Capítulo 40: Lucha de Titanes

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Capítulo XL

LUCHA DE TITANES

El ascensor finalmente había llegado al último piso. Las puertas se abrieron y la brillante luz del exterior cegó sus ojos durante unos segundos, hasta que se adaptó a la claridad del día. Dudó por un momento antes de dar un paso, pero los sacerdotes que la acompañaban la obligaron a caminar.

Ya fuera, la chica se sorprendió al comprobar que se encontraban en la azotea de una serie de tres rascacielos, conectados por puentes entre sí. En ese instante supo dónde estaba: en la azotea de los tres edificios, justo en la mismísima morada del mago legendario. A aquellas alturas se podía contemplar perfectamente toda la ciudad de Vildenor y sus fronteras. Su sensación de vértigo aumentaba por momentos.

Los sacerdotes que la rodeaban la detuvieron en seco, en señal de espera. Todos fijaron sus miradas en la azotea del edificio contiguo, cuyo ascensor abría sus puertas. La joven ahogó un grito de exclamación al ver salir por ellas a Alejandro, vestido con un majestuoso traje de ceremonia, y acompañado por el mismo número de sacerdotes que tenía ella. El mago oscuro la miró a lo lejos, directo a sus ojos, y sonrió con una falsa felicidad que la chica conocía muy bien.

En ese momento los sacerdotes la obligaron a reanudar la marcha y Erika siguió caminando lentamente hacia delante. Lo mismo hicieron Alejandro y los sacerdotes que lo acompañaban. Mientras ambos grupos cruzaban los respectivos puentes que los unirían en un tercer edificio, en cuya azotea se encontraba el altar, la chica bajó la cabeza y ocultó su mirada triste en el semblante deprimido de su rostro.


Momentos después, el novio y la novia se reunieron al final del puente, y los sacerdotes se colocaron en fila por los dos lados de la azotea. Ambos empezaron a caminar de nuevo hacia el altar, donde tras éste esperaba el sumo sacerdote, vestido con atuendos dignos para la ocasión. Todo andaba sobre ruedas, tal y como lo tendría organizado una boda normal.

Sin embargo, mientras subían las escaleras, ocurrió algo que no estaba planeado en la ceremonia. Alejandro se detuvo en seco a mitad de camino, dio media vuelta y levantó la mirada al cielo, sorprendido. Erika y todos los allí presentes hicieron lo mismo, perplejos.

Se oía un extraño ruido de maquinaria, motor y hélices en la lejanía, que se aproximaba cada vez más y desconcertaba a todos los sacerdotes. A aquellas alturas, lejos del núcleo urbano, nadie se explicaba qué hacía un vehículo a motor a más de quinientos metros del suelo. Aquel ruido rompía todos los esquemas de la boda y ponía de los nervios al personal entero de religiosos que colaboraban en la ceremonia:

- ¿Qué...qué es eso?- preguntó el sumo sacerdote, confuso.


De repente de entre las nubes apareció Valor Alado, rugiendo sus motores y horrorizando al resto de monjes, que no pudieron evitar gritar de terror ante aquella inesperada sorpresa. La enorme aeronave se dirigía directamente hacia ellos a gran velocidad, mientras Alejandro y los demás no daban crédito a lo que veían. Les parecía imposible que aquello estuviera pasando, que tuvieran tan sorprendente e inesperada aparición ante sus ojos:

- ¡¡Mi señor!! ¿¡No es ésa su nave privada!?- exclamó uno de los sacerdotes, atónito y confuso- ¿¡Qué hace aquí!?

- No...no lo sé- respondió el mago, todavía tratando de asimilar lo que veía- No he ordenado que la muevan de su recinto. No entiendo qué es lo que...

Calló de repente y se quedó pálido y perplejo cuando sintió algo que sólo él y otras pocas personas podían notar. Reconoció al instante una pequeña frecuencia de aura casi nítida, que resonaba tan débil y baja en altura que no pudo percibir hasta ese momento. Sabía de quién era y que procedía de la nave.

Final Fantasy: Memories of a PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora