!?

El mago levantó la mirada, sorprendido:

- ¡¡Le prometiste que vivirías y seguirías adelante...que juntos salvaríamos Limaria!!

Jack calló por un momento, y tardó varios segundos en pronunciar:

- La...promesa...

Fue entonces cuando recordó el último minuto de vida de Marina, esos últimos segundos en los que ella, antes de morir, le hizo prometer que, pase lo que pase, seguiría viviendo, seguiría luchando, seguiría existiendo. Por ello, y porque todavía tenía algo muy importante que hacer.

Pasaron unos segundos de silencio mientras Jack recordaba todos los acontecimientos que habían sucedido desde que los dos jóvenes llegaron a Limaria. Cuando ambos elegidos lo ayudaron a ponerse en pie el mago comprendió, a través de sus ojos llenos de lágrimas, que ellos también sufrían la pérdida de Marina:

Final Fantasy: Memories of a PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora